¡Oh, no! Hay muchas, muchísimas cosas que hacemos mal (a diario) sin saberlo, ya sea por costumbre, porque alguien nos dijo que es bueno o porque se ha generalizado.
Beber agua es sano pero sin pasarse. Dos litros y medio al día, contando lo que aportan los alimentos.
Laura Muñoz, del Grupo Hospitalario Quirón, nos saca del error y nos explica cómo realizarlas correctamente:
Tomar café al despertar: El cuerpo dispone de un reloj interno que se encarga de aumentar el grado de alerta a primera hora de la mañana con el incremento de la producción de cortisol.
Estos niveles van disminuyendo en las horas posteriores, por lo que resulta más efectivo posponer el consumo de café dos o tres horas tras levantarse.
Lavarse mucho: El agua rompe el manto lipídico y la capa córnea que protegen la piel, y causa que esta se deshidrate. Para evitarlo, lo mejor es lavarse las manos un máximo de cinco veces, ducharse una única vez al día, incluyendo el pelo, al contrario de lo que se pueda pensar, el cabello no se pudre si se lava a diario, y emplear productos neutros.
Cepillarse los dientes nada mas comer: Si se ha ingerido alimentos con alto contenido ácido (frutas, jugos, vino o café) se deberá esperar 30 minutos para lavarse los dientes. De lo contrario, se expandería el ácido por toda la boca y aumenta el riesgo de sufrir caries.
Hay que dejar actuar a la saliva para que neutralice el pH de lo que se haya comido y haga su labor antiséptica.
Echar la cabeza hacia atrás cuando sangra la nariz: Ante una hemorragia nasal, lo primero que se debe hacer es tapar la nariz presionando la parte superior con los dedos a modo de pinza e inclinar la cabeza hacia delante.
Así se evita la pérdida y se consigue que la sangre drene hacia fuera para evitar tragarla o que pase a las vías respiratorias.
Abrigarse para 'sudar' la fiebre: Cuando se tiene fiebre, hay que evitar tres cosas: abrigarse, bañarse con agua helada y aplicarse alcohol en la piel.
Lo aconsejables es tomar un antipirético y desabrigarse, no completamente, o tomar baños de agua templada para reducir tu temperatura corporal.
Tomar fruta de postre: La fruta tiene un monosacárido denominado fructosa que, ingerido después de comer, provoca un aumento rápido de los niveles de insulina en sangre y hace que todo lo que se comió tenga más facilidad para convertirse en grasa.
Además, en ocasiones produce gases. Lo ideal es separar la ingesta de fruta de las comidas principales.
Beber agua en exceso: Demasiada agua obliga a los riñones a eliminar más líquido y, con él, electrolitos que son necesarios para el organismo, como el calcio, el potasio, el magnesio o el sodio.
Se recomienda beber dos litros y medio al día, pero en esta cantidad se incluyen también los alimentos, por ejemplo, las sopas, los vegetales o los jugos.
Tomar analgésicos al primer dolor: No se deben tomar con demasiada frecuencia porque se puede generar una tolerancia, pero tampoco dejar que el dolor se instaure y aguantar muchos días sin tomar nada, porque luego será mucho más difícil de tratar y se necesitará una dosis doble.
Cruzar las piernas: Esto afecta a la espalda, ya que obliga a cargar todo el peso en un solo lado haciendo que la columna se incline y a los músculos de la cadera, lo que provoca que se salga un poco el hueso del muslo y al levantarte se pueda notar una pierna más larga que la otra.
Procura sentarte siempre con las piernas tocando el suelo, y formando un ángulo de 90 grados tanto en rodillas como en caderas.
Dormir con la televisión o dispositivos electrónicos: Esto disminuye el tiempo y la calidad del descanso. Esto se debe a que la luz que emiten tiene una longitud de onda que dificulta la producción de la melatonina en el cerebro, hormona encargada de inducir y mantener el sueño.
Saltarse el desayuno: Una dieta equilibrada exige 5 ingestas al día: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. El primero te aporta energía para afrontar las tareas de la mañana y evita que comas demasiado en las comidas principales por un apetito excesivo.
Más importante aún es en los niños, ya que no desayunar es, junto al sedentarismo, el riesgo más frecuente que conduce a la obesidad infantil.
Usar zapatos de tacón alto o totalmente planos: Un calzado con tacón muy alto favorece la sobrecarga en el antepié y ayuda a la formación de juanetes, dedos en garra e infecciones de las uñas.
Uno demasiado plano (tipo chanclas o bailarinas) puede ocasionar problemas en la región del talón como durezas, fascitis plantar o tendinitis de Aquiles. Lo ideal es usar un zapato con tacón moderado, anchura adecuada y buena sujeción.
Hacer la dieta de un conocido: A lo hora de ponerse a régimen, es preciso tener en cuenta una serie de factores como el sexo, la edad, las alergias e intolerancias alimentarias y/o enfermedades como la hipertensión o la diabetes, ya que condicionarán el contenido nutricional y calórico.
Por ello, es fundamental no hacer la dieta de otras personas sin la evaluación previa de un médico/nutricionista.
Llevar bolsos grandes: Cuanto más grande más peso, y se suele llevar de forma inadecuada provocando lesiones de hombro y espalda, como tendinitis, contracturas cervicales, dorsalgias y lumbalgias.
Trata de llevar solo lo imprescindible (que no supere el 3% de tu peso) y opta por un bolso en bandolera para llevarlo cruzado.
Usar cualquier sujetador: El 70% de las mujeres no usa el sujetador adecuado y 9 de cada 10 desconoce su talla.
Para evitar que esto afecte a tu salud y a tu higiene postural, ten en cuenta que tu sujetador no debe apretarte (ni dejarte marca), los tirantes han de quedarte rectos y la parte de atrás en posición horizontal, y el aro nunca aplastarte el pecho ni quedar despegado.
Abusar o prescindir de la sal. Reducir su consumo o sustituir este condimento por otros como la cayena, el romero o el orégano te ayudará a cuidar tu salud arterial y la circulación. Lo ideal es cocinar los alimentos con el punto justo de sal.
Dejar lo difícil para el final Si se hace así, hay que saber que intentando evitar lo difícil se logra justo lo contrario: que todo se vuelva aún más complejo. Lo mejor es comenzar por las tareas más arduas: además de transmitir un mensaje de confianza en uno mismo al no evitar el reto, se afronta el resto de tareas con una mayor seguridad (con esa sensación de que lo peor ya ha pasado), y el alivio y la tranquilidad que redundará en un mayor rendimiento general en el día.
Fumar para relajarse. La sensación de alivio y relajación que se experimenta con un cigarrillo se debe tan solo a que calma el síndrome de abstinencia. De hecho, fumar provoca ansiedad. Lo mejor, por salud en general y la de los que rodean al fumador, es dejarlo.
Por Monica De Haro |
https://es.tendencias.yahoo.com/blogs/salud-y-bienestar/tomar-caf%C3%A9-al-despertarnos-y-otras-17-cosas-que-hacemos-al-rev%C3%A9s-103934298.html
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