viernes, 2 de agosto de 2019

Detectaron Glifosato en la sangre de su hija y se encadenó al depósito de agrotóxicos

La familia Terreno vive en Bernardo de Irigoyen, un pueblo de unos 1.000 habitantes ubicado a casi 100 kilómetros de Rosario (Santa Fe). 

Hace dos años que pide el traslado de ese depósito de plaguicidas, ubicado en plena zona residencial, y que también funciona como lavadero de máquinas fumigadoras. 

A pesar de las denuncias penales y los reclamos ante la comuna local, no han logrado que se cierre definitivamente o se traslade. Wado, el papá de Ludmila, dijo: «Acá son todos cómplices y hay plata de por medio», para que el galpón pueda funcionar allí. 

A Ludmila le detectaron glifosato en sangre cuando tenía un año y ocho meses.




 Su familia detalló que padece severos trastornos de salud (el 10 de abril pasado sufrió una descompensación importante y debió ser hospitalizada): pierde peso, sufre vómitos y dolores de cabeza de manera cotidiana y debe usar barbijo casi en forma permanente por el riesgo que implica contraer enfermedades. 

Edelmiro Terreno, padre de Waldo y abuelo de Ludmila, contó en El Destape Radio que "el problema es cuando el portón está abierto porque adentro del galpón está lleno de veneno. Como seguían abriendo el portón para entrar y sacar maquinaria, mi hijo se encadenó para evitarlo", relató. 

El abuelo también apuntó que esta es una lucha que su familia encara en soledad: "Las autoridades del pueblo nos dicen que tienen las manos atadas y que no pueden hacer nada. Hay muchos intereses creados. Y las autoridades provinciales no dieron respuesta alguna. Estamos solos porque en el pueblo todos tienen miedo", contó



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