Para entender de lo que estamos hablando es necesario explicar que los telómeros son la parte final de nuestros cromosomas y regulan el envejecimiento.
Es como si fueran estos tubitos de plástico que hay al final de los cordones de las zapatillas que hacen que los cordones no se deshilachen.
De esta forma, protegen al ADN de incurrir en daños.
Conforme envejecemos tienden a hacerse más cortos y más débiles haciendo que las células funcionen peor y mueran más rápidamente. Digamos que conforme los telómeros se acortan, nuestra vida también lo hace.
Así, se ha visto que el acortamiento de los telómeros está asociado con un riesgo aumentado de muerte por una gran variedad de enfermedades crónicas frecuentes, como ataque al corazón, cáncer de próstata, de mama, de colon, Alzheimer, diabetes tipo 2 y muchas otras.
Estas enfermedades comparten mecanismos fisiopatológicos comunes en su origen, entre ellos, éste que nos ocupa hoy.
Los telómeros son la parte final de nuestros cromosomas y regulan el envejecimiento
¿Cuál es la buena noticia? Aunque parezca increíble, podemos influir en la longitud de los telómeros; y podemos hacerlo a través de nuestro estilo de vida. De hecho, se ha podido demostrar mediante estudios científicos que un cambio en el estilo de vida en la dirección que se apunta más abajo, aumenta la longitud de los mismos.
En concreto, la intervención consistía en lo siguiente:
Dieta basada en alimentos integrales de origen vegetal (frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y derivados de la soja; todos en su forma más natural y menos procesada posible).
Ejercicio moderado.
Manejo del estrés (meditación, yoga).
Gestión emocional con apoyo grupal.
Después de solo 3 meses de intervención, la actividad de la telomerasa (enzima que repara y alarga los telómeros) había aumentado ¡un 30%! Al cabo de 5 años el grupo control (el que no estaba sometido a la intervención descrita más arriba) había disminuido la longitud de sus telómeros en un 3% (que es lo que ocurre habitualmente).
En cambio en el grupo intervención (los que si habían cambiado su estilo de vida) la longitud de los telómeros aumento un ¡10%! Y además cuanta más adherencia había al programa, mayor era el incremento en la longitud.
Aunque parezca increíble, podemos influir en la longitud de los telómeros; y podemos hacerlo a través de nuestro estilo de vida
Obviamente que esto no quiere decir que vayamos a vivir para siempre, pero ¿a quién no le gustaría morir de viejecito y en las mejores condiciones posibles? Está en nuestras manos recuperar el poder sobre nuestra salud y vitalidad mediante lo que hacemos cada día. Claro que luego la vida dispone pero, ¿no lo afrontaremos mejor si nos sentimos bien?
14/06/2019
Autora: Dra. Eva T. López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Consultora de Nutrición, Macrobiótica y Salud Integral | www.doctoraevalopez.com
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