Prácticamente pocas horas después de una publicación de ElSevier que anunció mediante un extracto un presunto estudio desconocido y que desde cualquier ámbito y examen es un trabajo aun no publicado, la Farma Prensa mundial se hace eco de una nueva mentira sin fundamento científico. “Que las vacunas no causan autismo”.
Digo esto, porque mientras los farma medios dieron la noticia sólo el abstract estaba online. Es decir un resumen, un abstracto que no presenta evidencia de ninguna índole.
El estudio sin publicar apareció todos los titulares como una afirmación científica: Que, “las vacunas no causan autismo”. En la revista Vaccine: Vaccines are not associated with autism: An evidence-based meta-analysis of case-control and cohort studies Luke E. Taylor, Amy L. Swerdfeger, Guy D. Eslick ( Las vacunas no se asocian al autismo según evidencia de un meta-análisis de caso-control realizado por Luke E. Taylor, Amy L Swerdfeger, y Guy Eslick)
Es impresionante como mienten los medios, y no se puede agregar demasiado a la citación, porque los medios masivos faltan a la ética profesional dando por sentados dos puntos fundamentales: 1) Que el estudio existe. 2) Que es honesto. El estudio que la prensa citaron para proclamar que “las vacunas no causan autismo” no había sido publicado en la revista “científica” que lo promocionó en primera instancia.
Así que, sin pruebas, y con extremo apuro, los medios de des-información masivos reproducen el resultado “positivo” de un presunto estudio sobre autismo y vacunas realizado por una entidadperteneciente a los mismos propietarios de los laboratorios que producen vacunas.
De más está decir que nadie lee, ni cuestiona, sólo repiten como robots publicitarios de la Industria una falacia tras otra.
Veamos un ejemplo:
Está titulado “Un estudio sobre 1,3 millones de niños da carpetazo a la falsa relación entre vacunas y autismo”, como verás suena impactante, pero ¿cuántos verán el artículo o se interesarán por pensar un instante el tamaño del engaño de este título?
A primera vista suena que unos investigadores tomaron más de 1.000.000 de niños y los vacunaron para saber si aparece el autismo ¿no? La respuesta es que NO tomaron ni un solo niño para este estudio. Lo que hicieron fue revisar 5 estudios dónde se analizó la relación entre autismo y vacunas, agregando 5 estudios que sirvieron de casos controles….
Asumo que ya empiezas a adivinar que no repararon absolutamente en ningún estudio que prueba lo contrario.
Sigue la nota de los medios:
“En total, revisaron más de un millar de estudios, y tras poner el foco en los más robustos y completos, la conclusión es diáfana: “Este meta análisis no proporciona ninguna evidencia de una relación entre las vacunas y el autismo o los trastornos del espectro del autista y, por tanto, defiende que se continúe con los programas de inmunización de acuerdo con las directrices nacionales”.
¿Millar de estudios? No estimado lector solo 5 y 5 como controles.
Lo que los autores realizaron fue un Meta-análisis de los estudios. Poniéndolo en simple, un análisis de los análisis que realizaron las 10 investigaciones en total. Y cómo ya saben, los laboratorios de vacunas controlan las editoras de publicaciones “cientificas” y no permiten estudios que los vinculen al autismo, por eso no es posible encontrarlos en medios “oficiales” o “famosos”.
Entonces, sin estudios reales e independientes de la industria, aunque utilicen un millón de estudios realizados y pagados por los fabricantes de vacunas… nunca expondrán el vinculo entre vacunas y autismo, ni mucho menos.
Lo que vemos no es más que otro ardid de las Corporaciones farmacéuticas y los científicos cómplices para engañar a todos e introducirles vacunas nocivas.
Pero veamos por qué los Meta Análisis no son confiables:
Una primera crítica metodológica al meta-análisis consiste en intentar una combinación estadística de resultados que provienen de estudios que exhiben una gran variabilidad (heterogeneidad) entre ellos. Esta no es una dificultad exclusiva del meta análisis, ya que es compartida por toda investigación clínica (especialmente los estudios multicéntricos), donde la amplia variedad de características inherentes a los sujetos de estudio hace necesario diseñar un protocolo uniforme, realizar un riguroso proceso de selección de los sujetos de estudio y posteriormente efectuar un análisis cuidadoso de la influencia sobre los resultados de los casos extremos. Esto se hace particularmente difícil al integrar evidencia derivada de numerosos estudios que fueron a su vez realizados en distintos contextos, con diseños variados, incluyendo sujetos diferentes en cuanto a características sociodemográficas o de gravedad de la enfermedad, comparando con grupos testigo diferentes. También podemos observar heterogeneidad midiendo resultados o efectos distintos; esto es, cuando los estimadores de efecto de los diferentes estudios individuales van en direcciones opuestas, o que un estudio no encuentre un efecto y otros encuentren un efecto de magnitud muy importante.
Y he aquí dónde se basa la falta de seriedad de los autores, en lo denominado “sesgo de publicación”, es decir, la publicación selectiva de estudios en base a sus hallazgos, representa un riesgo para la validez de cualquier meta-análisis.
Es bien sabido que muchos trabajos de investigación terminados no llegan a publicarse. Esto es más frecuente cuando el resultado del ensayo es “negativo”, es decir, cuando no se demuestran diferencias significativas entre los grupos comparados o bien cuando es desfavorable a un nuevo fármaco. En estos casos, el investigador y el patrocinador del ensayo (generalmente una compañía farmacéutica) suelen tener menos interés en preparar un artículo para publicar. Por otra parte, los directores de revistas médicas tienen más tendencia a rechazar su publicación, porque los resultados “negativos” no suelen ser noticia. También se ha comprobado que los estudios en los que no se hallan diferencias significativas tardan más tiempo en ser publicados. Por estos motivos, los meta-análisis que sólo incluyen los trabajos publicados sobre la cuestión objeto de estudio tienden a dar un resultado sesgado. También puede ocurrir que un mismo estudio haya sido publicado más de una vez, en formas aparentemente diferentes; la publicación duplicada también puede introducir un sesgo, que favorece la tendencia de los resultados de los estudios que han sido objeto de publicación duplicada.
Además, se ha comprobado que en una proporción importante de meta-análisis se ignoran los trabajos publicados en idiomas distintos del inglés, y se ha visto que la proporción de estudios “negativos” es mayor en otras lenguas. Dada su naturaleza, es muy difícil impedir el sesgo de publicación, o por lo menos hacerse una idea de su magnitud.
En resumen, no es más que otro engañosos fraude de la “ciencia” médica en contra de la población.
El estudio concluye varios disparates, dónde el principal es: “No existe vínculo entre la vacunación y el autismo”, cuando en realidad debería decir: EN LOS ESTUDIOS QUE SELECCIONAMOS (5 y 5 como controles), CUYO OBJETIVO NO ERA VER LA INCIDENCIA DEL AUTISMO, TERMINAMOS CONCLUYENDO QUE NO SE REPORTÓ TAL RELACIÓN.
La pregunta para estos títeres que se llaman “científicos” es por qué el autismo en 1975 tenía una incidencia de 1 cada 5.000 nacimientos, en 2013 1 cada 50 nacimientos, con una proyección hacia el 2022 de 1 autista cada 9 nacimientos.
Carlos Amodei PhD / BWN Argentina
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