jueves, 13 de junio de 2019

Gluteomorfina: El opiáceo en tu comida

Traducido por el equipo de SOTT.net en español 

Sí: hay opiáceos que derivan de diversas proteínas alimentarias que ejercen efectos peculiares sobre el cerebro humano. ¿Lo peor? 

Los opiáceos que provienen de la proteína gliadina del trigo y los granos relacionados. 

Los investigadores de los receptores de opiáceos de los Institutos Nacionales de Salud acuñaron originalmente el término "gluteomorfina" hace casi 40 años, cuando se determinó que la proteína gliadina del trigo se somete a una digestión parcial (ya que los seres humanos carecen de las enzimas digestivas necesarias para digerir completamente las secuencias de aminoácidos ricos en prolina en las proteínas de las semillas de las gramíneas) para producir péptidos de 4 a 5 aminoácidos de longitud

Se encontró que algunos de estos péptidos se unen a los receptores de opiáceos del cerebro, ejerciendo así efectos similares a los de los opiáceos, u opioides, de ahí el término gluteomorfina (también llamado a veces gliadorfina). 




Esta investigación se realizó en respuesta a varias observaciones realizadas en personas con esquizofrenia paranoide que, tras la eliminación de todas las fuentes de gluten (que contienen gliadina) experimentaron una reducción del pensamiento paranoico y las alucinaciones auditivas.

 El Dr. F. Curtis Dohan, mientras participaba en la investigación de campo en Nueva Guinea, las Islas Salomón y Micronesia, también hizo la observación de que los nativos no consumidores de granos de estas islas desarrollaron un nivel explosivo de esquizofrenia cuando se les permitió consumir alimentos occidentales que contenían granos.

 Se realizaron varios estudios posteriores que relacionaron los opiáceos derivados de la gliadina con la conducta esquizofrénica pero, como sucede a menudo en la investigación nutricional, el interés disminuyó, ya que la mayoría de las investigaciones psiquiátricas se centran en el tratamiento farmacológico. 

Más recientemente, la tormenta de controversia desencadenada por los libros de Wheat Belly ha reavivado la investigación psiquiátrica sobre la relación entre la esquizofrenia y los péptidos opiáceos derivados de la gliadina, y de hecho parece haber una asociación, al menos en un subconjunto de personas con esquizofrenia. 

La actual crisis de opioides, en la que a las personas se les prescriben opioides potentes como Oxycontin y Dilaudid, se vuelven adictas y recurren a opioides ilícitos como la heroína, pone de relieve lo poderosos que pueden ser los efectos de los opioides en el cerebro humano. 

Los efectos de Oxycontin, por supuesto, difieren de los efectos opiáceos de los panecillos y sándwiches, pero en realidad hay algunos que se superponen. 

Sin duda, la susceptibilidad a los efectos opiáceos de los péptidos derivados de la gliadina varía de una persona a otra, pero puede variar desde la estimulación moderada del apetito hasta obsesiones alimentarias incontroladas las 24 horas del día, como ocurre en el trastorno por atracones y la bulimia. 

O puede involucrar arrebatos de comportamiento y deterioro de la capacidad de atención en niños con trastorno del espectro autista o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). O puede ser depresión y suicidio (al menos como lo sugieren varios estudios observacionales como este). 

Y, al igual que con la suspensión de los opiáceos ilícitos recetados, la suspensión de todo consumo de fuentes de gliadina produce un síndrome de abstinencia de opiáceos, los efectos se imitan fácilmente al administrar un fármaco bloqueador de opiáceos como la naloxona o la naltrexona. 

Interesantemente, evidencia reciente apunta hacia algunas especies de Bifidobacterias en el tracto gastrointestinal como capaces de degradar los péptidos opiáceos derivados de la gliadina. Esto sugiere que al menos algunos de los fenómenos modernos de intolerancia al trigo y los efectos mentales de los opiáceos derivados de la gliadina pueden deberse a la disbiosis o al crecimiento excesivo de pequeñas bacterias intestinales tan prevalente entre las personas en la actualidad.

 Pero, como siempre, no malinterprete esto como si significara que, si se restablece una flora intestinal sana, el trigo debe convertirse en algo bueno para usted, ya que todavía hay demasiados otros componentes no saludables con los que lidiar. 

En resumen: Esa inocente magdalena o bolsa de galletas saladas producen opiáceos que tienen efectos peculiares en el cerebro, las emociones y el comportamiento, con resultados que dependen de su susceptibilidad individual. 

El resultado podría ser depresión, podría ser estimulación del apetito. Sin embargo, a diferencia de tener que tomar un antidepresivo, sedante o antipsicótico, el hecho de no comer trigo y granos relacionados puede representar la cura de esta crisis de opioides en particular.


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