El ideal de una vida sin consumo ni dinero moviliza a
jóvenes argentinos, muchos de clase media, que buscan sus alimentos
entre los residuos, se nutren en huertas urbanas y regalan lo que no
necesitan.
Ariel Rodríguez Bosio dice que se tiran a la basura 1.300 millones de toneladas de alimentos en buen estado por año. /AFP
“Procuro vivir sin dinero. Procuro sembrar una nueva sociedad y
dejar de alimentar tanto como pueda a esta vieja sociedad de la
inequidad”, dice a la agencia AFP Ariel Rodríguez Bosio, de 34 años, que
se define como ‘freegano’, una mezcla de vegano (que no comen animales
ni sus derivados) y ‘free’, libre en inglés.
Este joven atlético de
mirada profunda, que viste ropa deportiva sin marca, usa limón como
desodorante y desiste del teléfono móvil y la televisión, explica que en
el ‘freeganismo’, se busca “gastar lo menos posible y dejar de depender
del sistema de consumo, aprendiendo a ser autogestivos”.
“El freeganismo no es vivir de las sobras de los otros sino de las
obras de la naturaleza”, sintetiza antes de salir a ‘freeganear’, según
el neologismo que incorporó a su vida cuando hace tres años y medio
prácticamente dejó de utilizar dinero. El movimiento, nacido en Estados
Unidos, sienta sus bases en 1999 cuando el músico punk Warren Oaks
escribe el planfleto “¿Por qué freegano?”, en el que define la práctica
como “una ética anticonsumista de la alimentación” basada en la
recuperación de residuos.
La necesidad de Bosio de “desapegarse de las cosas” está a la vista
en su departamento a metros de una estación de tren en Liniers, un
barrio de clase media baja en el límite oeste de la capital federal,
donde el mayor lujo es un gran ventanal con vista abierta desde lo alto
sobre las vías. Este instructor de Kung Fu y Tai Chi Chuan, que tuvo una
empresa de servicios de albañilería, electricidad, herrería y
carpintería, sale a diario acompañado por su perro a recorrer el barrio.
Revisa los tarros de residuos para recuperar todo lo que puede ser
usado o comido, se trepa como mono a un árbol de paltas para llevarse
sin dinero un tesoro que le ofrece la naturaleza y los verduleros le
guardan la mercadería sin vender, que de otro modo tirarían.
“Tenemos un sistema de vida de escasez donde el que no tiene dinero
no come y de hecho mueren de hambre dos personas por segundo en el
mundo, mientras paralelamente se tiran a la basura 1.300 millones de
toneladas de alimentos en buen estado por año”, advierte Bosio. El
computador de este joven fundador de la ONG Arco Iris Universal, con
casi 3.000 seguidores en la red social Facebook, es el único bien de
consumo que admite porque le sirve para difundir las bondades de la
‘alimentación viva’, vegana y cruda, y la medicina natural, además de
promover las ‘gratiferias’, sus ferias gratuitas.
“Llevate lo que quieras”
Varios de los seguidores de Ariel desafían el frío invernal en el Parque
Centenario, en el centro de la capital federal, donde extienden grandes
mantas para exhibir ropa, libros o discos que cualquiera puede
llevarse. “El lema de la gratiferia es ‘Trae lo que quieras o nada y
llévate lo que quieras o nada’. Es para concientizar que en el mundo hay
abundancia de objetos y que en realidad hay que compartirlos y no
consumirlos”, destaca Diego Belossi, un ‘gratiferiante’ de 33 años.
Federico Rizzo, un vegano de 19 años que estudia naturopatía
(medicina natural) y cursa la carrera de chef en ‘alimentación viva’,
regala empanadas (masa con relleno) vegetarianas que él mismo preparó.
No hay estadísticas sobre cuánta gente sigue estas prácticas en
Argentina pero aseguran que son “cada vez más” y que las gratiferias “se
están difundiendo muy rápidamente en todo el mundo”.
En el límite norte de la ciudad, se encuentra “La Huerta de
Saavedra”, donde Guido Schiavo, un ecologista, vegetariano y viajero de
24 años, da clases gratuitas de jardinería, entre otras actividades que
ofrece la cooperativa cultural que funciona en ese lugar. “La gente se
acerca en búsqueda de un poco de aire. Hay una idea de base que es que
el sistema capitalista no es sustentable”, dice a la AFP.
La huerta urbana funciona en un terreno con historia propia ya que
era un baldío que fue recuperado por vecinos en plena crisis de 2001 y
que fue utilizado como sede de una cooperativa de ‘cartoneros’,
hurgadores de basura dedicados ellos a recuperar cosas entre los
residuos, pero motivados por la necesidad económica y el hambre, más que
por una filosofía de vida. “Ni siquiera propongo una gran revolución
sino cambiar de hábitos de consumo”, dice Schiavo, un desafío que parece
utópico en Argentina, país productor mundial de alimentos, donde la
carne vacuna es central en la alimentación con un consumo de 53kg per
cápita al año.
FREEGANISMO: CREATIVIDAD PARA SOBREVIVIR
El Mundo |29 Ago 2012 – 7:02 pm
Creatividad para sobrevivir
Vivir de residuos sanos y limpios
Por: AFP
Fuente: http://filtracionesdelasalud.wordpress.com/
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