miércoles, 22 de septiembre de 2010

El Salmón Transgénico se Atraganta en EE.UU.

PEDRO RODRÍGUEZ / CORRESPONSAL EN WASHINGTON ABC
Polémica alimentaria por un espécimen que crece el doble con un 25% menos de comida

El primer animal genéticamente modificado para el consumo humano —un salmón de rentabilidad prodigiosa al que sus detractores califican como un monstruoso «Franken-pez»— se ha encontrado con graves dificultades dentro de su polémico intento por formar parte de la dieta de los estadounidenses.

Tras dos días de intensas deliberaciones, un decisivo panel científico de la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha evitado dar su visto bueno a este especimen de salmón atlántico que crece el doble con un 25 menos de alimento.

Sin proceder a una votación, el llamado Comité Asesor de Medicina Veterinaria ha optado por solicitar estudios adicionales antes de pronunciarse sobre la seguridad para el consumo humano del producto desarrollado por la empresa AquaBounty Technologies, de Massachusetts.

A pesar de indicios preliminares a favor de la comercialización de este salmón transgénico, los especialistas de la FDA han insistido en la necesidad de aclarar el riesgo de posibles efectos secundarios nocivos para sus consumidores. Entre argumentos de que los estudios presentados son demasiados pequeños como para confiar en su fiabilidad.

Multimillonarios intereses

Ronald Stotish, consejero delegado de AquaBounty, no ha dudado en calificar como infundados los recelos generados en torno al nuevo súper-salmón. A su juicio, el producto en el que se viene trabajando desde hace una década con una inversión de 60 millones de dólares resulta clave para facilitar una dieta tan sana como asequible, además de ser una opción medioambiental viable y estrategia adecuada ante los actuales problemas de sobre-pesca.

Con todo, algunos de los once miembros del panel científico de la FDA han pronosticado que es sólo una cuestión de tiempo antes de que las autoridades reguladoras de Estados Unidos aprueben la comercialización de este tipo de pez manipulado genéticamente.

Resultado de una elaborada mezcla de ADN procedente de tres especies diferentes con impacto evidente en la capacidad de crecimiento de estos «perfeccionados» salmones del Atlántico Norte, que a diferencia de sus parientes más naturales son capaces de engordar tanto durante los meses de invierno como de verano.

Junto a la cuestión fundamental de seguridad para entrar en la cadena alimenticia, la FDA también está debatiendo qué tipo de empaquetado tendría que tener el salmón transgénico en caso de permitirse su venta al público. Es decir, si los consumidores van a tener la opción de poder discernir el tipo de manipulación genética que desean en su pescado.

Sobre todo, ante las regulaciones actuales de Estados Unidos que impiden un etiquetado especial para «alimentos modificados» una vez que se ha determinado que el resultado no es «materialmente» diferente.

A juicio de activistas y grupos de consumidores, la cuestión del etiquetado es fundamental ya que el salmón sometido a la aprobación de la FDA es sólo el primer paso dentro de una lista larga de otros animales de consumo regular y susceptibles a ingeniería genética: vacuno, porcino y otros peces.

Pero la industria de biotecnología de Estados Unidos, que ya ha conseguido imponer sus intereses en productos agrícolas, se opone con vehemencia a etiquetas claras. Con el argumento de que sólo servirán para confundir todavía más a un público bastante mal informado sobre estas cuestiones y estigmatizar a productos alimenticios que no son diferentes.

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