sábado, 13 de febrero de 2016

Nacimos enteros, no necesitamos una media naranja


Antes o después, cuando nos encontramos con amigos o familiares que no veíamos desde hace tiempo, estos terminan preguntándonos: ¿ya tienes pareja?

Ante nuestra negativa, en su rostro se dibuja una expresión de lástima. Quizá dura tan solo unos segundos pero nuestro cerebro bien entrenado, la detecta. 

Cuando esa experiencia se repite una y otra vez, terminamos teniéndonos lástima. “Después de todo, tantas personas no pueden estar equivocadas”, pensamos en nuestro fuero interno.

Y entonces comenzamos a sentirnos mal porque no tenemos una “media naranja”. Nos preguntamos qué pasa con nosotros, ¿cómo es posible que los demás ya tengan pareja y nosotros no? 

Y comenzamos a ver parejas melosas por todos los sitios, en el parque, en el restaurante, en la televisión… En ese punto algunos comienzan una búsqueda, ligeramente desesperada, a la caza de pareja. Porque aunque antes se sentían completos, ahora creen que les falta algo.

Se han convertido en víctimas del mito de la media naranja o del alma gemela.

El terrible mito de la media naranja y sus consecuencias

John Lennon dijo: “Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas con la responsabilidad de completar lo que nos falta”.

Nuestra felicidad depende exclusivamente de nosotros, no debemos colocarla sobre los hombros de otra persona porque no solo implica ceder el control de nuestra vida sino cargar a alguien con una responsabilidad que no es suya.

Desgraciadamente, a lo largo de los siglos se ha ido conformando la idea de que allá fuera existe una persona que nos complementa a la perfección, que está hecha para nosotros, un alma gemela sin la cual somos seres incompletos e infelices. De hecho, diferentes cuentos infantiles que escuchamos cuando éramos niños confirman esta idea.

El problema es que, cuando encontramos a alguien y comienzan a surgir los primeros problemas, abandonamos porque pensamos que no es la “persona indicada”. No somos conscientes de que la “media naranja” no existe y que los problemas en las relaciones de pareja son pan cotidiano. La diferencia estriba en cómo los encaramos y resolvemos.

Si decidimos que la persona que está a nuestro lado realmente vale la pena, nos esforzamos por encontrar un punto medio. Solo así, a la larga, esa persona se convierte en alguien que nos hace crecer. 

De hecho, las diferencias que surgen en una relación de pareja se convierten en retos que nos permiten crecer. No se trata de que la otra persona nos complemente sino de que nos anime a ir más allá de nuestros límites. No se trata de que la persona que tienes a tu lado haga lo que no sabes hacer sino que te enseñe, para que crezcas junto a él o ella. 

No interesa que nos quieran “mucho” sino que nos quieran bien, y cada día mejor. 

Quiérete y luego quiere

Las personas felices lo son independientemente de que tengan pareja. Es cierto que tener a una persona que nos apoye, nos comprenda y nos ame incondicionalmente es algo precioso, pero no debe ser una condición sine qua non para ser felices. No debemos supeditar nuestra felicidad a encontrar a esa media naranja.

De hecho, si eres infeliz, es probable que lo sigas siendo en la vida en pareja. El secreto radica en amarnos incondicionalmente, para luego amar de igual manera a otra persona. Porque el amor no es la panacea y no llenará los agujeros existenciales del alma.

La relación madura que describió Erich Fromm en su libro “El arte de amar” implica que ambas personas deben ser independientes, completas y felices. Solo así podrán crecer, apoyándose mutuamente.

Obsesionarse con encontrar pareja no es una buena idea. En vez de ello, asegúrate de sentirte bien contigo mismo. Cuando proyectas esa sensación, podrás encontrar a alguien, no para dejar de sentirte solo/a sino para compartir realmente la vida y crecer. De lo contrario, no tiene sentido.

Como colofón, os dejo esta imagen, estad atentos no os suceda algo parecido.


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