“Sólo podemos admitir
la gravedad de una enfermedad en términos médicos alopáticos, es decir,
de medicina oficial occidental. Para la mayoría de la gente, un cáncer o
una esclerosis múltiple es mucho más seria que una inflamación de
riñones o una migraña. No hay enfermedades graves, su proceso de
creación es básicamente el mismo. La diferencia reside en su magnitud y
en las causas específicas de los acontecimientos. Podríamos comparar un
dolor de riñones con la producción de un cortometraje y un cáncer con
una película de tres horas. El proceso de producción es el mismo pero el
guión es más complicado, los escenarios son distintos y la duración es
mayor.”
A menudo hemos oído la expresión “somos lo que comemos”. Pero también somos lo que respiramos, bebemos, decimos o vemos.
Siempre hay que tener en cuenta la
persona como un todo, dándole importancia al ejercicio, la buena
alimentación y el aire libre. Estos son factores que siempre se suelen
asociar con la salud pero ¿y qué hay de los libros que leemos, la
televisión que vemos o los políticos que votamos? ¿Es buena para nuestra
salud la música que escuchamos? ¿Nos hacen bien nuestros amigos?
Estas son preguntas importantes, pero
ninguna tiene una respuesta exacta, sino que depende de cada caso. Las
respuestas que les demos tendrán una relación muy estrecha con nuestro
estado de plenitud y bienestar.
En el ámbito de la medicina natural,
individualismo y responsabilidad son aspectos de gran importancia. Por
un lado, se hace hincapié en que cada individuo debe ser considerado
único, por lo que el tratamiento debe adaptarse a cada uno.
Por otro lado, esta medicina se basa en una terapia encaminada a inducir la capacidad del individuo de curarse por sí mismo.
El poder innato de curación del individuo encuentra un potente aliado en el uso de plantas medicinales.
El individuo como “un todo”: MENTE, CUERPO, ESPIRITU Y EMOCIONES,
es una parte integrante de un “todo” mayor, la humanidad. Y la
humanidad a su vez existe en el contexto del planeta. Estos niveles
actúan conjuntamente como un sistema dinámico e integrado.
En el 1500 ya Paracelso, médico,
alquimista y astrólogo, había creado las 7 reglas, sosteniendo que
existe una relación íntima entre el hombre y la naturaleza:
1. Lo primero es mejorar la salud.
2. Desterrar absolutamente de tu ánimo,
por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio,
tedio, tristeza, venganza y pobreza.
3. Haz todo el bien posible.
4. Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.
5. Debes recogerte todos los días en
donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más
cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.
6. Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
7. Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana.
Se sabe con certeza que numerosos
trastornos de la salud-estrés, asma, alergias, enfermedades del corazón
van asociados a prácticas culturales o alteraciones ecológicas y
reflejan a menudo el distanciamiento del individuo de la naturaleza y de
un estilo de vida “natural”.
En este sentido las plantas pueden
contribuir en cierta medida a reducir este distanciamiento. Gracias al
vínculo que establece entre el hombre y la naturaleza, el mundo de las
plantas medicinales ocupa un lugar privilegiado dentro del concepto de
vida natural que de una manera lenta pero segura, está cambiando nuestra
cultura.
Silvana Pazos Pérez
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