lunes, 1 de julio de 2019

Un Complejo Medicalizador industrial que Gobierna Sin Control la salud

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Os hago una nueva entrega de mis Cartas a Ella. Si en ese enlace hacĆ­a una presentaciĆ³n del proyecto, el segundo texto tratĆ³ sobre el cientifismo como la nueva religiĆ³n a la que quieren convertir a la ciencia

En este caso la joven Ella recibe una carta de su abuelo en la que le cuenta sobre la existencia de un complejo medicalizador industrial.

Estimada Ella,

En una ocasiĆ³n y a raĆ­z de unas publicaciones algo polĆ©micas me preguntaste ¿cuĆ”l es el vĆ­nculo entre industria, mercado y polĆ­tica sanitaria?

 La financiaciĆ³n de los sistemas sanitarios, la creaciĆ³n de mercados de salud y los avances tecnocientĆ­ficos, en verdad, tienen relaciĆ³n y es necesario entender esas dinĆ”micas para comprender lo que ocurre en la actualidad, que no es otra cosa que el constante avance de eso que podĆ­amos denominar el «complejo de la medicalizaciĆ³n industrial».

Puede parecerte complicado pero no lo es tanto. Te explico. En torno a nuestra salud se ha ido creando una especie de red de empresas que venden tecnologĆ­a para detectar enfermedades, material para las operaciones o medicamentos. 





Esas compaƱƭas, con el tiempo han ido adquiriendo mucho poder por su peso econĆ³mico y eso permite a sus responsables tener una capacidad de influencia muy por encima de otras empresas e incluso de otros sectores.

Las multinacionales farmacĆ©uticas y de tecnologĆ­a sanitaria ejercen esa influencia sobre polĆ­ticos predispuestos ideolĆ³gicamente y, tambiĆ©n sobre profesionales de las universidades y lo que se denominan lĆ­deres de opiniĆ³n porque sus palabras llegan a muchas personas, son muy escuchados. 

Y tambiƩn sobre investigadores y profesionales sanitarios de todas las ramas y a quienes forman las asociaciones de enfermos y a los funcionarios. Llegan a casi todas partes del Ɣmbito de la salud y la sanidad.

Ella, el poder no es malo pero por no sĆ© quĆ© extraƱa circunstancia en nuestra sociedad se ha visto que, por lo general, quien lo tiene lo usa para mal, en vez de utilizarlo para hacer el bien. 

Ese complejo industrial en torno a nuestra salud y enfermedad ha conseguido que sean los intereses comerciales de las farmacƩuticas y sanitarias los que han prevalecido sobre las necesidades de salud de las poblaciones. Y sucede en todo el mundo pues su poder se ha hecho global.

Ahora, mi pequeƱa, deseo que conozcas algo de la historia de ese enorme poder. Pero antes quiero decirte una frase de un escritor, George Orwell, que nos advirtiĆ³ con sus libros sobre que

en una Ć©poca de engaƱo universal, decir la verdad es un acto revolucionario».

Ella, es importante que conozcas algunas verdades pues si estƔs bien informada puedes gobernar mejor tu vida y con tus elecciones conseguir que algunas cosas cambien.

Fue pasada la mitad del siglo pasado, el XX, cuando un presidente de Estados Unidos, ya entonces el paĆ­s mĆ”s poderoso del mundo, Dwight «Ike» Eisenhower, llamĆ³ la atenciĆ³n sobre el inusitado poder polĆ­tico-econĆ³mico que habrĆ­a conseguido lo que denominĆ³ como «el complejo militar industrial». Estaba formado por la potente industria armamentĆ­stica y el estamento militar americano.

Unos lustros mĆ”s adelante empezĆ³ a aludirse a otro complejo referido al sector sanitario que tambiĆ©n alcanzarĆ­a importantes cotas de poder. Arnold Relman, mĆ©dico internista y profesor de medicina, en su discurso a la Massachussets Medical Society, le llamarĆ­a «el nuevo complejo mĆ©dico-industrial». Ɖste lo conformarĆ­an la poderosa industria farmacĆ©utica y de tecnologĆ­a mĆ©dica, junto a instituciones sanitarias diversas, profesionales, directivos y otros agentes sanitarios relacionados con aquella.

Este «complejo» sustenta un gran emporio econĆ³mico y ademĆ”s ejerce una influencia decisiva en aspectos tan trascendentales como la investigaciĆ³n, la formaciĆ³n y la asistencia mĆ©dica1. Los citados «complejos», el militar y el farmasanitario, son hoy los dos mĆ”s influyentes del planeta.

Una de las cosas que hacen es lo que se denomina lobby, que es una palabra que procede del inglƩs y significa vestƭbulo, ahora te cuento porquƩ pero antes es bueno que sepas que un lobby es un grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses, es decir, un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir para promover decisiones favorables a ese sector concreto de la sociedad.




A finales del siglo XVIII, el acceso a los ciudadanos a la CƔmara de los Comunes de Inglaterra estaba prohibido, por lo que se celebraban reuniones con los diputados en los pasillos o en las salas de espera del Parlamento, denominadas en inglƩs lobbies.

El acceso de los poderosos a los polĆ­ticos, que son los que gobiernan, es antiguo pues. En la actualidad, el complejo mĆ©dico industrial ha extendido sus redes mĆ”s allĆ” de las instituciones polĆ­ticas e intenta influir en todos los entes que tengan que ver con su actividad. 

Lo que estĆ” en juego es la propia democracia, el sistema que nos hemos dado los ciudadanos para que sean los polĆ­ticos los que gobiernen en nombre de la poblaciĆ³n.

El problema es que cuando un complejo como el que tratamos extiende tanto sus influencias al final no sabes bien quiƩn gobierna, si los polƭticos elegidos por la gente o el complejo.

Se produce entonces un conflicto de interƩs, lo que es bueno para la gran industria no lo es para la sociedad.

Ella, los conflictos de interĆ©s estĆ”n muy extendidos (puede incluso que sean inevitables). Por ejemplo, la formaciĆ³n sobre medicamentos y novedosas tĆ©cnicas sanitarias corren a cargo de las empresas que producen esos fĆ”rmacos y tecnologĆ­as.

Poco a poco el complejo ha ido haciendo esa labor. Se profundiza asĆ­ en el adoctrinamiento pues tiende a obviarse la informaciĆ³n que es sustituida por la propaganda para inculcar determinados valores o modos de pensar en las personas a las que van dirigidas, mĆ©dicos en este caso. Una cosa es informar, de lo bueno y de lo malo de un medicamento y otra cosa es presentar sĆ³lo la parte beneficiosa de una terapia o un enfoque mĆ©dico.

A travĆ©s de su constante y sistemĆ”tico acercamiento a los mĆ©dicos el complejo medicalizador consigue definir las enfermedades que nos asolan, les enseƱa a diagnosticarlas segĆŗn sus intereses y pone a su disposiciĆ³n los tratamientos que produce. 

AdemĆ”s, genera entre quienes tienen la capacidad de extender una receta la idea de que sĆ³lo existe un modo de entender la salud, el que dicta el gran lobby farmasanitario. Lo demĆ”s, como no estĆ” en ningĆŗn sitio porque el complejo estĆ” en todas partes, no existe.

Cuando enfermas, Ella, te asaltan muchas dudas, si la enfermedad es grave te ataca el miedo y puedes sentir soledad. Pocas cosas entonces hay tan reconfortantes como conocer a otras personas que padezcan tu misma enfermedad. Para ello existen las asociaciones de pacientes de una dolencia, organizaciones de personas que padecen cƔncer o diabetes, por ejemplo.

El problema de nuevo son los conflictos de interĆ©s que te explicaba. Para una persona que ha perdido la salud es muy interesante que otros seres humanos en su situaciĆ³n le aconsejen sobre terapias o tratamientos, les recomienden mĆ©dicos y centros de salud o les ofrezcan otras informaciones sobre cambios en el estilo de vida, por ejemplo y otras cosas que puede hacer para estar mejor.

Pero para el complejo tambiĆ©n es muy interesante llevarse bien con ese tipo de asociaciones pues asĆ­ pueden influir en la informaciĆ³n que ofrecen a quienes llegan con su mismo problema y como te he comentado, no es verdadera informaciĆ³n sino propaganda. Se ha convertido en normal que las empresas del lobby farmasanitario den dinero a las asociaciones de pacientes.

Les pagan sus pĆ”ginas web o sus medios de comunicaciĆ³n con los enfermos, participan en actos pĆŗblicos con ellas y otras acciones que son un marketing perfecto para las empresas porque dan a conocer no sĆ³lo la enfermedad sino el enfoque que interesa a sus patrocinadores.

Hace poco tiempo leĆ­ sobre un estudio que refleja que el 83% de las asociaciones de pacientes de alguna enfermedad en Estados Unidos (EE.UU.) reciben contribuciones econĆ³micas de las compaƱƭas farmacĆ©uticas. En un tercio de los Ć³rganos de gestiĆ³n de esas entidades se encontraron ejecutivos o ex de farmacĆ©uticas.

Enfermos e industrias tienen intereses muy distintos, los laboratorios quieren dar a conocer sus medicamentos y quĆ© mejor que una asociaciĆ³n de enfermos de una patologĆ­a a la que va destinada tu fĆ”rmaco para promoverlo. 

Los pacientes ligados por sus asociaciones al complejo industrial son Ćŗtiles para hacer presiĆ³n a los polĆ­ticos y que den vĆ­a libre con rapidez a un nuevo tratamiento en investigaciĆ³n.

TambiĆ©n para intentar que las administraciones paguen lo que piden las farmacĆ©uticas por un medicamento de reciente introducciĆ³n en el mercado. Como ves Ella, tras la sinceridad de la cara amable de quien te atiende en una de esas asociaciones puede estar oculta toda una estrategia para manipular a personas sobre su enfermedad y cĆ³mo vivir con ella o superarla.





Mi querida nieta, todo este panorama que te describo no ayuda a confiar en el modelo establecido. Pareciera que las personas sĆ³lo somos mĆ”scaras tras las cuales estuvieran los verdaderos amos de nuestra salud y vidas.

Uno de los ejemplos clave para entender hasta dĆ³nde llegar el poder de este complejo que ahora te describo es el control de los organismos que han de velar por la calidad de los medicamentos que consumimos.

La UniĆ³n Europea posee la llamada Agencia Europea de Medicamentos(EMA) que ejerce el control de los fĆ”rmacos que tomamos. Pero Ella, ¿cĆ³mo puede controlar los tratamientos de una industria que es su principal cliente?

Me explico. La industria farmacĆ©utica paga para que los empleados de la EMA revisen la documentaciĆ³n que les presentan y recomienden o no la aprobaciĆ³n de fĆ”rmacos.

 Estas agencias (ademĆ”s de la europea cada paĆ­s tiene la suya) son «mantenidas» por la industria que estĆ” encantada de que sea asĆ­ pues en nuestra sociedad quien paga manda y ese control del complejo sobre la instituciĆ³n pĆŗblica le da cierta garantĆ­a de que sus medicamentos logran salir al mercado y es mĆ”s difĆ­cil retirarlos si luego se descubre que alguno provoca daƱos.

No sĆ© quĆ© piensas tĆŗ de todo esto pequeƱa. A mĆ­ no me parece mal cobrar a la industria por este concepto, lo que habrĆ­a que hacer es reforzar los mecanismos de transparencia e independencia de las agencias reguladoras pues la poblaciĆ³n puede tener la tentaciĆ³n de pensar que trabajan para las llamadas Big pharma -el conjunto de grandes laboratorios- cuando su misiĆ³n es garantizar que sĆ³lo se venden los medicamentos necesarios, eficaces y seguros.

En estas instituciones tambiĆ©n puede encontrarse a gente «de las industrias», lo que refuerza la idea de “complejo”. No hace mucho que la agencia de medicamentos estadounidense establecĆ­a que como mĆ”ximo el 13% de los consejeros podĆ­an tener vĆ­nculos con la industria. 

Es decir, entre quienes deciden estĆ”n las empresas a las que hay que regular. Es como poner al zorro a cuidar de las gallinas ¿no te parece?

Pero bueno, ya continuaremos escribiendo sobre esto.

Hasta pronto pequeƱa.


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