miércoles, 23 de octubre de 2013

Virus y Antibióticos

Primera semana de septiembre. Días muy importantes para muchos pequeños que hoy y durante esta semana empezarán su escolarización. 

Aparte de lo que nos puedan preocupar a los pediatras todos los aspectos relacionados con la adaptación, la ansiedad de separación y las dinámicas familiares que se producirán este mes de inicio escolar, os confieso que ya ando pensando, en lo mucho que se nos va a incrementar el trabajo en Urgencias en poco menos de un mes. 

El pistoletazo de salida del inicio de la guardería y pocos días después, el colegio, marcan la cuenta atrás para nuestra curva ascendente de actividad. Deseadme un otoño plácido. 

Pronto empezarán las fiebres. Muchas en niños sanos como una manzana que nunca han pisado un hospital pediátrico. 

La principal causa de fiebre en los niños es la infección. Existen dos tipos de agentes microbiológicos que causan la mayoría de infecciones en la infancia: los virus y las bacterias. Aunque pueden originar cuadros clínicos que pueden parecerse, los virus y las bacterias son tipos de gérmenes diferentes, y su tratamiento también suele ser diferente.

Las bacterias son microorganismos formados por una célula y están dispersas por muchos lugares. Algunas son necesarias para el ser humano y un correcto funcionamiento de algunos procesos, como es el caso de la flora intestinal. Si se dan las condiciones adecuadas para su vida, son autónomas en su crecimiento y reproducción. Las infecciones bacterianas se tratan con antibióticos.

Los virus en cambio son fragmentos de material genético que necesitan de las células para su reproducción y crecimiento. La mayoría de virus se inactivan si no están en contacto con células en las que poder reproducirse. Los virus no responden a los tratamientos antibióticos, de forma que administrarlos, no está indicado.


La mayoría de las infecciones que pasan los niños son de origen viral. Y este porcentaje es mayor cuanto más pequeños son los niños, especialmente los menores de 3 años.


Con frecuencia los cuadros virales en los niños solamente originan fiebre. Así que en la visita al pediatra es común encontrar una exploración física normal y un buen estado general. A veces las fiebres van y vienen, y no se origina una focalización de la infección.

En el caso de las infecciones bacterianas, lo más común es que la infección se localice, originando neumonía, otitis, amigdalitis, etc.

Inicialmente los procesos infecciosos víricos o bacterianos pueden ser indistinguibles. Por eso muchas veces es preferible evaluar a los niños cuando ya han pasado unas horas del inicio del cuadro febril. Todo esto salvo que haya otros síntomas de alarma o que nos hagan sospechar el origen de la fiebre.

El hecho de no encontrar “nada” en la evaluación de los niños, puede exasperar a los padres. Sin embargo puede ser tan importante saber lo que se tiene como lo que no se tiene. Saber que no se tiene una infección potencialmente grave es muy importante. Casi todo lo demás puede esperar.

Cuando los pediatras tenemos dudas, podemos solicitar exploraciones complementarias. Ante una duda razonable, podremos optar por esperar la evolución, o iniciar tratamiento antibiótico. Si tenemos claro que es un virus, no está indicado administrar antibióticos.

Después de unos años en los que se ha abusado de los antibióticos coincidiendo seguramente con una bonanza en las condiciones sanitarias y higiénicas, y con el “boom” del nacimiento de las principales familias de antibióticos, es bueno saber utilizarlos con cabeza.

Los antibióticos no curan la mayoría de las infecciones que tendrán los niños –pues son víricas- y además no están exentos de efectos adversos y efectos secundarios.

Otro efecto colateral del abuso de antibióticos es la aparición de resistencias bacterianas a los antibióticos. Cada grupo de antibióticos tiene una forma de actuar, y no sirve para cualquier tipo de germen. Es decir, están diseñados para atacar un determinado proceso o parte de una determinada bacteria y provocar su muerte. Las bacterias cuando son diezmadas por las terapias antibióticas, encuentran la manera mediante mutaciones o pequeños cambios de burlar el mecanismo de acción de dichos fármacos. Estos cambios hacen que determinados antibióticos pierdan su capacidad de ser efectivos contra los gérmenes. Cuando una bacteria se hace “fuerte” (resistente) frente a varios tipos de antibióticos, empiezan los problemas para tratar la infección que provoca. Este hecho origina problemas especialmente en los pacientes más débiles o los que tienen alergias medicamentosas.

Muchos padres nos solicitan que les pautemos antibióticos a los niños creyendo que así se acortan los procesos y los niños se recuperarán más rápido. El proceso se acortará si la infección es bacteriana. A los virus les resbalará el antibiótico, seguirán haciendo de las suyas hasta que el sistema inmune del niño los elimine, seguramente en un corto plazo de tiempo. Paciencia.

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