martes, 24 de septiembre de 2013

Confirman el beneficio de la Siesta durante las horas de colegio


Los niños de 3 a 5 años deberían dormir la siesta en horario escolar para mejorar su rendimiento escolar. Con ese periodo de descanso y de ruptura en su proceso de aprendizaje, refuerzan su capacidad de aprendizaje y de memoria, lo que les permite aprovechar mejor las horas de clase que les restan, asegura una investigación que se publica en la prestigiosa revista The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Se sabe que en los adultos, tener un sueño reparador mejora el aprendizaje al consolidar la información y su almacenamiento. Sin embargo, hasta ahora había pocas evidencias científicas que demostraran que dormir la siesta pudiera tiene un importante efecto en la capacidad de aprendizaje de los niños. Los datos de este trabajo podrían tener importantes implicaciones en los programas de educación de muchos países, entre ellos España, donde se han ido eliminando progresivamente las siestas escolares para los cursos de 3 a 5 años.

Precisamente debido a que algunos programas de educación infantil de EE.UU. están eliminando las siestas escolares para aumentar el tiempo de enseñanza, el equipo de Rebecca Spencer, del Instituto Salk de la Jolla (EE.UU.), trató de determinar si la siesta tenía o no algún beneficio sobre los niños. Así,examinaron en 40 niños, de 3 a 5 años, si tenían algún efecto sobre su rendimiento escolar y su capacidad de aprendizaje. Para ello, valoraron los cambios de su rendimiento gracias a una prueba visual-espacial, muy similar a los juegos de memoria, en los que los niños ven una serie de imágenes y tienen que recordar dónde se ubican las diferentes imágenes.

Sueño nocturno

Explica los investigadores en su trabajo que los niños realizaron la actividad de aprendizaje por la mañana, y llevaron a cabo la prueba de memoria inmediatamente después y, posteriormente, por la tarde, después de haber o no dormido siesta. Los investigadores también evaluaron la memoria de los niños al día siguiente para ver si el sueño nocturno afectaba a su rendimiento escolar. Las siestas duraron un promedio de 77 minutos.

Los resultados mostraron que los niños obtenían resultados similares en las pruebas de memoria cuando se realizaban inmediatamente después del aprendizaje. Sin embargo, los datos variaban cuando la prueba se hacía por la tarde; aquellos que habían dormido siesta obtuvieron los mejores resultados. «Eso significa que cuando se pierden una siesta, no se pueden recuperar sus beneficios durante el sueño nocturno. Parece que hay un beneficio adicional si el sueño se produce durante el periodo educativo».

Y para estudiar el efecto de las fases de sueño y si los recuerdos eran procesados activamente durante la siesta, los investigadores reclutaron a otros 14 preescolares a los que se vigiló durante su sueño mediante polisomnografía. Aquí, observaron una correlación entre la densidad de «sueño husillo», que es la actividad relacionada con la integración de nueva información, y el beneficio sobre la memoria de la siesta.

Más horas lectivas

Los datos, señalan los autores en su trabajo, son especialmente relevantes porque confirman el beneficio en términos de aprendizaje y de memoria de las siestas durante el horario escolar. Y debido a que hay poca información científica en este sentido, los responsables políticos se están planteando eliminar las siestas preescolares por al aumento exigencias curriculares. Spencer subraya que su trabajo confirma que las siestas en el aula favorecen el aprendizaje de los niños en edad preescolar mediante la mejora de su capacidad de recordar. Y el beneficio, apunta la investigadora, «es mucho mayor para aquellos niños que están habituados a dormir siesta, independientemente de su edad».

Y concluye: «el sueño distribuido -en varias fases- resulta crítico en el aprendizaje precoz de los niños, especialmente cuando las reservas de memoria a corto plazo son limitadas -como ocurre en los niños más pequeños- la consolidación de la memoria debe realizarse con frecuencia». Por ello, los autores creen que, independientemente de que hace falta una mayo investigación, se debería replantear la supresión de la siesta en los centros escolares hasta que haya más evidencias científicas.

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