domingo, 21 de octubre de 2012

Hacia la Arquitectura del Medioambiente

RUSinURBE
“Sin duda, los arquitectos debemos proyectar paisajes arquitectónicos, y no edificios utópicos, en los que tiempo, espacio, sociedad y territorio se fundan en una nueva forma”

(artículo del arquitecto Alejandro Díez Martín exponiendo su proyecto RUSinURBE de construcción sostenible)

RUSinURBELa ciudad está creciendo sin ningún tipo de control y en todas las direcciones. 
La mayoría de las edificaciones se asientan en el territorio de manera invasiva, consumiendo mucho suelo, y devastando el terreno natural que preexistía.  

Rara vez lo edificado es respetuoso con la topografía del territorio, y modifica a su antojo las cualidades intrínsecas del lugar. Se opta por el autismo de la nueva arquitectura que privatiza los espacios libres y evade la cohesión social. 

Es la eterna lucha entre el campo y la ciudad, donde el espacio rural se transforma en espacio urbano, desvaneciendo sus huellas hasta el olvido. Sin ninguna duda, esto necesita un radical cambio de mentalidad.

En este sentido, el proyecto RUSinURBE, situado en La Orotava (Tenerife), surge como alternativa al modelo de crecimiento actual, pretendiendo demostrar que campo y ciudad, no sólo podrían convivir juntos, sino que podrían llegar a construir una relación simbiótica, cuyo objetivo es el beneficio mutuo. Para ello el proyecto ha contemplado la manera de optimizar los recursos que nos pueden aportar tanto el campo como la ciudad. Las viviendas proyectadas aprovechan la pendiente del terreno, configurado por terrazas o bancales, para montarse unas sobre otras y así utilizar las cubiertas como espacios donde poder cultivar.

Su diseño obedece a los imperativos de los factores climatológicos. La envolvente de un edificio viene a ser como una piel, que responde a estímulos sensoriales; se viste al tener frío y se destapa al sentir calor. Es decir, responde a una serie de necesidades fisiológicas. Por ese motivo es importante conocer el microclima de un lugar. En este caso, nos encontramos en una zona muy húmeda y algo lluviosa, con temperaturas medias agradables, poco ventosa y bastante irradiada por el Sol. En base a ese análisis, el proyecto establece estrategias para el ahorro y la gestión del agua, aprovechando la alta presencia de humedad para captarla del ambiente y recogerla en la cubierta vegetal.

A raíz de las desorbitadas necesidades de energía, el mundo se ha convertido en un escenario medioambientalmente muy contaminado. En ese sentido, es necesario promover una arquitectura eficiente y sostenible, con pretensiones de conseguir la autonomía energética mediante adecuadas fuentes de energía alternativa. De ahí que la propuesta se beneficie de los rayos de Sol para generar electricidad y agua caliente sanitaria, mediante el uso de energías renovables (solar fotovoltaica y solar térmica), como sistema de ahorro energético.

El ser humano, en sus labores cotidianas, genera una gran cantidad de residuos, por lo que se hace necesaria una buena gestión de los mismos, con el fin de evitar una situación de descontrol. En el proyecto, las viviendas podrán reciclar el 100% de los residuos que se genere en ellas. Papel, vidrio y plásticos disponen de sus depósitos propios integrados y ocultos en el mobiliario, para su fácil clasificación y su posterior transporte a las plantas de reciclado. Los residuos orgánicos y los originados en el cuidado de la huerta, se reciclan mediante equipos de compostaje, que convierten los desperdicios en fertilizante, con el fin de ser empleados en los jardines de planta baja y de la cubierta verde.

RUSinURBE
La labor de la vegetación en la descontaminación atmosférica es de vital importancia. Las plantas absorben el anhídrido carbónico y restituyen oxígeno. Atraen las partículas nocivas en suspensión mejorando la calidad del aire que se respira. Además de eso, la relación directa con la naturaleza mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y las preocupaciones, calma la agresividad y aumenta la conciencia por la comunidad, fortaleciendo los lazos de vecindad y generando una sensación de confianza mutua.

Debido a esa fuerte relación entre naturaleza y salud es necesario diseñar comunidades con más espacios verdes públicos, no como meros elementos decorativos, sino como verdaderos componentes vitales, claves para la promoción de la salud, tanto física como mental. De esta manera se consigue una constante interactuación social, que contribuye a que se viva en un entorno mucho más amable y seguro, y la gente adquiera una conciencia basada en el compartir.

Sin duda, los arquitectos debemos proyectar paisajes arquitectónicos, y no edificios utópicos, en los que tiempo, espacio, sociedad y territorio se fundan en una nueva forma. Y es por eso que ni el proyecto ni el lugar por separado serán capaces de evolucionar, solo su encuentro, el diálogo urbano-rural, será capaz de generar una arquitectura sensible y respetuosa, a la vez que digna de la sociedad del siglo XXI.



 
Fuente: http://www.elblogalternativo.com/2012/10/11/hacia-la-arquitectura-del-medioambiente/

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