Un nuevo estudio dirigido por científicos del Instituto Weizmann, revela por primera vez que nuestros relojes biológicos funcionan en conjunto con las poblaciones de bacterias que residen en nuestros intestinos, y que estos microorganismos varían sus actividades en el transcurso del día.
Los ciclos de vigilia y sueño de nuestra especie – medidos en forma de millones de años de evolución – “se volvieron de cabeza” en un solo siglo con la llegada de la luz eléctrica y los aviones.
Como resultado, millones de personas interrumpen regularmente sus relojes biológicos – por ejemplo, los trabajadores con turnos rotativos y aquellos que viajan en avión frecuentemente- son personas reconocidas por estar en alto riesgo de sufrir este tipo de enfermedades metabólicas comunes como la obesidad, la diabetes y las enfermedades del corazón. Los hallazgos muestran que los ratones y los seres humanos con las interrupciones del ciclo del sueño muestran cambios en la composición y la función de las bacterias intestinales, lo que aumenta el riesgo de obesidad y la intolerancia a la glucosa.
Un consenso ha ido creciendo en los últimos años sobre las poblaciones de microbios que viven dentro y sobre nuestros cuerpos, que funcionan como un “órgano” extra que tiene repercusiones de gran alcance sobre nuestra salud.
Christoph Thaiss, un estudiante de investigación en el laboratorio del Dr. Eran Elinav del Departamento de Inmunología del Instituto Weizmann, encabezó esta investigación sobre los ciclos diarios de las bacterias intestinales.
Trabajando en conjunto con David Zeevi en el laboratorio del Prof. Eran Segal del Departamento de Ciencias de la Computación y Matemática Aplicada, y Maayan Levy del laboratorio de Elinav, se encontraron con un ciclo día-noche normal, tanto en la composición como en la función de ciertas poblaciones de bacterias intestinales en ratones. A pesar de vivir en la oscuridad total del sistema digestivo, los microbios intestinales fueron capaces de medir el tiempo de actividad de los ciclos de alimentación del ratón, coordinando las actividades microbianas diarias a las de su anfitrión.
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