790 científicos enviarán una carta al presidente Enrique Peña Nieto para presionar, con información seria, la prohibición del maíz transgénico en este país.
¿Has sentido alguna vez que el mundo científico está demasiado separado de la realidad? La sensación de que los estudios académicos son disponibles únicamente para los estudiosos de ese ámbito es común. En México, por ejemplo, los medios pocas veces retoman los estudios científicos del país, en cierta medida porque dan más importancia a otros temas, aunque también porque las investigaciones académicas son poco accesibles.
La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad es un grupo que quiere transformar lo anterior. El conocimiento debe de servir a la vida colectiva, que este se genere y quede en abstracción es absurdo. Son casi ochocientos científicos mexicanos los que integran activamente esta idea. Realizan foros, discusiones y conferencias para el intercambio de conocimiento, pero también iniciativas sociales basadas en estudios serios.
Uno de sus proyectos es la carta que enviarán al presidente de la República para exigir la prohibición de la siembra y comercialización de maíz transgénico. En solo una semana han acumulado más de mil firmas, pero el camino es largo pues se han propuesto reunir un millón. Esta es una iniciativa que, además de generar conciencia en la sociedad sobre la nocividad en esta práctica, ejercería presión política basada en información científica.
El maíz tiene un significado profundo en la identidad mexicana, el cultivo de transgénicos contamina las especies naturales, generando la pérdida en la pureza de las semillas. Las empresas de semillas transgénicas han incurrido en prácticas criminales como demandar a los campesinos por uso de sus semillas cuando sus cultivos fueron contaminados por el aire. Aunque en México solo se han realizado cultivos experimentales y hasta ahora se impide la siembra transgénica para comercialización, es el segundo país en Latinoamérica con más contaminación de este tipo.
Los científicos esperan el apoyo social para enviar la carta y frenar esta práctica que, entre otras consecuencias, provoca que la producción mundial de alimentos pertenezca a pocas empresas, las cuales, por cierto, además han bloqueado estudios sobre los efectos secundarios por la ingesta de alimentos transgénicos.
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