miércoles, 25 de julio de 2012

Decálogo de la Fiebre

1. La fiebre no es una enfermedad, es un mecanismo de defensa del organismo contra las infecciones, tanto las causadas por virus como por bacterias.

2. La fiebre por sí misma no causa daño cerebral, ni ceguera, ni sordera, ni muerte.

3. Algunos niños predispuestos (4%) pueden tener convulsiones por fiebre, pero el tratamiento de la fiebre no evita estas convulsiones. Nunca se deberían dar medicamentos para bajar la fiebre con este propósito.

4. Hay que tratar los niños febriles sólo cuando la fiebre se acompaña de malestar general o dolor. El ibuprofeno y el paracetamol tienen la misma eficacia para tratar el dolor y su dosificación debe realizarse en función del peso del niño y no de la edad. La combinación o alternancia de ibuprofeno y paracetamol no es aconsejable.

5. El uso de paños húmedos, friegas de alcohol, desnudar a los niños, duchas, baños… para el tratamiento de la fiebre está desaconsejado.

6. No abrigar ni desnudar demasiado al niño con fiebre.

7. El niño con fiebre debe estar bien hidratado. Hay que ofrecer frecuentemente líquidos y procurar que éstos tengan hidratos de carbono (zumos de frutas, batidos, papillas, etc.).

8. Está desaconsejado el uso de paracetamol o ibuprofeno tras la vacunación para prevenir las reacciones febriles o locales.

9. Ni la cantidad de fiebre ni el descenso de ésta tras administrar ibuprofeno o paracetamol sirven para orientar sobre la gravedad de la infección.

10. Debe vigilar signos de empeoramiento y consultar con carácter urgente si su hijo presenta:

•Manchitas en la piel, de color rojo oscuro o morado, que no desaparecen al estirar la piel de alrededor.

•Decaimiento, irritabilidad o llanto excesivo y difícil de calmar.

•Rigidez de cuello.

•Convulsión o pérdida de conocimiento.

•Dificultad para respirar (marca las costillas y hunde el esternón, se oyen como silbidos cuando respira, respiración muy rápida, agitada, etc.).

•Vómitos y/o diarrea persistentes o muy abundantes que causen deshidratación (lengua seca, ausencia de saliva, ojos hundidos, etc.).

•Si no orina o la orina es escasa

•Siempre requiere consulta urgente la fiebre en un niño menor de 3 meses.

PD: Elaborado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP).


Decálogo de la fiebre (2ª parte)

Ayer me comprometí en los comentarios de la entrada a aclarar alguna duda o matizar alguno de los 10 "mandamientos" que quedan reflejados en el decálogo de la fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Asimismo me "mojaré" con mis opiniones personales y con lo que yo recomiendo habitualmente en las consultas, centrándome en los aspectos que parecen más polémicos.

La fiebre es el principal motivo de consulta en Urgencias y con frecuencia alarma a las familias y no en pocos casos, también a los profesionales. Sin haber participado en la redacción de este decálogo mi visión es que se ha intentado redactar teniendo en cuenta por un lado qué dice la evidencia científica y por otro lado intentando seguir el principio de "primum non nocere", es decir, que lo primero sea no hacer daño (e intentar que tratar la fiebre no acabe causando efectos adversos indeseados). También creo que se parte de la premisa que la principal causa de la fiebre en los niños son los virus y que por tanto la mayoría de enfermedades que originan fiebre, no van a ser "peligrosas".

En cuanto a la fiebre, en más de una ocasión he comentado, que lo más importante es la valoración del estado general y no el nivel de temperatura en sí mismo. Por eso se indica tratar la fiebre en función del malestar y/o del dolor. Habitualmente cuando la fiebre es elevada, hay malestar y ése será el motivo para tratarla. No en pocas ocasiones uno se da cuenta de que su hijo tiene fiebre porque empieza a quejarse o a estar poco activo y no porque cada día les pongamos el termómetro de forma rutinaria. De esa manera, lo más conveniente es continuar valorando cómo está, más que continuar termometrando de forma horaria.

La fiebre asusta bastante. Se ha llegado a acuñar el término de fiebrefobia para expresar este temor. La perseverancia en mantener una situación afebril hace que a veces se opte por alternar los antitérmicos. La alternancia de antitérmicos está en el imaginario colectivo, seguramente alentada por los pediatras. Sobre este tema se ha escrito bastante en la literatura pediátrica. Reconozco que también ha habido "modas" (ahora sí, ahora no). La no recomendación de alternar va en la línea de tratar sólo la fiebre cuando es sintomática y de no hacer daño: el uso de dos fármacos, que además tienen una posología diferente, da lugar a mayor riesgo de equivocaciones y de intoxicaciones accidentales. De esta manera, la consigna que yo suelo dar es utilizar uno de los antitérmicos y utilizar el otro, a modo de "rescate" en caso necesario.

Los antitérmicos suelen estar sobrevalorados en su capacidad para bajar la fiebre. A veces tienen un efecto más bien discreto y la fiebre acabará cediendo por sí misma y haciendo su curva de subida y bajada independientemente de que la intentemos combatir. Igualmente es bueno conocer que el nivel de temperatura no se correlaciona con el nivel de gravedad de la enfermedad que provoca la fiebre.

En cuanto a las convulsiones febriles, ciertamente ni tienen correlación con el nivel de temperatura, ni tienen correlación con el tratar o no la fiebre. La presentación típica es la aparición al inicio del cuadro febril, cuando nadie sabe que ese niño está con fiebre o va a tener fiebre porque apenas hay síntomas. Lamentablemente las convulsiones febriles son difíciles de prever y de prevenir farmacológicamente (salvo con medicamentos antiepiléticos, que no están recomendados de forma generalizada).

En algunas ocasiones he recomendado medidas físicas contra la fiebre (baños de agua tibia). Pero es verdad que tienen una eficacia limitada y transitoria y tal como explica una mamá en un comentario de ayer, a veces provocan reacciones desagradables en los niños. Con frecuencia se utilizan temperaturas muy frías y poco convenientes. Me parece una medida que puede mejorar el confort en ciertos casos puntuales, siempre que el contraste de temperaturas no sea muy exagerado.

Ante la fiebre, a veces queremos hacer muchas cosas, tenemos la sensación -padres y pediatras- de que debemos actuar y con frecuencia nos olvidamos de que la fiebre es un mecanismo de defensa contra la infección y que lo bueno es en realidad, que la fiebre exista.


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