martes, 21 de septiembre de 2010

Los Peligros de fumar Cigarrillos Electrónicos


Farmacias, herbolarios, centros comerciales y, cómo no, internet. Cada vez son más las personas que se apuntan a la moda del cigarrillo electrónico.

Bajo un aspecto muy similar al de los pitillos convencionales, se esconde una batería y una recarga con o sin nicotina, aderezada con diversos aromas (vainilla, menta, tabaco...) y otros ingredientes.

Pero, ¿es una alternativa segura? ¿Ayuda a dejar el hábito de fumar? Pues, por el momento, parece que ni lo uno ni lo otro.

En 2009, la agencia estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) analizó varias marcas de estos e-cigarrillos y alertó de la presencia de sustancias cancerígenas (nitrosaminas, por ejemplo) y tóxicas (como el dietilenglicol, que es un anticongelante).

Todo ello, sin olvidar la nicotina que, según afirma Juan Antonio Riesco Miranda, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), no siempre aparece reflejada en la composición de las recargas.

Precisamente, hace poco más de una semana, la FDA dio un paso más allá y alertó a cinco compañías fabricantes de estos dispositivos, a las que acusa de incumplir la ley:

"Realizan afirmaciones no probadas y recurren a prácticas de fabricación inadecuadas". Y las insta a "cooperar con la agencia para asegurar que estos dispositivos son seguros y eficaces en el uso que se les intenta dar".

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también parece andar con la mosca detrás de la oreja, ya que hace dos años advirtió que todavía no hay ninguna evidencia que demuestre la seguridad o la eficacia de estos e-cigarrillos.

De hecho, prohibió usar como reclamo que son una ayuda para dejar de fumar. Para ello tendrían que estar avalados científicamente y cumplir con la legislación que rige al resto de productos aprobados a tal efecto (chicles, parches, comprimidos de nicotina y medicamentos específicos).

En España, como explica el doctor Riesco, especialista en tabaquismo, "los fabricantes de estos productos se acogen a un vacío legal que la Administración debería tener en cuenta". De hecho, no están regulados como medicamentos ni como productos sanitarios.

En una línea similar a la de la FDA y la OMS, este neumólogo recalca que "los datos son muy contradictorios, no se conocen las sustancias que contienen y, por lo tanto, no se puede predecir sus efectos". De hecho, en la actualidad, existen pocos documentos científicos que evalúen los pros y contras de estos cigarrillos electrónicos.

Uno de los más recientes, aparecido en Nicotine and Tobacco Research, destaca que, a la hora de fumarlos, los usuarios necesitan succionar con mayor fuerza. Pero, no existen suficientes datos para aclarar si esta acción es o no perjudicial.

Además del desconocimiento sobre su seguridad, los especialistas en deshabituación tabáquica recalcan su ineficacia como ayuda contra esta adicción. "Tienen un impacto negativo sobre la prevención.

No sólo se asemejan mucho a los cigarrillos sino que mantienen el mismo gesto que se realiza al fumar, lo que no ayuda en absoluto", destaca el miembro de la SEPAR. Y denuncia que no están regulados como apoyo para abandonar el hábito. "Para eso existen tratamientos que tienen mejor precio -los e-cigarrillos oscilan entre los 40 y los 60 euros– y que cuentan con un aval científico», agrega.

Aunque no pueden comercializarse bajo este reclamo, lo cierto es que la mayoría de los usuarios que suelen adquirirlos lo hace, si no para abandonarlo, para reducir el consumo de tabaco.Una intención que se traduce en un marcado aumento de las ventas. O así lo reconoce una farmacéutica madrileña que destaca el éxito del producto que tiene expuesto sobre el mostrador.

Los espacios libres de humo son otra posible utilidad de estos falsos pitillos. Los fabricantes destacan que se pueden usar donde no está permitido encenderse un cigarrillo y, gracias a ello, sobrellevar mejor el mono. Pero, ¿cómo se logra eso si algunos afirman no contener nicotina?

 «No sabemos qué poder fáctico está detrás. Pero, está claro que se sigue confundiendo a la opinión pública», denuncia Riesco

María Sainz El Mundo

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