sábado, 15 de diciembre de 2012

Las Reacciones Adversas a los Medicamentos son muchas más de las conocidas

La infranotificación de los daños provocados por los medicamentos, las conocidas como Reacciones Adversas a los Medicamentos (RAM) son un problema social y un quebradero de cabeza para los responsables de la farmacovigilancia de las agencias reguladoras. Ello enmascara la seguridad real de los fármacos.
Un trabajo co-firmado por Mariano Madurga, una de las personas más comprometidas con el seguimiento en nuestro país de los fármacos tras su comercialización, se titula Farmacovigilancia de las vacunas: cómo identificar nuevos riesgos y está publicado en la Revista pediatría de atención primaria. Argumenta que sólo un porcentaje bajo de reacciones adversas del total producidas son notificadas.
 
En los procesos programados de vacunación infantil, los llamados calendarios vacunales, dice el texto, se han ido incorporando nuevas vacunas. Pero como todo medicamento, las vacunas pueden ocasionar efectos adversos:
Todas las vacunas existentes tienen identificados distintos efectos adversos que se pueden manifestar en mayor o menor frecuencia. Así, por ejemplo, con una dosis de vacuna DTP [difteria, tétanos, polio] no sólo pueden aparecer efectos locales como dolor, inflamación y enrojecimiento en la zona de aplicación, también se pueden manifestar abscesos estériles o bacterianos en 6-7 casos por cada millón de inyecciones.
También son conocidas las reacciones atribuibles al componente pertussis (tos ferina) como convulsiones, llanto persistente y grito estridente que pueden persistir durante más de 20 horas. Otro ejemplo que reconoce este interesante trabajo. Con la vacuna DTP se ha llegado a establecer la frecuencia de trombocitopenia, anemia hemolítica y encefalopatía aguda en diez casos por cada millón de dosis de vacunas administradas.

En los últimos años se han ido incorporando nuevas vacunas en los programas de vacunación. Ello, como es lógico ha aumentado el número de efectos adversos, como explican los autores del estudio, pero casi no se notifican lo que de alguna manera nos hace creer que las vacunas son más seguras de lo que en realidad son. Es una creencia, la realidad va por otro lado.

Desde 1978 se utiliza la vacuna del sarampión a los nueve meses de edad y la vacuna de la rubéola en las niñas de once años para prevenir el síndrome de rubéola congénita. Desde 1981 se sustituyó la vacuna del sarampión por la vacuna triple vírica (sarampión-parotiditis-rubéola) administrada a los quince meses de edad. En 1998 se incorpora la vacunación de Haemophilus influenzae tipo B (Hib). A finales de 1997 se detectó en España un aumento de casos de meningitis C, lo que originó la inclusión de la vacuna frente al meningococo C en el calendario de 2001 una vez comprobada su eficacia en la campaña 2000-2001 en el Reino Unido.

De manera similar al resto de medicamentos, existen una serie de efectos inesperados, infrecuentes o desconocidos que no pueden evaluarse totalmente hasta que se utilizan de manera masiva. Con las vacunas se experimenta de manera similar que con otros medicamentos. Toda la experiencia en cuanto a su seguridad que se va adquiriendo a escala mundial sobre la marcha, durante su comercialización y uso, se va incorporando a la información de su ficha técnica.

El problema de percepción del posible daño de las vacunas y los fármacos en general viene dado, como se indica, por la no notificación del mismo. Se estima entre un 2% y el 20% la infranotificación, dependiendo de los países. Es un problema humano en el que autoridades, laboratorios, profesionales sanitarios y ciudadanía debería comprometerse para conocer la verdadera seguridad de los medicamentos y evitar muertes y graves efectos adversos.

Fuente: http://www.migueljara.com/2012/12/14/las-reacciones-adversas-a-los-medicamentos-son-muchas-mas-de-las-conocidas/

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