Estamos asistiendo al mayor pelotazo económico de una parte de la industria farmacéutica a cuenta de las vacunas para prevenir la Covid-19.
Durante la pandemia de gripe A de 2009-10 (que por suerte luego se demostró que no fue tal) el grupo de farmacéuticas que ofrecieron tratamientos para ello ensayaron una serie de estrategias que ahora están aplicando con mucho éxito.
En un momento en que la humanidad atraviesa uno de sus momentos más críticos en la industria farmasanitaria han aprovechado para dar el mayor pelotazo de su historia. Mientras el mundo tiembla por la Covid un grupo de farmacéuticas de élite, con la indispensable ayuda de los gobiernos, está aumentando sus ganancias sin escrúpulos. Es un escándalo que empresas como AstraZeneca (AZ) estén especulando con las vacunas que habían vendido a la Unión Europea.
Una clave está en los contratos firmados por la Comisión Europea (el Gobierno de la UE) con los laboratorios farmacéuticos (lo expliqué anteayer en el programa de Cuatro televisión Cuatro al día).
El contrato con la AstraZeneca fue el primero que firmó la Comisión a finales de agosto de 2020 y prevé la entrega de hasta 400 millones de dosis una vez la Agencia Europea del Medicamento (EMA) dé su visto bueno a la vacuna este viernes 29 de enero.
Es decir, el Gobierno europeo ha comprado a una empresa un producto que no existe (entonces no estaba aprobada la vacuna). Ha adelantado dinero a una compañía que se ha permitido el lujo de revender ese producto a otros países:
Sabemos que las vacunas han volado a otros países, y pronto sabremos a qué países a través de los registros aduaneros», dicen fuentes europeas.
Todas las prebendas de los gobiernos europeos a las farmacéuticas fabricantes de tratamientos para la Covid-19 están en los contratos. Pero no podemos saber en qué consisten porque esos documentos son secretos. ¿Y qué hitos de ese trato de favor que han recibido esas empresas podemos destacar?:
-La enorme cantidad de dinero público que han recibido esas compañías para investigar en una vacuna. Pese a ser empresas de una solvencia económica envidiable se les ha dado dinero para investigar.
-La población paga por segunda vez cada vacuna. Sí porque ese dinero que cito se les ha concedido a fondo perdido y sin exigir al menos que las vacunas tengan precios populares. Los estados pagan por esas vacunas y lo han hecho por adelantado, arriesgando mucho (tanto las cantidades invertidas en la investigación como las destinadas a la compra de esos tratamientos ).
-Las cláusulas de confidencialidad de esos contratos son secretas, cuando si esos documentos versan sobre productos pagados con dinero público deberían ser públicos.
-La excusa del «secreto comercial» también protege legalmente la información científica recogida gracias a los ensayos clínicos realizados por los laboratorios para comprobar la eficacia y seguridad de estas vacunas.
Cuando se empezaba a vacunar con el producto de Pfizer en el Reino Unido esa empresa aún no había publicado en una revista científica sus resultados, sólo habían emitido varias notas de prensa que evidentemente son propaganda. Como son secretos nunca conoceremos los datos en bruto de esos ensayos, sólo lo que las farmas quieren.
-Las vacunas son experimentales y así las han catalogado las agencias reguladoras de medicamentos. Éstas han decidido que sus fabricantes hagan farmacovigilancia, realicen un seguimientos de los efectos secundarios que provoquen, durante los próximos dos años.
Hasta entonces no sabremos realmente si son seguras… aunque ya estén poniéndose a millones de personas.
–Indemnizaciones. Como las vacunas se han desarrollado a toda velocidad los fabricantes esperan (y escribo esperan) que en un pequeño porcentaje de la población causen daños (población que se vacuna estando sana).
Por ello han chantajeado a los gobiernos para librarse de pagar indemnizaciones destinadas a compensar esos daños. Serán los estados que compran con el dinero de los dañados sus productos los que paguen. Es decir, las víctimas de sus efectos secundarios pagarán con su salud y su dinero (la investigación, las vacunas y las compensaciones por los efectos secundarios marca Pfizer, AstraZeneca, etc).
–Fechas de entrega. Como no conocemos el contenido de los contratos no sabemos el retraso que llevan ni las condiciones escritas y firmadas por si se les olvidaba especular.
–Precios de las vacunas. La piedra filosofal sobre la que gira el interés de los laboratorios porque la población no sepa lo que hemos pagado por sus tratamientos. Las cifras que se ofrecen son tan variadas que van desde el NO ánimo de lucro de AstraZeneca, ¡¡jajaja!! hasta los en torno a 18 eurazos por dosis de la vacuna de Moderna… El marketing del miedo que ha hecho la prensa acrítica le ha salido casi gratis a los especuladores (alguien en el periodismo debería hacer autocrítica).
Yo de mayor quiero ser farmacéutica fabricante de vacunas antiCovid, ¿vosotros no? (y ahora en broma, ¿no pensáis que los productores de vacunas son los peores antivacunas?).
¿Qué pueden hacer los gobiernos?:
-Lo primero publicar los contratos con estas farmacéuticas.
-Lo segundo, negar la patente que protege la «propiedad intelectual» de las vacunas a los laboratorios. Han conseguido ese conocimiento técnico gracias al dinero de la población, luego no tienen derecho a que su propiedad sea privada y marcar ellos los precios.
Esta fórmula de la expropiación de la patente es legal y fue aprobada en una cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en casos de emergencia sanitaria (hay que recordar que gracias a que estamos en una emergencia sanitaria las farmas han recibido todas estas prebendas, incluido el proceso acelerado de aprobación de sus fármacos).
http://www.migueljara.com/2021/01/28/vacunas-covid-el-mayor-pelotazo-economica-de-la-historia-de-la-salud-publica/
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