El buen tiempo permite disfrutar de baños de sol integrales, una práctica saludable que aumenta las defensas y la vitalidad.
Seguro que alguna vez hemos experimentado la grata sensación detomar el sol, y lo hemos expresado diciendo que es agradable sentirlo.
Siempre que se vaya a tomar un baño de sol mi consejo es que se disfrute con él, y que por supuesto no se esté ni un segundo más si la sensación se vuelve incómoda.
A partir de mayo, la mayor parte del tiempo resulta muy agradable disfrutar del sol estando a la sombra.
Esto parece contradictorio, pero en realidad seguimos tomando baños de luz y radiación solar refleja, que también es importante para la salud.
Respetar nuestras sensaciones y disfrutar al hacerlo está por encima de cualquier otro consejo o método de cómo tomarlo.
La primera pauta es, pues, que el sol debe resultar agradable; por eso, si el sol directo no se disfruta, lo mejor es permanecer a la sombra.
APRENDE A APROVECHAR LOS BENEFICIOS DE LOS BAÑOS DE SOL
Notar la placentera sensación de calor que invade el cuerpo nos hace pensar en muchos de los porqués que todavía se plantea la ciencia, sobre la cantidad de energía que el sol puede transmitir a nuestro cuerpo y sobre el hecho de que hoy existan ciertas personas que, según se afirma, son capaces de vivir de esta energía de luz sin apenas tomar alimentos, como recoge P.A. Straubinger en su película Vivir de la luz.
Nuestro cuerpo está diseñado para el contacto a diario con los elementos naturales: el sol, el aire, la tierra y el agua.
Pero muchas personas limitan este contacto. Si bien conectamos con el aire y el agua, el contacto con la tierra y con el sol no es tan frecuente.
Para sentir la importancia del sol en nuestra vida basta con contemplar unos días el amanecer.
Veremos cómo de pronto el azul profundo de la noche abre paso a una gran gama de colores: todo el espectro visible va a ejercer una acción sobre nosotros –se trata de una cromoterapia natural– y lo captamos a través del ojo y de la piel.
Las plantas captan el dióxido de carbono y desprenden oxígeno, y nuestras células cerebrales se dan cuenta de este cambio, produciendo reacciones de liberación de neurotransmisores en cadena.
Esta práctica de ver la luz del sol y respirar al amanecer se utiliza para tratar las depresiones.
EL SOL COMO TERAPIA
La radiación solar actúa en nuestro organismo de varias maneras:
Forma indirecta (la de mayor influencia). Es la que produce el sol modificando nuestro entorno a través de la ionización atmosférica, los campos eléctricos y magnéticos de la Tierra y el efecto de las ondas electromagnéticas.
También las variaciones de actividad solar influyen sobre el organismo induciendo cambios en la coagulación de la sangre y en el colesterol.
Forma directa (inmediata). Es la que produce el sol sobre la retina y la piel.
El sol ejerce numerosos efectos positivos sobre el organismo, como:
Activación de las funciones metabólicas. Incremento del anabolismo celular de la calcemia y de la fosforemia, facilitando la asimilación de calcio a través de la vitamina D.
En particular, sobre la tiroides y las glándulas sexuales.
Estimulación de la musculatura, aun sin hacer ejercicio.
EL ORIGEN DE LA HELIOTERAPIA
La capacidad terapéutica del sol se conoce desde hace siglos y está presente en las culturas médicas que conocemos.
La civilización griega estructuró la helioterapia y la gimnasia (gimnos: "desnudo"), practicando la heliosis en la orilla del mar o la heliasterium en la terraza de las casas, y el movimiento desnudo en los estadios.
Para muchos, el naturópata Arnold Rikli (1823-1906) es el padre de la helioterapia moderna. Autor del libro Medicina natural y baños de sol, fundó en 1855 una clínica en Wolfsberg en la Carintia (Austria) donde se trataban enfermos venidos de todas partes.
El método se fundamentaba en la teoría de que "no hay vida sin aire, ni salud sin sol". Su diferencia con el hecho de tomar solo el sol radica en tres puntos:
Práctica sistemática
Con el cuerpo desnudo
Con fines terapéuticos
Los enfermos en Wolfsberg se levantaban al amanecer y hacían ejercicios al aire libre. Después de este baño de aire tomaban baños de sol boca abajo, entre 20 y 60 minutos.
Luego se les aplicaban baños de temperatura gradualmente más fría, duchas Kneipp y masaje.
A comienzos del siglo XX, Auguste Rollier, médico suizo (1874-1954), instaló en Leysin la primera clínica destinada exclusivamente a la cura solar de la tuberculosis quirúrgica.
Cuando llegaba el enfermo, lo primero que se hacía era acostumbrarlo a vivir constantemente al aire libre (de 3 a 10 días).
Una vez logrado este objetivo se le habituaba al baño de sol, hasta que la piel adquiría el color achocolatado. Entonces era cuando empezaba el verdadero tratamiento helioterápico.
Rollier publicó más de 154 trabajos científicos sobre helioterapia y fue de los primeros en emplear la fotografía como prueba de las virtudes de su terapia.
Dejó documentación sobre sus efectos curativos.
Numerosos estudios revelan los efectos saludables del sol: aumento de la ventilación pulmonar, de hematíes, leucocitos, hemoglobina, anticuerpos y de sustancias defensivas plasmáticas, y mejora de la irrigación sanguínea periférica.
Otros, realizados entre determinados grupos de población, como los mineros, señalan que tras recibir baños de sol se es menos propenso a gripes y resfriados.
HELIOTERAPIA VISUAL DIRECTA
Es una técnica apreciada por la medicina naturista por su acción general inespecífica, capaz de regular los ritmos del organismo y aumentar la vitalidad, la serenidad y la capacidad de concentración.
Consiste en:
Sentarse cómodamente al sol, cerrar los ojos y sentir su presencia sobre los párpados.
Se comienza por sesiones de 5 minutos.
Cada dos días se aumentan 5 minutos, hasta llegar a 20 minutos como máximo.
TIPOS DE RADIACIÓN SOLAR
El sol emite distintos tipos de radiaciones y cada una posee efectos peculiares sobre el organismo.
RADIACIÓN INFRARROJA
Transmiten calor y son responsables del enrojecimiento de la piel cuando se toma el sol, debido principalmente a la dilatación de los vasos sanguíneos.
En la radiación infrarroja se establecen dos grandes grupos:
Radiaciones situadas entre los 760 y los 1.500 nm (nanómetros) de longitud de onda. Penetran en los tejidos pero son poco absorbidas.
Radiaciones de más de 1.500 nm, absorbidas por las células epidérmicas y dérmicas.
La forma de saber que este calor es beneficioso es sentirlo agradable.
RADIACIÓN ULTRAVIOLETA
La radiación ultravioleta, de menos de 400 nm de longitud de onda, es de mayor frecuencia y energía que la infrarroja y a ella se deben las modificaciones biológicas más importantes producidas por la radiación solar.
Los rayos ultravioletas de tipo A (UVA). Son capaces de activar los melanocitos que pigmentan la piel.
Los rayos ultravioleta de tipo B (UVB). Transmiten mayor energía y pueden producir quemaduras, si bien son los responsables de la síntesis de la vitamina D, necesaria para que el calcio y el fósforo se fijen en los huesos.
Dr. Pablo Saz
27 DE MAYO DE 2019 · 09:00
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