sábado, 17 de septiembre de 2011

Transtorno de Ansiedad Generalizada y Alcoholismo

La ansiedad es un mal de nuestro tiempo, plagado de incertidumbres, de inestabilidad, de sensaciones de desprotección. 

Un monto de ansiedad manejable es inherente al ser humano y puede ser incluso canalizado hacia actividades creativas o productivas. 

Otra cosa es cuando la ansiedad invade todo el yo, paralizando al sujeto, cargando de preocupaciones y aprensiones cada momento de su vida, que se vuelve intolerable e inquietante, tornándose esta ansiedad algo crónico y permanente.

El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) ha sido recientemente identificado como una enfermedad psiquiátrica.

 Los pacientes sufren esta patología desde la infancia hasta la adultez. Es diagnosticado más frecuentemente en mujeres que en varones (60% vs. 55%).

Es más frecuente que el desorden de pánico, la fobia simple, la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

Se piensa que en el TAG existe una reducción en la sensibilidad a los receptores adrenérgicos. También existe una excesiva actividad serotoninérgica en áreas cerebrales como el rafe, el hipotálamo, los ganglios basales y el sistema límbico.

Posee una comorbilidad (asociación de enfermedades) importante con los trastornos del humor y con otros cuadros de ansiedad tales como el trastorno por estrés post-traumático, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el ataque de pánico o la fobia social.

 Entre 25 y el 30% de los pacientes con TAG tienen depresión.

A su vez, entre el 20 y 30% de los pacientes con depresión cumplen los criterios diagnósticos de TAG. Está íntimamente relacionado con el abuso del alcohol.

El TAG es un trastorno crónico, donde la severidad de los síntomas fluctúa a lo largo del tiempo. Sin tratamiento específico, es poco probable, que los síntomas remitan en forma espontánea. El 66% de los pacientes con diagnóstico de TAG no reciben tratamiento alguno.

Algunas características de este cuadro

1. Excesiva ansiedad o preocupaciones o aprensiones que ocurren a lo largo de varios días, durantes por lo menos 6 meses, en muchos eventos o actividades (como ser en el trabajo, en el colegio o en la universidad, en las relaciones personales)

2. La persona encuentra difícil controlar estas preocupaciones o la ansiedad

3. La ansiedad está asociada con tres o más (salvo en los niños que sólo basta con uno solo) de los siguientes síntomas:

- Sentirse inquieto o tenso emocionalmente
- Fatigarse o cansarse con facilidad
- Dificultad de concentrarse
- Bloquearse mentalmente
- Irritabilidad
- Tensión muscular
- Trastornos del sueño (dificultad de conciliar el sueño o despertarse varias veces en la noche y no retomarlo, sentir a la mañana como “que no descansó”)

4. La ansiedad o preocupaciones o los síntomas físicos causan malestar marcado y detrimento social, ocupacional, sexual, o en otras áreas

5. Estos problemas NO deben ser provocados por efectos de adicciones a sustancias (p.ej.: a cocaína o anfetaminas) ni al uso de medicaciones ni a otras condiciones médicas (hipertirodismo) ni ser consecuencia de un problema psicótico ni del humor (depresión mayor, enfermedad bipolar)

Sólo un tercio de los pacientes se benefician con terapias cortas. La mayoría de los pacientes deben recibir tratamientos prolongados y la necesidad de continuar con la medicación debe ser evaluada cada seis meses.

Tratamientos

1) Benzodiazepinas
Ejercen sus efectos incrementando la actividad del GABA, a través de su interacción con el complejo receptor GABA A. Esta actividad se asocia con una reducción de la frecuencia de disparo de las neuronas del locus ceruleus y la frecuencia de disparo de las neuronas serotoninérgicas del rafe, que reducen los síntomas ansiosos.

Alprazolam
Clonazepam
Diazepam
Lorazepam

El comienzo de acción es rápido (dentro de la primera semana) y no hay tolerancia a los efectos terapéuticos. Debido a sus efectos adictivos, a largo plazo, son considerados como agentes de segunda o tercera línea. Aumenta los efectos del alcohol, reduce los reflejos.

2) Buspirona
Beneficios: menos sedante que las benzodiazepinas. No interactúa con el alcohol. No posee potencial de abuso.
Debilidades: su período de latencia al efecto ansiolítico es más largo.
Su eficacia está siendo discutida debido a los nuevos criterios diagnósticos del TAG.

3) Antidepresivos

Sertralina
Fluoxetina
Venlafaxina XR (de liberación controlada)
Tricíclicos (imipramina, clomipramina)

Su eficacia ha sido demostrada en diferentes estudios. Su comienzo de acción es relativamente rápido y este efecto persiste durante el tratamiento crónico. Su eficacia es superior a la buspirona. Por este motivo, deben ser considerados como agentes de primera línea para el tratamiento del TAG, especialmente debido a su marcada eficacia, la alta asociación con la depresión y su falta de potencial de abuso.

4) Psicoterapias
Las psicoterapias suelen ser un importante factor de contención y esclarecimiento de los conflictos presentes en estos cuadros de ansiedad generalizada. Hay distintas técnicas que pueden ser de utilidad, generalmente en combinación con las medicaciones antes citadas.

Psicoterapias cognitivas-conductuales
Psicoterapias breves de orientación psicoanalítica
Psicoanálisis
Psicoterapias grupales (incluidos los grupos de autoayuda) 

Ansiedad y el Alcohol

La relación existente entre trastornos psiquiátricos y el consumo de alcohol es de carácter bidireccional, uno da lugar al otro y viceversa. Esto se conoce a nivel científico como "patología dual" que viene definida como la relación de todas las sustancias de abuso y dependencia, con determinados trastornos psíquicos; aunque actualmente este concepto no se considera muy acertado ya que a nivel práctico psiquiátrico la comorbilidad de varios procesos ha sido siempre una constante, y de hecho da lugar a varios tratamientos, siendo importante no el tipo de tratamiento sino el discernir sobre que aspectos hay que actuar de forma principal al comienzo y cuales hay que dejar en un segundo plano.

La relación existente entre trastornos psiquiátricos y el consumo de alcohol es de carácter bidireccional, uno da lugar al otro y viceversa. Esto se conoce a nivel científico como "patología dual" que viene definida como la relación de todas las sustancias de abuso y dependencia, con determinados trastornos psíquicos; aunque actualmente este concepto no se considera muy acertado ya que a nivel práctico psiquiátrico la comorbilidad de varios procesos ha sido siempre una constante, y de hecho da lugar a varios tratamientos, siendo importante no el tipo de tratamiento sino el discernir sobre que aspectos hay que actuar de forma principal al comienzo y cuales hay que dejar en un segundo plano.

Es comprensible que una persona alcohólica no debe ser a la fuerza una persona ansiosa, y una persona afecta de síndrome de ansiedad no tiene por que acabar con un problema de abuso o dependencia del alcohol como medida para mitigar sus males. Pero si que se sabe que: Muchos pacientes afectos de ansiedad, buscan el alcohol como una forma de tratar su enfermedad y alejarse de sus problemas.

El consumo de alcohol que realizan los pacientes alcohólicos es el origen de su ansiedad. Así comprobamos que en pacientes con trastornos de ansiedad la presencia de trastornos de alcoholismo se sitúa entre el 15-33%. La diferencia del intervalo depende del trastorno de ansiedad estudiado siendo máximo en trastornos de fobia social y menor en trastornos de pánico o de agorafobia.

En la gran mayoría de pacientes el trastorno de ansiedad aparece con anterioridad a la dependencia de alcohol, debido probablemente a que estas personas utilizan esta sustancia como un medio de autotratamiento para intentar disminuir las manifestaciones de ansiedad debido a las "conocidas" propiedades ansiolíticas del alcohol.

De otro modo comprobamos que en personas con trastornos de adicción al alcohol aparece de forma frecuente un síndrome de ansiedad, relación que se encuentra según estudios entre el 23% y el 69%. Variabilidad que depende del género, edad, o tiempo de adicción alcohólica.

También hay que entender que todos los estudios están sesgados debido a que la población general con problemas de adicción busca más ayuda para su rehabilitación a nivel médico que la población con los mismos problemas pero que además padece algún tipo de psicopatología. Por todo ello hay unos conceptos básicos que hay que tener en cuenta en todos estos procesos:

Esta serie de pacientes requieren un abordaje menos rígido que aquellos pacientes alcohólicos sin patologia psiquiátrica acompañante.
Hay que tratar ambas patologías de forma integral.
Se observa una tasa de recaidas más frecuente, probablemente debido a una gran dificultad en conseguir una estabilidad o curación simultánea de ambos procesos.

Relación causal entre alcoholismo y ansiedad

Esta relación biunívoca que hemos comentado que se produce entre ambos trastornos, puede tener su base en diversos mecanismos:

El alcoholismo y la ansiedad pueden formar parte de un conjunto general de trastornos, que de alguna forma pueden estar relacionados, debido a una base genética similar en ambos casos. Hay estudios familiares que así lo demuestran.

En otros ensayos se observa que familiares afectos de alcoholismo y síndrome de ansiedad tienen más posibilidades de sufrir un trastorno de ansiedad, que de los familares de personas que sólo presentan trastornos de ansiedad. 

Pueden aparecer los dos cuadros pero mantenidéndose de forma independiente.Se puede decir que la ingesta a corto plazo de alcohol disminuye la ansiedad, mientras que tomandolo a largo plazo la aumenta.
Se puede observar la aparición de alcoholismo en pacientes con trastornos de ansiedad anterior. Muchos pacientes lo toman como una forma de "automedicarse", ya Hipócrates decía " que la ingesta de vino con igual cantidad de agua libera de la ansiedad y temores". 

Por último se puede observar que una serie de personas adictas al alcohol de forma crónica padecen más tendencia a un aumento de síntomas de tipo ansioso.Se pueden producir síntomas que asimilan a los estados de ansiedad, o actúan como impulsores de reacciones de ansiedad por la sensibilización del individuo a sus propias respuestas somáticas.

¿Cómo diferenciar entre los diversos trastornos de ansiedad y de adicción alcohólica?

En primer lugar comprobamos que los síntomas vegetativos (nauseas, vómitos, sudor, etc..) y la ansiedad componen los síntomas fundamentales del síndrome de abstinencia al alcohol. Por tanto el primer paso para el estudio de un paciente alcohólico con sintomatología ansiosa es descartar entre todos los diagnósticos el de síndrome de abstinencia alcohólica.

Los síntomas de los trastornos de ansiedad generalizada y de la abstinencia son muy similares, diferenciándose principalmente en la cronologia de los sintomas, ya que la abstinencia suele aparecer en los periodos de disminución o interrupción de la ingesta y los trastornos de ansiedad generalizada suele tener un carácter más crónico.

También se pueden diferenciar por la clínica, viendo que la presencia de temblor o signos vitales anormales son más sugerentes del síndrome de abstinencia.

Para poder diferenciar el síndrome de abstinencia de los cuadros de ansiedad generalizada, hay que tener en cuenta que en los cuadros de abstinencia, la ansiedad aparece bruscamente junto otros síntomas fisiológicos típicos de la abstinencia, para luego poco a poco ir disminuyendo.

Sin embargo en los trastornos de ansiedad, la ansiedad continuará intensificándose durante varias semanas, volviendo a aparecer síntomas propios de la misma que habian sido enmascarados por el consumo del alcohol.

Se observa también una variabilidad entre los distintos subtipo de ansiedad, al estudiar las formas de comienzo de los síntomas de pacientes con problemas alcohólicos o afectos de trastornos de ansiedad.

Así, los distintos tipos de fobia suelen preceder al inicio del trastorno por alcohol, mientras que por otra parte los síndromes obsesivo-compulsivos o los trastornos de pánico pueden comenzar antes, simultáneamente o después de la aparición de la adicción al alcohol.

Como norma general: 

Se debe sospechar la coexistencia de un trastorno de ansiedad en un paciente con adicción alcohólica, cuando se presente una mala respuesta o falta de cumplimiento del tratamiento de deshabituación, elevado nivel de ansiedad, aparición de problemas físicos difíciles de diagnosticar, demanda insistente de benzodiacepinas o antecedentes familiares de trastornos de ansiedad. 

Sospecharemos en un paciente con trastorno de ansiedad una coexistencia de problemas de alcoholismo, cuando exista un consumo importante de alcohol o una historia de abuso de fármacos, sobre todo, benzodiacepinas o barbitúricos, poco cumplimiento del tratamiento con pobres resultados y antecentes en la familia de problemas con el alcohol.

¿Cómo tratar la ansiedad en un paciente adicto al alcohol?

Hay que tener un especial cuidado en el tratamiento mediante fármacos en los pacientes alcohólicos, por la posible aparición de efectos secundarios de los medicamentos, además de posibles interacciones entre los fármacos y el alcohol, otros medicamentos u otras patologias concominantes. 

Al tratar la ansiedad podemos evitar un alcoholismo secundario al utilizar el paciente esta sustancia como "automedicación". Si aparecen ambos trastornos a la vez, siempre se deberá tratar primero el alcoholismo.
En pacientes con determinadas patologías hay que llevar un especial cuidado: Pacientes con antecedentes de crisis epilépticas o alteraciones cerebrales, por ejemplo, ya que cualquier psicofármaco puede producir un aumento de la sedación o de la intoxicación por alcohol.

También si el paciente presenta insuficiencia hepática se puede producir un aumento de las concentraciones plasmáticas del medicamento, aumentando sus efectos.
Dada la tendencia de estos pacientes a abusar de medicaciones de tipo psicoactivo, siempre se debe tomar la opción de la utilización de sustancias con una bajo potencial de abuso. Hay que esperar un cierto tiempo entre el tratamiento del síndrome de abstinencia y el inicio del tratamiento ansiolítico. La mayoría de especialistas recomiendan esperar de 3 a 4 semanas, aunque si la clínica lo necesita se puede comenzar nada más finalizar la abstinencia.

Los fármacos más usados son : Benzodiacepinas que son los fármacos de elección, pero con debidas precauciones. Otros tratamientos que pueden ser igual de eficaces son los betabloqueantes (propanolol), y la buspirona.

En los últimos años se están utilizando y con gran porcentaje de aciertos los inhibidores selectivos de la serotonina (Paroxetina, Fluoxetina, etc...), en algunos trastornos de ansiedad con marcada afectividad, y con la ventaja añadida de que se evita la posibilidad de que el sujeto pueda abusar de las benzodiacepinas.

Fuente: tratamientoansiedad.com

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