martes, 20 de noviembre de 2018

Sanidad y Ciencia promueven un plan sobre Pseudoterapias que obvia la “Pseudociencia establecida”

Resultado de imagen de big pharmaLos ministerios de Sanidad y Ciencia han elaborado un “Plan para la protección de la salud frente a las pseudoterapias”

Dicho plan no tiene la intención de defender honestamente la salud pública sino más bien atacar (o la palabra similar que elijáis) lo que cataloga como “pseudociencias” de manera arbitraria. 

Lo serio y valioso sería combatir toda pseudociencia, empezando por la establecida en los sistemas sanitarios.

El problema no está tanto en la definición de estas, creo que todo el mundo puede estar de acuerdo en la definición de pseudoterapia que ofrece el Plan:

Se considera pseudoterapia a la sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad”.





¿Quién no está de acuerdo en que haya pseudoterapias y en que sean malas, un timo o un fraude?

La cuestión está en que esos ministerios obvian lo que algunos llevamos tantos años denunciando, que en el sistema sanitario convencional, el oficial, el que todas las personas usamos, existe mucha pseudociencia y pseudoterapias que provocan muertes y graves daños y que costeamos con el dinero de nuestros impuestos.

Creo que seguimos en una narrativa falsa y manipuladora por la que existiría un medicina que se considera “científica” y una serie de terapias que unos llaman complementarias, otros alternativas y hay quienes le dicen no convencionales. 

Éstas son las que se consideran “pseudoterapias” sin más cuestionamientos. 

Y en ese concepto que es una especie de cajón de sastre cabe todo, haya o no estudios sobre su eficacia y seguridad, suene a algo raro o sean terapias centenarias, tengan nulo predicamento entre la comunidad sanitaria o cuenten con el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha desarrollado una estrategia para impulsar lo que llama medicinas tradicionales.

Desde mi punto de vista la diferencia está entre las terapias que ayudan a superar la enfermedad o la alivian y las que no. Y tanto en el ámbito convencional como “tradicional” hay terapias que valen y otras que no, con la salvedad de que las que no valen en la convencional son muy utilizadas al estar establecidas y financiadas por la administración, además de ser mortales en muchos casos.

Un Plan para favorecer la salud pública haría el dificultoso trabajo de separar el grano de la paja en todas las interpretaciones de la medicina; señalaría toda pseudoretapia y advertiría de toda pseudociencia.

A las llamadas “pseudoterapias” se llega por lo general tras el fracaso del sistemaconvencional. Es decir, la mayor parte de las personas aprovechan los servicios sanitarios públicos que para eso los pagamos y confiamos en ellos. Pero cuando se cansan de peregrinar por las consultas sin que sus problemas de salud se solucionen se ven impelidas a buscar otras maneras de intentar curarse.

En el propio texto del Plan, basándose en el barómetro de febrero de 2018 del CIS se cuenta que el 6,2% de los españoles acudieron a un profesional de la acupuntura y hasta un 9,8% a un homeópata. Insisto, eso suele hacerse cuando el sistema fracasa, quizá sea esto algo que moleste (por no valorar que un aumento del mercado de las medicinas “alternativas” hace perder poder a quienes controlan los sistemas sanitarios y como es evidente a las industrias que los nutren de servicios y productos).





Con la definición de pseudoterapia que usan los dos ministerios cabe preguntarse porqué, por ejemplo, no se pone coto la existencia de 90 medicamentos que la revista francesa Prescrire, la más influyente del mundo en el ámbito de los fármacos, considera que están hoy en el mercado sin que su relación beneficio riesgo sea favorable. ¿Por qué no retirarlos?

El texto del Plan recoge dos clases de problemas o riesgos asociados a las pseudoterapias:

Primero, porque de un producto, actividad o servicio sanitario se espera que tenga el efecto terapéutico esperado, dado que el conocimiento o la evidencia científica avala su utilización. En caso contrario, se debe evitar que genere publicidad engañosa.

Segundo, porque la utilización de pseudoterapias afecta negativamente a la salud, sea perpetuando algunas dolencias, generando otras o, incluso, aumentando el riesgo de muerte. 

Esto último puede ocurrir bien porque favorecen el retraso o la sustitución de tratamientos convencionales (cuya eficacia y seguridad sí está probada) o porque reducen la efectividad de estos últimos, como han demostrado varias investigaciones”.

Pues eso, que estamos de acuerdo, entonces ¿por qué tantos medicamentos y prácticas médicas continúan haciéndose sin no hay evidencias. ¿No gozan al seguir usándose de una promoción engañosa? 

Y claro que aumentan el riesgo de muerte, de hecho el consumo de fármacos se ha convertido en la tercera causa de muerte en los países avanzados.

¿Nos damos cuenta de la dimensión del problema? ¿No será entonces esa “lucha contra la pseudoterapias” una cortina de humo para intentar ocultar tanta pseudociencia en la medicina convencional, la que tenemos y usamos mayoritariamente? Creo que hay un problema de credibilidad en los sistemas sanitarios y lo mejor que puede hacerse para devolvérsela es combatir TODA pseudociencia.

No quiero terminar estos comentarios sin escribir que en el texto de los ministerios hay tintes represivos, como cuando se intenta asociar la información sobre salud en internet con “fuentes de dudosa fiabilidad”. Está claro que la difusión de información crítica con los sistemas sanitarios molesta.

También puede leerse:

Garantizar que todas las actividades sanitarias se realizan por profesionales que dispongan de la titulación oficialmente reconocida“.





Claro, todos estamos de acuerdo pero eso no significa que acaben los problemas; los 90 medicamentos que bien podría estar retirados siguen recetándose y mucho y lo hacen profesionales con titulación y la ministra de Sanidad también es titulada y prefiere mirar para otro lado. 

Y muchos titulados continúan recibiendo visitadores médicos de los laboratoriosy siguen aceptando su publicidad engañosa y participando en eventos que no tienen nada de científicos y sí de promoción de enfermedades para vender tratamientos.

Vaya, que el problema es mucho más serio pero se prefiere recurrir a lo fácil, a señalar y perseguir lo que suene raro en vez de encarar de una vez por todas la pseudociencia que carcome a los sistemas sanitarios.

Por Miguel Jara  19 de noviembre de 2018
http://www.migueljara.com/2018/11/19/sanidad-y-ciencia-promueven-un-plan-sobre-pseudoterapias-que-obvia-la-pseudociencia-establecida/

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