sábado, 27 de junio de 2020

La OMS afirma que el Coronavirus se Comporta como la Gripe Española, que Volvió en Otoño y causó 50 millones de muertos

AFP

Ranieri Guerra director adjunto de la OMS advierte: «Covid como la española, que descendió en verano y retornó ferozmente en septiembre y octubre, causando 50 millones de muertos durante la segunda ola»

La previsión que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la pandemia no puede ser más preocupante. El coronavirus sigue circulando, en algunos países disminuye la difusión, pero en otros crece. Ranieri Guerra, director adjunto de la OMS, ha advertido en una entrevista a la RAI: «El coronavirus se comporta siguiendo la hipótesis que habíamos planteado.

 La comparación es con la española, que se comportó exactamente como Covid: descendió en verano y retornó ferozmente en septiembre y octubre, causando 50 millones de muertos durante la segunda ola».

Con esta declaración, Ranieri Guerra ha querido responder a un reciente documento de expertos que dieron por finalizada la «emergencia finalizada». 

Firmaron el escrito, entre otros prestigiosos científicos, Arnaldo Caruso, presidente de la Sociedad italiana de virología y profesor universitario en Brescia; Matteo Bassetti, director de enfermedades infecciosas del policlínico San Martino de Génova; Giuseppe Remuzzi, director del Instituto de Investigaciones farmacológicas Mario Negri; Massimo Clementi, director Microbiología y Virología hospital San Raffaele de Milán.

Las UCI ahora, vacías

Los diez expertos, que han luchando en primera línea para contener la epidemia, se mostraban convencidos de que el virus ha perdido su fuerza de contagio. «Evidencias clínicas no equívocas desde hace tiempo señalan una marcada reducción de los casos de Covid-19 con sintomatología», afirman los 10 científicos en su comunicado. 

La respuesta a estos expertos por parte de la OMS ha sido contundente: «Al desaparecer el virus de la clínica, parece que todo se haya acabado, haber terminado, pero no es así», ha explicado Rainieri Guerra, señalando que él observa hechos: «No profundizo en las clasificaciones y definiciones artificiales que pueden hacer distinguidos colegas de varias disciplinas. 

Miro los hechos y estos dicen que el genoma del virus sigue siendo el mismo y los hechos dicen que la tendencia de una epidemia como esta es ampliamente pronosticada y previsible. 

Hay un descenso que coincide con el verano». Es indiscutible que las unidades de cuidados intensivos se han vaciado casi completamente de pacientes, pero esto era previsible, según Rainieri Guerra:

«Es cierto que las UCI se han vaciado, pero lo han hecho como esperábamos que sucediera, pero no queremos que se llenen nuevamente en otoño. Todas las precauciones que estamos adoptando tienen el objetivo de limitar la circulación de virus cuando retorne la nueva ola».
Vacuna contra la gripe

El arma para afrontar mejor el coronavirus en otoño es vacunarse contra la gripe: «Italia está lista para vacunar al 100% de la población contra la gripe, según las indicaciones ofrecidas por el ministerio de Salud «, concluyo Ranieri Guerra, director adjunto de la OMS.

En la misma onda que el profesor Guerra, advirtiendo de que el virus retornará en otoño, se manifestó Walter Ricciardi, el asesor del ministro de Sanidad, Roberto Speranza: «Este virus se propagará entre los jóvenes, que se convertirán en portadores de la infección.

 El problema será que, debido a la falta de medidas de seguridad por parte de los jóvenes, lo transmitirán a los abuelos y padres y veremos la presión sobre el sistema sanitario. Esto ocurrirá en el otoño».


Fiebre alta y desmayos: los primeros efectos secundarios de las vacunas contra la Covid-19

La vacuna de Moderna contra el coronavirus ya ha sido probada con voluntarios, que han experimentado los primeros efectos secundarios donde destacan los desmayos y la fiebre alta

Un laboratorio trabaja en el medicamento contra el coronavirus 

AMR ABDALLAH DALSH REUTERS

Casi dos centenares de investigaciones trabajan para desarrollar una vacuna contra el Covid-19 aunque cuatro de ellas se encuentran más avanzadas que el resto. Entre éstas destaca la desarrollada por el Centro de Investigación de Vacunas de Estados Unidos y la compañía Moderna, con sede en Cambridge (Massachusetts).

La vacuna de Moderna Terapeutics ya ha sido probada en varios ensayos con voluntarios, que han experimentado los primeros efectos secundarios donde destacan los desmayos y la fiebre alta.

Uno de estos voluntarios es Ian Haydon, un joven de 29 años de Seattle, cuya experiencia en el ensayo ha sido recogida por el diario médico STAT.

Haydon desarrolló fiebre por encima de los 39'5 grados doce horas después de recibir la segunda dosis. El joven acudió a urgencias, donde fue atendido. Sin embargo, al llegar a casa se desmayó.

"Entiendo que compartir mi historia va a ser aterrador para algunas personas. Espero que no genere ningún tipo de antagonismo hacia las vacunas en general o incluso hacia esta vacuna", ha señalado en una entrevista con CNN antes de explicar que busca contar su experiencia para que "contrarreste la desesperación que algunas personas sienten por lanzar una vacuna al mercado, independientemente de las consecuencias".

Y concluye: "Hay que encontrar una dosis que haga que el cuerpo produzca anticuerpos, pero que no provoque demasiados efectos secundarios".

LOS EFECTOS DE LA VACUNA RUSA

Por su parte, el pasado 23 de junio la Universidad de Séchenov (Moscú) hizo público un informe sobre las pruebas de la vacuna contra el Covid-19 que se están practicando en la institución.

Un grupo de 20 voluntarios han recibido una inyección del fármaco experimental. Algunos de éstos han experimentado un ligero aumento de la temperatura y dolor de cabeza aunque, según señala el informe, los síntomas cesaron en las siguientes 24 horas.


viernes, 26 de junio de 2020

Plantas repelentes para ahuyentar a los mosquitos y a otros insectos

Muchas plantas atraen a los insectos a fin de polinizarse, pero algunas también los ahuyentan a través de sus propios mecanismos de defensa. Descubre las más adecuadas y cómo utilizarlas.

El ser humano se ha valido siempre de plantas o remedios herbarios para alejar a los insectos. 

Una tradición que aún perdura y que está al alcance de todos es, por ejemplo, colgar ramilletes de plantas frescas –como romero, tomillo, albahaca, salvia, ruda o ajenjo– en la zona de descanso.

En las últimas décadas la industria ha desarrollado insecticidas y plaguicidas eficaces. Pero es preciso tener presente que, debido a su composición química, su uso continuado y su dispersión pueden provocar perjuicios al medio natural, sin olvidar que se dan casos de efectos secundarios en las personas, como la aparición de alergias, urticaria y dermatitis por contacto o incluso interferencias en el sistema inmunitario.

La propia naturaleza, a través de un amplio abanico de especies vegetales, brinda soluciones acaso menos contundentes, pero más respetuosas con el medio ambiente y más seguras, al estar libres de sus efectos tóxicos. 

PLANTAS REPELENTES DE MOSQUITOS

Además de colgar ramilletes, se pueden colocar macetas con plantas repelentes en los alféizares y el balcón, distribuir quemadores y ambientadores por la casa, o fabricar saquitos rellenos de plantas impregnadas de aceites esenciales y guardarlos en los armarios.

A estas medidas se pueden sumar otras preventivas, como evitar la ropa estridente u oscura, o la manga corta y el escote cuando se está en espacios muy proclives a los insectos, procurar no usar perfumes ni desodorantes perfumados y no optar por comidas muy dulces si se vaya a salir al campo.

Son, en suma, soluciones tradicionales que funcionan mejor o peor, como la maceración de ajenjo, que pulverizada es eficaz contra los ácaros, pulgones y hormigas, o la infusión de romero que repele a las garrapatas, o el tiesto de albahaca que ahuyenta a las moscas, o las friegas con hojas de saúco, útiles contra moscas y mosquitos. Entre las plantas más eficaces se encuentran las siguientes. 

DIFUSORES PARA EL HOGAR

Como alternativa a los insecticidas convencionales en spray y a los dispositivos eléctricos, se pueden adquirir quemadores de olor (de metal o cerámica), hornillos de aceite, humidificadores o vaporizadores con etanol, sprays, varillas para quemar, velas perfumadas y aros huecos rellenos de esencia que se adaptan a las bombillas y se calientan al encenderlas.

Todos estos productos utilizan aceites esenciales que, por efecto del calor, la humedad o la evaporación, desprenden un aroma que ahuyenta a la mayoría de insectos.

Son útiles esencias como: árbol del té, jazmín, geranio, manzanilla, lima, laurel, bergamota, eucalipto, albahaca, romero o citronela.


Las mascarillas, Claves para Evitar una Segunda Oleada de la Pandemia

Su uso masivo combinado con restricciones puntuales evitaría el rebrote del coronavirus, según modelos matemáticos


Un transeúnte pasa ante un escaparate de una tienda de Ereván, Armenia.KAREN MINASYAN / AFP

Una simulación con 60 millones de personas muestra que si todas llevaran mascarilla la mayor parte del tiempo no se producirían segundas o terceras oleadas de la pandemia de coronavirus. 

Incluso con porcentajes mucho menores, la propagación de la covid bajaría de su índice de reproducción sin necesidad de las medidas más extremas de confinamiento. Según los autores de este estudio, a falta de herramientas más tecnológicas y avanzadas, cubrirse la cara de forma masiva daría el tiempo necesario para encontrar la vacuna. Sin embargo, aún hay científicos escépticos.

El sentido común dice que llevar mascarilla protege de cualquier partícula o patógeno aerotransportados. Pero la ciencia no lo tenía tan claro. Hasta la emergencia de la actual pandemia, han sido pocos los estudios sobre la eficacia de cubrirse boca y nariz para frenar la propagación de virus.

 La mayoría de los más recientes están relacionados con la gripe o el brote de SARS de 2003. Quizá por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y muchos Gobiernos, como el español, han tardado tanto en recomendar u obligar a usarlas.

Ahora, un par de modelos matemáticos elaborados por investigadores británicos muestran que algo tan poco sofisticado como varias capas de tejido de algodón puede ser la primera línea de defensa contra el coronavirus. 

Su trabajo, que usa a la población del Reino Unido para su simulación, se alimenta de datos reales de infectados y un ritmo de contagio previo a las mascarillas similar al máximo alcanzado por una decena de países europeos. 

Con estos y otros parámetros epidemiológicos, intentan responder a la siguiente pregunta: ¿qué grado de adopción de las mascarillas haría falta para rebajar el índice de reproducción a menos de uno? Bajar de esa cifra implica la desaparición de la epidemia en un mayor o menor lapso.

Apenas hay estudios sobre la efectividad de las mascarillas para frenar el contagio

“Nuestros análisis respaldan la adopción inmediata y universal de las mascarillas”, dice el principal autor del estudio, Richard Stutt. Hasta ahora, este investigador de la Universidad de Cambridge modelaba la propagación de enfermedades entre los cultivos vegetales, un conocimiento que ha aplicado a la actual pandemia humana.

 “Si combinamos el uso masivo de las mascarillas con la distancia física y cierto grado de confinamiento, se podría gestionar de forma asumible la pandemia al tiempo que se recupera la economía mucho antes de que haya una vacuna efectiva”, añade.

Los resultados del estudio, publicados en la revista científica Proceedings of the Royal Society A, señalan que si al menos la mitad de la población llevara mascarilla en público, el ritmo de contagio bajaría de un índice de reproducción igual a 1. 

Como se ha demostrado, la curva de la pandemia no tira hacia abajo hasta que se logra ese umbral. Con porcentajes cada vez mayores de gente cubriéndose la cara, el modelo indica que el índice se acercaría cada vez más al cero.

Según esta investigación, en la situación ideal de que toda la población se pusiera la mascarilla, el índice de reproducción se mantendría bien por debajo de 0,5. Más importante aún: se evitaría una segunda o tercera oleada si las máscaras se complementan con confinamientos puntuales y parciales al menos durante 18 meses, tiempo que se cree suficiente para la obtención de la vacuna. 

El problema, como reconocen los autores, es que estos escenarios son una simulación que parte de una serie de suposiciones.

“Realizar estudios científicos para medir directamente la efectividad de las mascarillas es muy complicado”, recuerda Stutt. “Podemos ver la reducción del material exhalado por un infectado con o sin máscara, pero lo más difícil es calcular el efecto que esto tiene sobre los susceptibles de contagio”, detalla. Para saberlo con exactitud, habría que exponer a voluntarios al patógeno de forma deliberada, algo que plantea varios dilemas éticos.

Para Ellen Brooks, investigadora en salud pública de la Universidad de Bristol (Reino Unido), “aunque las mascarillas podrían reducir la transmisión en algunos entornos, como tiendas o transporte público, es poco probable que impidan la transmisión de contactos sociales cercanos y sostenidos, como en el hogar”. 

Mientras, el profesor Keith Neal, epidemiólogo de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), acepta la lógica de que cuanta más gente lleve mascarilla, más impacto tendrá en la propagación de la enfermedad, “pero depende mucho de la efectividad de las que vayan a usar”.

Otro temor de algunos científicos es que el uso generalizado de las máscaras genere una aparente sensación de seguridad. “No hay pruebas de que llevar mascarilla lleve a una relajación de otras medidas”, rechaza en un correo la profesora de atención primaria de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Trish Greenhalgh. 

Para ella, el estudio apoya la idea de que “los beneficios de cubrir la cara para reducir la infección entre la población superan a los potenciales daños del uso incorrecto”.
Algunos científicos temen que las máscaras provoquen una relajación en otras medidas de protección

Entonces, ¿por qué la OMS y la mayoría de los Gobiernos occidentales no han recomendado (u obligado) al uso de las mascarillas hasta ahora? El catedrático de epidemiología del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), el español Juan Jesús Carrero, señala que pudo deberse a un cúmulo de circunstancias generadas por una pandemia no vista en tiempos recientes.

“La primera es interpretar la ausencia de estudios científicos como falta de efectividad”, explica Carrero. Inicialmente, las autoridades anteponían el principio de prevención. Otro motivo fue el miedo a un desabastecimiento que dejara al personal sanitario y contagiados sin sus máscaras

 “La tercera es que al usar mascarillas, la gente relajase otras medidas tanto o más importantes, como el distanciamiento físico y la higiene”, apunta el científico español. 

Un cuarto miedo es que no basta con recomendarlas, hay que saber ponérselas. “El mal uso (cómo ponérselas, cómo quitárselas) también puede propiciar el contagio”. Y hay un quinto, que incluso alegó Donald Trump, recuerda Carrero: “Algunos (Trump incluido) pueden no querer usar las máscaras por razones estéticas o sensación de sofoco”.


jueves, 25 de junio de 2020

Coronavirus: Secuelas físicas y mentales Posteriores a Superar la Covid-19

Depresión o atrofia muscular son algunas de las consecuencias derivadas del virus en los pacientes recuperados


DOM 19 ABRIL 2020. 14.00H 

Son varias las investigaciones que intentan arrojar cierta luz sobre el futuro incierto de aquellos que han conseguido vencer al coronavirus. Sus consecuencias perduran una vez se abandona el hospital, especialmente en los casos más graves, y son muchos los que se ven obligados a alargar los tratamientos.

La neumonía es uno de los efectos más comunes producidos por el nuevo coronavirus Covid-19 en el cuerpo humano. Los pacientes que experimentan este tipo de infecciones de forma severa, junto a una inflamación prolongada y enfermedades crónicas subyacentes pueden tener más riesgo de padecer enfermedades futuras como ataques cardíacos, derrame cerebral y problemas renales.

En 2015, Sachin Yende, epidemióloga y médico de cuidados críticos de la Universidad de Pittsburgh descubrió que el riesgo de padecer enfermedades cardíacas era 4 veces mayor en las personas con neumonía, tal y como recoge un artículo de la revista Science. La probabilidad aumentaba también 1,55 veces en los siguientes 9 años. 

Las personas mayores, las más afectadas por el coronavirus, corren un mayor riesgo de padecer a largo plazo otro tipo de enfermedades graves o incluso discapacidad, según Sharon Inouye, geriatra de la Escuela de Medicina de Harvard dedicada al cuidado de la tercera edad.

Aunque todavía no hay investigaciones al respecto, las discapacidades derivadas de la Covid-19 podrían ser similares a las que produce una neumonía severa. En sus estados más graves, estas infecciones pueden desembocar en un edema pulmonar, cuando el líquido se acumula en las numerosas bolsas de los pulmones y provocar problemas respiratorios a largo plazo. Los estudios, no obstante, muestran como la mayoría de pacientes recuperados no desarrollan este tipo de secuelas pulmonares. 

Atrofia muscular como daño colateral 

Las estancias prolongadas en UCI pueden provocar problemas físicos y mentales a futuro,tal y como explica Dale Needham, médico de cuidados intensivos de la Universidad Johns Hopkins. Las infecciones respiratorias graves obligan a los afectados a pasar largos períodos de tiempo conectados a respiradores - hasta 2 semanas en ciertos casos de coronavirus-, provocando casos de atrofia muscular y debilidad ante la falta de movilidad.

Por ello se recomienda mantener en movimiento al enfermo, dentro de lo posible, moviendo con regularidad sus extremidades y fomentando cambios de postura. 

Los tratamientos que mantienen a los pacientes "lo más lúcidos y móviles posibles", especialmente durante la enfermedad, ayudan a mitigar las secuelas a largo plazo. Sin embargo, el colapso de los servicios sanitarios y la naturaleza infecciosa del virus impiden, en muchos casos, la realización de estas prácticas. 

"Nos ha costado mucho mejorar los tratamientos en la atención geriátrica de los hospitales y las UCI y veo que todo eso se ha erosionado durante esta crisis", lamenta Inouye. 

Para Lauren Ferrante, médico pulmonar en la Escuela de Medicina de Yale, el principal problema a corto plazo pasa por averiguar cómo "ayudar a todas esas personas a recuperarse". La falta de personal ha hecho que se reduzcan los fisioterapeutas disponibles y son muchos los supervivientes que tienen que esperar varias semanas, hasta dan negativo en Covid-19 para poder acudir a rehabilitación.

Aumento de los problemas mentales derivados del Covid-19

A las secuelas físicas habría que sumar los efectos psicológicos que puede desencadenar el estrés generado por esta enfermedad en los pacientes recuperados. Los profesionales prevén un aumento importante de los problemas de salud mental una vez pase la crisis. Casos de ansiedad, depresión e incluso trastorno de estrés postraumático. 

Un estudio anterior, reveló que un tercio de las personas hospitalizadas por SARS habían desarrollado síntomas moderados o severos de depresión un año después de superar la enfermedad. 

Otra de las repercusiones que puede causar la hospitalización es el delirio o síndrome confusional agudo (SCA), que puede conducir a alteraciones cognitivas a a largo plazo, tales como problemas de memoria. Médicos como E. Wesley Ely, sospechan que el coronavirus podría tener una implicación directa sobre el cerebro. 

La inflamación que causa el Covid-19 en todo el cuerpo puede limitar el flujo sanguíneo que llega al cerebro y matar "células cerebrales", aclara este neumólogo de la Universidad de Vaderbilt.

Ely afirma que los calmantes que se suelen recetar para la tos o para reducir la angustia y la incomodidad provocada por los tubos de respiración, incrementan por otro lado el riesgo de padecer este tipo de problemas psicológicos. "A medida que los hospitales se quedan cortos con los sedantes más utilizados, recurren a las benzodiacepinas que pueden causar delirio intenso y prolongado", advierte.

En los últimos 20 años, Ely y su equipo han desarrollado un protocolo para reducir la dependencia de dichos fármacos y ayudar al paciente a tolerar la respiración asistida sin tener que recurrir a ellos. 

Secuelas emocionales de los sanitarios

"¿Podríamos tomarnos 2 minutos para tratar de calmarlos, estar allí con ellos, sostener su mano y acariciar su brazo?", se plantea Inouye. La profesional hace referencia especialmente a aquellos pacientes que son sedados debidos a su estado de agitación. 

Los sanitarios también sufren directamente las consecuencias de la pandemia a nivel psicológico. "Al principio me molestaba mucho oír hablar del racionamiento de ventiladores", reconoce Inouye. Al enterarse de un brote de Covid-19 en el centro donde se encontraba su madre de 91 años, sin embargo, pidió al personal del hospital que, si enfermaba, reservaran su respirador para otro paciente. Ante la escasez de equipos de asistencia respiratoria, "creo que debemos ir caso por caso, tenemos que atender los deseos de esa persona y los de su familia", considera.


Covid: Farmacéuticas con dinero público para la Vacuna que abandonan a los Muertos en sus ensayos

De mayor quiero ser una empresa farmacéutica, que esté intentando desarrollar una vacuna para la Covid-19 en medio de un asunto como el del coronavirus. Son todo ventajas. El miedo es libre, todos los sentimos pues es algo natural, un mecanismo de reacción ante los peligros que hemos desarrollado. Y el miedo en una pandemia es un gran agitador de los mercados. Si no que se lo digan a la compañía farmacéutica AstraZeneca (AZ).

La Comisión Europea (el Gobierno de los europeos) va a adelantar dinero a empresas farmacéuticas para «tener acceso preferente a las dosis de la vacuna»… ¡sin haber vacuna! La Comisión Europea admite incluso que hay riesgo de que las investigaciones financiadas acaben fracasando.

Una vacuna y cualquier medicamento tarda y son datos del principal lobby de las farmacéuticas en España, Farmaindustria, unos 14 o 15 años en desarrollarse y sólo uno de cada 10.000 compuestos llegan finalmente al mercado. Fabricar una vacuna no es cosa de ponerse unos meses a investigar y ya está. La posibilidad de que no se encuentre lo que se busca -o de que el resultado no tenga la suficiente eficacia y seguridad- es muy muy alta. Y cuantas más prisas peor.

Una vacuna en esta situación es además un instrumento clave: si se logra un producto muy muy efectivo y muy muy seguro y se consigue convencer a mucha mucha gente de que se vacune, la economía no para o no se para tanto. La Unión Europea se creó para configurar un mercado único (los intereses de las personas vienen después). Y esto es una cuestión económica: Si existe siquiera la posibilidad de que una inyección pueda ayudar a que la economía recupere la «normalidad» lo antes posible ¿cuánto nos cuesta?

Desde que apareció el nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan se han presentado 125 candidatos a vacuna y diez de ellos ya se están probando en humanos en EE UU, China, Alemania y Reino Unido. Se trata de la mayor operación económica en el ámbito sanitario de la historia. Todos los humanos del planeta son candidatos potenciales a usar el producto.

En este contexto apareció la semana pasada la noticia de que Alemania, Francia, Italia y los Países Bajos firmaron un acuerdo con el grupo farmacéutico AstraZeneca para hacerse con 300 millones de dosis de una futura vacuna. El paso no fue bien recibido por todos porque «la colaboración en el seno de la UE significa que hay colaborar con tantos Estados miembros como sea posible, sin negociar aparte con ciertos países».

Juan Santos Serra, enfermo de lupus fallecido en un ensayo de AstraZeneca y su familia.

Es importante conocer también qué criterios se aplican a la hora de dar dinero los estados y a quién. No es lo mismo dar dinero a una empresa con un claro compromiso social, que tenga un historial de servicio a la población, que a una empresa corrupta.

Escribimos esto porque en el Bufete Almodóvar & Jara llevamos un caso de una muerte que se produjo durante un ensayo clínico de esta empresa en el hospital de Mérida.

Astrazeneca es la misma empresa que no quiere indemnizar cuando se producen muertes durante sus ensayos (esperemos que esto no ocurra en el caso de su vacuna). Que oculta información a un juzgado civil. Y que hace que la familia del fallecido tenga que litigar durante años por sus derechos en relación a una indemnización por parte del seguro del ensayo clínico, tal y como marca la ley.

La información de los ensayos clínicos, se ha demostrado durante el proceso, es controlada al 100% por AstraZeneca. Igualmente, AZ entiende que no es necesario realizar una autopsia y que el paciente, enfermo de lupus, murió por otra causa distinta que el medicamento sifalimumab que se probaba con él. Sin embargo, hay informes técnicos del Comité de ética de investigación de Badajoz que demuestran que el ensayo tenía deficiencias (esperemos que estas no estén ocurriendo en el caso de la vacuna).

El paciente, recordemos, fallece de la misma sintomatología que otros cinco enfermos que también fallecieron durante el ensayo. Más tarde, AZ suspendió el análisis clínico… aunque mantiene a la familia en los juzgados luchando por sus derechos. ¿A esta empresa la UE le va a dar fondos para desarrollar la vacuna de la Covid?

A tenor de la actuación de AZ en este caso que en nuestro bufete conocemos muy bien podemos suponer que la transparencia en la financiación por los estados de esa vacuna va a ser nula y en otros casos (ver sanciones a AZ en USA).

Estos días estamos defendiendo ante el Tribunal Supremo de España el derecho de una familia de un enfermo que fallece durante un ensayo en circunstancias no claras y que potencialmente se puede atribuir a su participación en el ensayo.

No hubo autopsia porque no interesó. La empresa farmacéutica ha contratado al despacho Garrigues, conocido por su buena relación con determinados jueces que participan en sus congresos y conferencias.

La defensa de AZ ha contratado a expertos para decir que el paciente no falleció por el fármaco en investigación, ni por acudir en largas sesiones al hospital de manera periódica. Niegan y convencen al juez de que no es necesario que testifiquen miembros del comité ético de Extremadura y catedráticos de Universidad, quienes mantienen que el paciente debiera ser reconocido en sus derechos.

Estas empresas son las que aspiran a sacar la vacuna contra la Covid y a donde van a ir fondos europeos para financiar dicho producto.



miércoles, 24 de junio de 2020

¿ Que hay en la Vacunas ?: Entrevista a la Presidenta de un Instituto Farmacológico


El presidente de la UCAM, sobre Bill Gates y Soros: "¡Quieren controlarnos con un Chip; pero qué se han creído!"

El presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza, se ha sumado a la teoría de la conspiración sobre Bill Gates y la vacuna contra el Covid-19, al asegurar, durante el acto de celebración de San Antonio de Padua, que Bill Gates y el magnate George Soros nos quieren implantar unos chips para controlarnos con la vacuna del coronavirus.

El presidente de la UCAM, sobre Bill Gates y Soros: "¡Quieren controlarnos con un chip; pero qué se han creído!" / Popular TV Murcia

El presidente de la Universidad Católica de Murcia habló durante el acto de celebración de San Antonio de Padua sobre la teoría de la conspiración de Bill Gates y la vacuna del coronavirus.

Bill Gates y George Soros se asocian con China en la vacuna contra ... Se sumó a esta conspiración y habló del coronavirus como el anticristo y sugirió que en las olimpidas de Londres ya se anunció el Covid-19.

Culpa a Bill Gates y George Soros de querer controlarnos con la vacuna del coronavirus y de haber anunciado hace años la pandemia: 

"Quieren controlarnos cuando se anuncie la vacuna con un chip a cada uno de nosotros para controlar nuestra libertad, pero ¡qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás. No les tengáis miedo!"

Dice que no es voluntad de Dios permitir el coronavirus pero que en cada generación aparece el anticristo y aquellos que le sirven con gran poder, queriendo usurpar el nombre de Dios. Además asegura que ya en las olimpiadas de Londres se anuncia el coronavirus.

El vídeo ha sido retirado de esta web a petición de Popular TV Murcia. Estas declaraciones se han convertido en tendencia en las redes sociales y numerosos tuiteros se han hecho eco de ellas, entre otros el diputado murciano de Unidas Podemos, Javier Sánchez Serna

Figuras públicas que difunden la teoría de la conspiración

Con estas declaraciones, el presidente de la Universidad Católica de Murcia se suma a las teorías de la conspiración sobre la vacuna del coronavirus de la que ya habló Miguel Bosé y Enrique Bunbury. 

Además, la Iglesia Católica también se ha unido a la difusión del bulo de que la la vacuna contra el Covid-19 se hace "a base de células de fetos abortados". Así lo aseguró el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, durante su misa del Corpus Christi.


martes, 23 de junio de 2020

Covid-19: El Trabajo Preliminar para la Aceptación Social de «las Soluciones»

Los gobiernos de todo el mundo y de Europea en particular están firmando ya acuerdos con farmacéuticas que fabrican vacunas para la Covid-19. Lo hacen por adelantado, sin conocer el producto. Y lo hacen presionados por el miedo y la exigencia de «soluciones» por parte de la población. 

A nadie se le ocurre comprar un producto del que se desconoce su eficacia y si será seguro o no. Pero…

Alemania, Francia, Italia y Países Bajos han suscrito un contrato para el suministro de vacunas contra el Covid-19. En total serán 400 millones de dosis que está desarrollando la farmacéutica AstraZeneca. 

La vacuna estará disponible para todos los países de la Unión Europea pero en el mejor de los casos esto no será posible hasta finales de este año 2020.

Los cuatro países firmantes han formado una «alianza por la vacunación» y mantienen contactos con otras farmacéuticas embarcadas en proyectos de investigación para lograr vacunas contra el coronavirus. 

No creo que esos gobiernos tengan previsto hacer públicos esos contratos, ojalá me confunda pues sería lo suyo ya que vivimos en democracia.

De paso, es necesario que llegue el día en que la información que las farmacéuticas recopilan al hacer sus ensayos clínicos sea pública.

No nos vamos a cansar de repetirlo, vivimos una crisis sanitaria global, los ingresos que se disponen a sumar las diferentes industrias beneficiarias de la situación serán históricos y por ello también ha de ser histórico que algo tan sencillo como que sepamos la verdad sobre la eficacia y seguridad de estos tratamientos.

Los datos que avalen (o no) esas vacunas estarán protegidos legalmente por la figura del «secreto comercial», la farmacéutica que la patente no tendrá porqué ofrecer esos datos ni mucho menos publicarlos para que otros equipos de investigación puedan corroborarlos y/o usarlos para mejorarla o para hacer un producto similar o incluso mejor.

Esto es muy bueno para el descubridor y muy malo para la población y la ciencia.

Podemos vernos en la tesitura siguiente: que se vacune a la gente con algo que no sabemos bien para qué sirve. Es más, está por ver si los gobiernos que están comprando vacunas a mansalva sin saber su calidad, sencillamente porque están en proceso, sentirán la tentación de obligar a la población a vacunarse.

Dice el médico Juan Gérvas que habrá muchas vacunas para la Covid-19 «pero sólo una duradera, la social«, en referencia a que son los condicionantes sociales y económicos los que provocan y agravan las crisis sanitarias. Lo que se espera es una vacuna anticoronavirus que sea «poco eficaz en intensidad y tiempo», argumenta Gérvas, de manera que ni disminuya muertes ni dure para siempre.

Existe una expectativa irracional de «la vacuna como solución», cuando lo esperable es un tipo vacuna similar a la de la gripe; es decir, «quitamiedos» y poco más. En el caso de la vacuna de la gripe es que incluso los sanitarios se vacunan menos que la población pues tiene fama de ser muy poco útil. Veremos con la antiCovid-19 qué ocurre.

Como la mera disposición de una vacuna es insuficiente para garantizar una amplia protección inmunológica (suponiendo que se demuestre que el producto lo consigue), «la vacuna también debe ser aceptada», advierten diversos científicos. Por eso consideran que el «trabajo preliminar para la aceptación social de la vacuna» debería comenzar cuanto antes, mediante campañas educacionales y de salud pública.

Es algo muy arriesgado pues si existen unos 100 proyectos de vacuna en marcha en el mundo hoy, alguno acertará y será muy segura y eficaz, pero insisto que estamos «hablando por hablar» pues en la actualidad no hay nada, investigaciones sí pero sin conclusiones, que tardarán.

Está por ver si las vacunas para la Covid ofrecen la inmunidad de grupo deseada.

Los epidemiólogos tratan de predecir cómo se desarrollará la pandemia de coronavirus hasta que «la vacuna» esté disponible. Sin embargo, ambos están rodeados de una incertidumbre sin resolver sobre si el sistema inmunológico puede montar una respuesta sustancial y duradera al coronavirus actual y si la exposición a los coronavirus del resfriado común circulante proporciona algún tipo de inmunidad protectora.

Es aún precipitado afirmarlo pero por suerte parece ser que nuestro sistema inmune reconoce bien el actual coronavirus e incluso, como es de una familia «conocida» por causar, por ejemplo, resfriados, hay una fuerte inmunidad natural. 

Hay vacunas que son buenas, de calidad, como la de la rabia pero que no crean inmunidad de grupo; tampoco la crea la vacuna contra el tétanos (ni la vacuna de la difteria, ni la de la tosferina, ni la de la fiebre amarilla…). De hecho, la vacuna de la tosferina tiene externalidad negativa (daña a terceros) al forzar la evolución de la bacteria con mutaciones a formas más agresivas, «resistentes» a la propia vacuna.

Es decir, el asunto es más complejo y podemos vernos en la tesitura de tener en unos meses vacunas que presenten carencias, algo que tendrán que tener en cuenta los del «trabajo preliminar para la aceptación social de la vacuna» pues la mejor aceptación social proviene de la transparencia, de los datos científicos corroborados y rigurosos, publicados para que contribuyan al debate social, etc.

De los más de 100 ensayos clínicos que se hacen en el mundo hoy para encontrar una vacuna unos diez se hacen en España. Y cada uno elige una vía para llegar a buen puerto. Hay uno, por ejemplo, que no es una vacuna dirigida contra el coronavirus. Se trata de ver un efecto inespecífico de


Un producto pensado para otra cosa y que puede dar alguna protección, que no va a ser del 100% ni del 80%, pero que puede ayudar a la inmunidad innata entrenada».

Lo escrito, aún es pronto, son muchas las investigaciones abiertas, con diferentes enfoques y expectativas. Llama la atención que haya importantes gobiernos firmando acuerdos comerciales ya, sin saber qué sucederá con la Covid en unos meses, cuando posiblemente llegue alguna vacuna al mercado. Y no parece que estén sentándose las bases para que esos acuerdos y la investigación de los productos «elegidos» sean transparentes y ganarse así la confianza de la población.

Por no citar a qué tipo de empresas se les compran vacunas y lo escribo porque en el Bufete Almodóvar & Jara llevamos años litigando con AstraZeneca por la muerte de una persona en un ensayo clínico suyo, caso nada aislado, por cierto.


Acusan a Bill Gates de querer Insertar Microchips en Vacuna de Coronavirus




lunes, 22 de junio de 2020

Estos son los Principales Fármacos para Combatir la COVID-19

Retrovirales, anticuerpos monoclonales e inhibidores del sistema inmunitario forman las tres grandes familias de medicamentos con los que se intenta combatir el nuevo coronavirus. 

En ausencia de una vacuna, la única alternativa disponible para combatir el patógeno es el uso de fármacos en fase de estudio, algunos de ellos aprobados anteriormente para el tratamiento de otras enfermedades, como la malaria o la artritis.


Miles de investigadores se afanan en conseguir frenar la COVID-19.Foto: iStock

Sergi Alcalde
18 de mayo de 2020, 15:55 
Actualizado a 18 de mayo de 2020, 18:28

La OMS ya ha avisado de que el nuevo coronavirus podría convertirse en un patógeno endémico, y sabemos que la vacuna puede tardar muchos meses todavía en llegar, lo que deja a los tratamientos médicos como la única arma disponible para combatir el patógeno, máxime ahora que sabemos que la seroprevalencia (el número de personas que ha superado la enfermedad) es relativamente baja.

 En los últimos meses se han multiplicado los estudios sobre tratamientos posibles, aunque también las alertas sobre posibles efectos adversos. En el portal clinicaltrials.gov se lleva la cuenta de los ensayos clínicos. En el momento de redactar este artículo había más de 1.500. Algunos medicamentos son prometedores. La eficacia de otros todavía está por probar.

Algunos medicamentos son prometedores y la eficacia de otros todavía está por probar. en total hay más de 1.500 ensayos clínicos de cara a conseguir un tratamiento.

Se calcula que en todo el mundo hay unos 200 fármacos en vías de investigación para combatir el SARS-CoV-2, la mayoría de los cuales consistentes en antivirales, aunque también existen numerosos ejemplos de tratamientos que combaten los estragos provocados por la actuación de nuestro sistema inmunitario, o bien tratamientos de anticuerpos monoclonales.

En la actualidad existe un gran número de estudios en marcha, la mayoría de ellos auspiciados por el proyecto Solidaridad de la Organización Mundial de la Salud, en el que colaboran más de 90 países de todo el planeta. Otra de las iniciativas destacadas es Recovery Trial, organizado por la Universidad de Oxford, en la que se analizan casos de más de 5.000 pacientes. 

En España, el Instituto de Salud Carlos III lleva la cuenta de más de un centenar de proyectos de investigación destinados a frenar la Covid-19, y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recoge en su página web las recomendaciones médicas sobre los distintos fármacos disponibles, así como las últimas noticias relacionadas con su posología o posibles efectos adversos. 

Todos los esfuerzos son pocos para encontrar nuevos tratamientos eficaces para combatir esta nueva enfermedad, pero no todos los medicamentos son seguros, ni todos se usan en las mismas condiciones. He aquí una lista de los más utilizados.

ANTIVIRALES

Son medicamentos que atacan directamente al virus. Según un estudio publicado por la revista especializada The Lancet, la combinación de los fármacos denominados lopinavir y ritonavir e interferón beta 1-b podrían acortar el período de supervivencia del virus en el organismo de pacientes hospitalarios con síntomas moderados

Esta combinación de fármacos se utiliza para otros virus, como el VIH, y, según los autores del estudio, es eficaz debido a su potencial para inhibir la proteasa, una enzima que tanto el VIH como el nuevo coronavirus emplean para multiplicarse.

También pertenece a este grupo el remdesivir, uno de los fármacos más populares contra el SARS-CoV-2, perteneciente al grupo de los medicamentos análogos de nucleótidos, los cuales actúan contra las polimerasas del ARN del virus. 

La farmacéutica Gilead lo diseñó como tratamiento efectivo contra el virus del Ébola, aunque posteriormente se demostró su eficacia para tratar otros virus, entre ellos otro coronavirus, el causantes del MERS.

Este medicamento fue catalogado como el "fármaco estrella" contra el SARS-Cov debido a los primeros estudios preliminares que se hicieron públicos. 

Sin embargo, su eficacia probada ha sido objeto de polémica, especialmente después de que la OMS filtrara los resultados del primer gran ensayo clínico que se hacía hasta la fecha en el que se concluía que el fármaco tiene efectos más que discretos. 

Gilead se escudó alegando que aquellos resultados no eran concluyentes, y que la tendencia de informes posteriores probarían los beneficios potenciales del fármaco, especialmente en aquellos pacientes tratados en fases tempranas. 

De momento sabemos que la Administración de Medicamentos y Fármacos de Estados Unidos aprobó el día 1 de mayo su uso para pacientes en estado avanzado de la enfermedad.

 A pesar de ese visto bueno, en España, la AEMPS alega que “es un fármaco no bien caracterizado”, y advierte de que su principal reacción adversa es la hipotensión infusional y no permite su uso compasivo, esto es, fuera de los ensayos clínicos.

REGULADORES DEL SISTEMA INMUNITARIO

Cuando el coronavirus entra en nuestro organismo desata una respuesta coordinada del sistema inmunitario en distintas fases. Entre la compleja batería defensiva de este se encuentran los fagocitos, encargados de aniquilar las células infectadas. 

Además de abalanzarse sobre sus potenciales víctimas, estas células inmunitarias producen un arma secundaria llamada ‘citoquina’, una proteína que se encarga de hacer un ‘efecto llamada’ a todo el organismo para que se ponga en estado de alerta. Sin embargo, su exceso puede llegar a ser contraproducente.

 La llamada ‘tormenta de citoquinas’ puede desatar inflamaciones con fatal desenlace, especialmente en pacientes graves o en estadios avanzados de la enfermedad. Una de estas citoquinas son los interferones, una molécula involucrada en el proceso de inflamación destinado a combatir el virus. El interferón beta 1-b administrado junto con otros dos antivirales es, como se ha mencionado en el primer punto, uno de los medicamentos evaluados contra la Covid-19. 

Pero, paradójicamente, existen estudios clínicos que indican que podría ser más perjudicial que efectivo, pues aumenta la cantidad de receptores ACE2: las células ofrecen más puertas de entrada al virus.

 Por este motivo, por el momento, la AEMPS no los incluye entre los posibles tratamientos eficaces. “No existe por el momento evidencia procedente de ensayos clínicos controlados. Es más, hay evidencias recientes del grupo de Ordovas-Cordobés in vitro muestran como el interferón es capaz de aumentar la expresión de ACE2 en células epiteliales humanas, lo cual puede favorecer la infección” reza un comunicado.

He aquí otra paradoja, ante una ‘tormenta de citoquinas’ provocada por el sistema inmunitario, uno podría pensar que la mejor solución sería ‘frenar’ o ‘apagar’ esa ‘sobreactuación defensiva’. A tal efecto existe en el vademécum numerosos medicamentos inmunosupresores. 

El problema es que, precisamente, el sistema inmunitario es nuestra principal arma defensiva contra el virus. La clave está aquí en encontrar alguna molécula capaz de apagar esa excesiva inflamación provocada por las citoquinas sin mutilar nuestras defensas.

En esta idea existen numerosos estudios clínicos en los que se investigan distintos medicamentos. Uno de ellos es la anakinra, una molécula que neutraliza la actividad biológica de la interleucina-1 (IL1), la citoquina responsable de las inflamaciones locales. 

La AEMPS afirma que es un medicamento utilizado para el tratamiento crónico de una serie de enfermedades inflamatorias, por lo que se autoriza su uso fuera de ensayos clínicos- uno de ellos llevado a cabo en España-, aunque precisa que su eficacia no está demostrada.

Otro de los potenciales medicamentos con capacidad para ‘apaciguar’ el sistema inmunitario sin perjudicarlo son la cloroquina y la hidroxicloroquina. Se trata de dos medicamentos usados inicialmente para tratar la malaria, que posteriormente han sido empleados para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide.

La AEM advierte de que “hasta el momento, la información disponible sobre su acción antiviral procede de estudios in vitro y series de pacientes con limitaciones de tamaño y metodología” y que “se están llevando a cabo diferentes estudios para evaluar su eficacia y seguridad”. Eso sí, admite que aunque en la actualidad los datos sobre su eficacia son limitados, es uno de los medicamentos de uso común en el tratamiento del a Covid-19.

No obstante, advierte la organización, estos dos medicamentos constituyen un potencial tratamiento para la Covid-19 y se están utilizando en la práctica clínica de forma extensa en pacientes de Covid-19, a dosis superiores a las recomendadas en sus indicaciones autorizadas y frecuentemente en asociación con el antibiótico azitromicina.

Igual que el remdesivir, la cloroquina ha sido uno de los medicamentos estrella de la pandemia, impulsado sobre todo por declaraciones públicas de altos mandatarios políticos, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el de Francia, Emmanuel Macron. 

Sin embargo, sucesivos ensayos clínicos han demostrado que en determinados casos puede hacar más mal que bien. El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos ya manifestó en su día el riesgo de que los enfermos tratados con este fármaco pudieran sufrir una parada cardíaca. 

Además de este efecto adverso, las autoridades sanitarias, entre ellas el Ministerio de Sanidad de España, ha advertido a los profesionales médicos que estos medicamentos también podrían producir trastornos psiquiátricos, entre ellos cuadros agudos de psicosis, algo que advierte detalladamente la AEMPT en su página web.

Otro de los medicamentos en fase de ensayo clínico es el tocilizumab (TCZ), un inhibidor de la IL-6. 

Un fármaco también usado para el tratamiento de la artritis reumatoide y el síndrome de liberación de citoquinas asociado al tratamiento con inmunoterapia. 

La AEMP informa de que en marzo este medicamento “se incluyó en el séptimo plan actualizado de diagnóstico y tratamiento para SARS-CoV-2 emitido por la Comisión Nacional de Salud de China”, aunque “ no ha recibido la aprobación de la autoridad sanitaria para esta indicación en ningún país y en la actualidad no existe evidencia clínica sólida con respecto a la seguridad y la eficacia”. 

Este medicamento es uno de los primeros en incorporarse a los tratamientos contra la Covid-19, por lo que, según apuntan las autoridades sanitarias españolas, es uno de los fármacos sobre los que se tiene más experiencia clínica. Se emplea fundamentalmente para reducir la necesidad de los pacientes a recibir ventilación mecánica, y existen estudios en China que han probado su eficacia, aunque con un número limitado de pacientes.

ANTICUERPOS MONOCLONALES

Cuando el SARS-COV2 infecta nuestro organismo, este actúa produciendo unas proteínas llamadas anticuerpos, destinadas a combatir el antígeno. Una de las posibilidades médicas que ofrece esta respuesta inmune es utilizar parte de estas proteínas, presentes en el plasma de los pacientes infectados, para fabricar medicamentos que actúen directamente contra el patógeno.

 Otra opción es clonar estos anticuerpos naturales en un laboratorio. Es lo que se conoce con el nombre de ‘anticuerpos monoclonales’. Estos tratamientos, probados con éxito en otras enfermedades, como el cáncer o el ébola, es quizá uno de los más prometedores, aunque su desarrollo no es fácil, ni barato. 

Es por ello que numerosas organizaciones internacionales, entre ellas la Comisión Europea, están aunando esfuerzos para financiar proyectos de investigación en esta materia. 

Uno de ellos es el proyecto MANCO (Monoclonal Antibodies against 2019-New Coronavirus), en colaboración con grupos de investigación, empresas biotecnológicas y organizaciones médicas de distintos países, entre los que figura el Centro Nacional de Biotecnología (CNB).

Entre las conclusiones más interesantes figura la de un equipo de investigadores de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos: en un experimento probado con ratones humanizados (modificados genéticamente con células humanas) para producir anticuerpos que ataquen al proteína S, la espícula que el virus utiliza para introducirse en las células humanas. Descubrieron que uno de los anticuerpos utilizados podría neutralizar al nuevo coronavirus.

Uno de los principales beneficios del estudio de anticuerpos para el tratamiento de la Covid-19 es su transversalidad, pues permite incorporar a la lucha contra el nuevo patógeno algunos de los avances probados en ámbitos como la investigación oncológica. 

Es el caso del trastuzumab, un medicamento de eficacia probada contra el cáncer de mama que utiliza un anticuerpo monoclonal que imita el sistema inmune. 

En Barcelona, un grupo de expertos liderado por Joan Seoane, director de Investigación Traslacional del Instituto de Oncología de la Vall d’Hebron, ha desarrollado un anticuerpo monoclonal que frena una proteína involucrada en la progresión de los tumores que podría servir también para desarrollar un fármaco contra el coronavirus. E

l resultado de investigaciones como esta podría dar un paso definitivo que nos ayude a combatir definitivamente el virus hasta que el mundo disponga de una vacuna eficaz.


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