domingo, 28 de junio de 2020

Detectan Daños Cerebrales en pacientes graves con Covid-19

Un seguimiento a 125 pacientes con coronavirus reveló que la nueva enfermedad puede causar accidentes cerebrovasculares, inflamación, psicosis e incluso síntomas similares a la demencia.

Un paciente antes de someterse a una tomografía computarizada en Roma, Italia, el 25 de mayo de 2020.Yara Nardi / Reuters

Además de daños pulmonares y dificultades respiratorias, muchos pacientes con covid-19 severo pueden sufrir daños en el cerebro, según un estudio preliminar publicado este jueves en la revista Lancet Psychiatry .

La investigación, realizada por científicos de varias universidades de Reino Unido, descubrió que la nueva enfermedad puede causar complicaciones, como accidentes cerebrovasculares, inflamación, psicosis e incluso síntomas similares a la demencia.

En el marco del estudio, que se realizó entre los días 2 y 26 de abril, fueron examinados 125 pacientes hospitalizados a los que se diagnosticó covid-19. 


El accidente cerebrovascular fue la complicación cerebral más observada, ya que se registró en 77 de los 125 pacientes y, en la mayoría de los casos, vino dada por un coágulo de sangre en el cerebro, conocido como accidente cerebrovascular isquémico.

Otro de los resultados arrojados mostró que 39 pacientes presentaban signos de confusión o cambios en el comportamiento, reflejo de un estado mental alterado. De todos ellos, 9 tenían encefalopatía (disfunción cerebral no especificada) y 7 encefalitis (inflamación del cerebro).

Los autores de la investigación subrayan la necesidad de realizar estudios más exhaustivos para encontrar los mecanismos que determinan estos resultados.

Publicado:27 jun 2020 16:47 GMT

El Remdesivir se convierte en el Primer Antiviral contra la Covid-19 Probado con Éxito en macacos

El tratamiento respondió con éxito frente a los síntomas y el daño a los pulmones del coronavirus.

Imagen de archivo de un macaco.PIXABAY

Los pulmones son los órganos más afectados por el coronavirus SARS-CoV-2, que, en los casos más graves, acaba generando una neumonía en los pacientes.

La ausencia de un tratamiento específico ha hecho que los médicos hayan tenido que emplear medicamentos desarrollados para otras enfermedades en busca de una solución de emergencia mientras se desarrollan las investigaciones en los laboratorios.

Finalmente, una de esas investigaciones ha dado evidencias de que el remdesivir, un fármaco desarrollado por el laboratorio estadounidense Gilead para combatir el virus del ébola, es efectivo a la hora de prevenir la neumonía derivada de la Covid-19, al menos en macacos.

Según un artículo publicado en la revista Nature, el tratamiento temprano con remdesivir ha demostrado reducir la carga viral y prevenir la enfermedad pulmonar en macacos rhesus, previamente infectados con SARS-CoV-2.

Los investigadores, de los Institutos de Salud de Estados Unidos (NIH), recuerdan que este fármaco tiene una amplia actividad antiviral y ha demostrado ser eficaz en modelos animales contra las infecciones por dos coronavirus anteriores al actual, SARS-CoV y MERS-CoV.

Tras anunciar unos resultados prometedores en los ensayos clínicos realizados con este medicamento, Gilead se disparó en bolsa a finales de abril, aunque los ánimos se enfriaron pocos días después tras los datos publicados por la OMS tras un ensayo en China en el que no se demostró ningún beneficio.

Esta investigación renovará las expectativas en el antiviral que se testado actualmente en ensayos clínicos en humanos.Japón es el único páis que ha aprobado, hasta la fecha, su uso, aunque Gilead ya solicitó este lunes permiso a la Agencia Europea del Medicamento para poder distribuirlo en la Unión Europea.

El experimento con los macacos

En este nuevo trabajo, Emmie de Wit y sus colegas han investigado los efectos del tratamiento con este fármaco en macacos rhesus, que ya mostraron capacidad para desarrollar inmunidad de forma natural tras contagiarse de la Covid-19 en otro estudio realizado en mayo.

En sus experimentos, los científicos trabajaron con dos grupos de macacos con coronavirus SARS-CoV-2; un grupo fue tratado con remdesivir 12 horas después de la inoculación del virus (cerca del pico de replicación del virus en los pulmones) y recibieron tratamiento cada 24 horas hasta seis días después de la inoculación.

A diferencia del grupo de control, los macacos que recibieron el remdesivir no mostraron signos de enfermedad respiratoria y redujeron el daño a los pulmones.

La carga viral en las vías respiratorias inferiores también se redujo en los animales tratados; los niveles virales fueron unas 100 veces más bajos en las vías respiratorias inferiores de los macacos tratados con remdesivir 12 horas después de la primera dosis.

El virus infeccioso ya no se podía detectar en el grupo de tratamiento tres días después de la infección inicial, pero seguía siendo detectable en cuatro de los seis animales de control.

A pesar de esta reducción del virus en las vías respiratorias inferiores, no se observó ninguna reducción de la eliminación del virus, lo que indica que la mejora clínica puede no equivaler a una falta de infección.

La dosis de remdesivir en los macacos rhesus es equivalente a la utilizada en los seres humanos, señalan los autores.

No obstante, advierten de que es difícil traducir directamente el momento de la utilización del tratamiento en las etapas de la enfermedad en los seres humanos, porque los macacos rhesus normalmente solo desarrollan una enfermedad leve.

"Aunque el modelo de macaco rhesus no representa la grave enfermedad observada en humanos con Covid-19, nuestros datos apoyan el inicio temprano del tratamiento con remdesivir en pacientes con esta enfermedad para prevenir la progresión a la neumonía".

sábado, 27 de junio de 2020

La OMS afirma que el Coronavirus se Comporta como la Gripe Española, que Volvió en Otoño y causó 50 millones de muertos

AFP

Ranieri Guerra director adjunto de la OMS advierte: «Covid como la española, que descendió en verano y retornó ferozmente en septiembre y octubre, causando 50 millones de muertos durante la segunda ola»

La previsión que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la pandemia no puede ser más preocupante. El coronavirus sigue circulando, en algunos países disminuye la difusión, pero en otros crece. Ranieri Guerra, director adjunto de la OMS, ha advertido en una entrevista a la RAI: «El coronavirus se comporta siguiendo la hipótesis que habíamos planteado.

 La comparación es con la española, que se comportó exactamente como Covid: descendió en verano y retornó ferozmente en septiembre y octubre, causando 50 millones de muertos durante la segunda ola».

Con esta declaración, Ranieri Guerra ha querido responder a un reciente documento de expertos que dieron por finalizada la «emergencia finalizada». 

Firmaron el escrito, entre otros prestigiosos científicos, Arnaldo Caruso, presidente de la Sociedad italiana de virología y profesor universitario en Brescia; Matteo Bassetti, director de enfermedades infecciosas del policlínico San Martino de Génova; Giuseppe Remuzzi, director del Instituto de Investigaciones farmacológicas Mario Negri; Massimo Clementi, director Microbiología y Virología hospital San Raffaele de Milán.

Las UCI ahora, vacías

Los diez expertos, que han luchando en primera línea para contener la epidemia, se mostraban convencidos de que el virus ha perdido su fuerza de contagio. «Evidencias clínicas no equívocas desde hace tiempo señalan una marcada reducción de los casos de Covid-19 con sintomatología», afirman los 10 científicos en su comunicado. 

La respuesta a estos expertos por parte de la OMS ha sido contundente: «Al desaparecer el virus de la clínica, parece que todo se haya acabado, haber terminado, pero no es así», ha explicado Rainieri Guerra, señalando que él observa hechos: «No profundizo en las clasificaciones y definiciones artificiales que pueden hacer distinguidos colegas de varias disciplinas. 

Miro los hechos y estos dicen que el genoma del virus sigue siendo el mismo y los hechos dicen que la tendencia de una epidemia como esta es ampliamente pronosticada y previsible. 

Hay un descenso que coincide con el verano». Es indiscutible que las unidades de cuidados intensivos se han vaciado casi completamente de pacientes, pero esto era previsible, según Rainieri Guerra:

«Es cierto que las UCI se han vaciado, pero lo han hecho como esperábamos que sucediera, pero no queremos que se llenen nuevamente en otoño. Todas las precauciones que estamos adoptando tienen el objetivo de limitar la circulación de virus cuando retorne la nueva ola».
Vacuna contra la gripe

El arma para afrontar mejor el coronavirus en otoño es vacunarse contra la gripe: «Italia está lista para vacunar al 100% de la población contra la gripe, según las indicaciones ofrecidas por el ministerio de Salud «, concluyo Ranieri Guerra, director adjunto de la OMS.

En la misma onda que el profesor Guerra, advirtiendo de que el virus retornará en otoño, se manifestó Walter Ricciardi, el asesor del ministro de Sanidad, Roberto Speranza: «Este virus se propagará entre los jóvenes, que se convertirán en portadores de la infección.

 El problema será que, debido a la falta de medidas de seguridad por parte de los jóvenes, lo transmitirán a los abuelos y padres y veremos la presión sobre el sistema sanitario. Esto ocurrirá en el otoño».


Fiebre alta y desmayos: los primeros efectos secundarios de las vacunas contra la Covid-19

La vacuna de Moderna contra el coronavirus ya ha sido probada con voluntarios, que han experimentado los primeros efectos secundarios donde destacan los desmayos y la fiebre alta

Un laboratorio trabaja en el medicamento contra el coronavirus 

AMR ABDALLAH DALSH REUTERS

Casi dos centenares de investigaciones trabajan para desarrollar una vacuna contra el Covid-19 aunque cuatro de ellas se encuentran más avanzadas que el resto. Entre éstas destaca la desarrollada por el Centro de Investigación de Vacunas de Estados Unidos y la compañía Moderna, con sede en Cambridge (Massachusetts).

La vacuna de Moderna Terapeutics ya ha sido probada en varios ensayos con voluntarios, que han experimentado los primeros efectos secundarios donde destacan los desmayos y la fiebre alta.

Uno de estos voluntarios es Ian Haydon, un joven de 29 años de Seattle, cuya experiencia en el ensayo ha sido recogida por el diario médico STAT.

Haydon desarrolló fiebre por encima de los 39'5 grados doce horas después de recibir la segunda dosis. El joven acudió a urgencias, donde fue atendido. Sin embargo, al llegar a casa se desmayó.

"Entiendo que compartir mi historia va a ser aterrador para algunas personas. Espero que no genere ningún tipo de antagonismo hacia las vacunas en general o incluso hacia esta vacuna", ha señalado en una entrevista con CNN antes de explicar que busca contar su experiencia para que "contrarreste la desesperación que algunas personas sienten por lanzar una vacuna al mercado, independientemente de las consecuencias".

Y concluye: "Hay que encontrar una dosis que haga que el cuerpo produzca anticuerpos, pero que no provoque demasiados efectos secundarios".

LOS EFECTOS DE LA VACUNA RUSA

Por su parte, el pasado 23 de junio la Universidad de Séchenov (Moscú) hizo público un informe sobre las pruebas de la vacuna contra el Covid-19 que se están practicando en la institución.

Un grupo de 20 voluntarios han recibido una inyección del fármaco experimental. Algunos de éstos han experimentado un ligero aumento de la temperatura y dolor de cabeza aunque, según señala el informe, los síntomas cesaron en las siguientes 24 horas.


viernes, 26 de junio de 2020

Plantas repelentes para ahuyentar a los mosquitos y a otros insectos

Muchas plantas atraen a los insectos a fin de polinizarse, pero algunas también los ahuyentan a través de sus propios mecanismos de defensa. Descubre las más adecuadas y cómo utilizarlas.

El ser humano se ha valido siempre de plantas o remedios herbarios para alejar a los insectos. 

Una tradición que aún perdura y que está al alcance de todos es, por ejemplo, colgar ramilletes de plantas frescas –como romero, tomillo, albahaca, salvia, ruda o ajenjo– en la zona de descanso.

En las últimas décadas la industria ha desarrollado insecticidas y plaguicidas eficaces. Pero es preciso tener presente que, debido a su composición química, su uso continuado y su dispersión pueden provocar perjuicios al medio natural, sin olvidar que se dan casos de efectos secundarios en las personas, como la aparición de alergias, urticaria y dermatitis por contacto o incluso interferencias en el sistema inmunitario.

La propia naturaleza, a través de un amplio abanico de especies vegetales, brinda soluciones acaso menos contundentes, pero más respetuosas con el medio ambiente y más seguras, al estar libres de sus efectos tóxicos. 

PLANTAS REPELENTES DE MOSQUITOS

Además de colgar ramilletes, se pueden colocar macetas con plantas repelentes en los alféizares y el balcón, distribuir quemadores y ambientadores por la casa, o fabricar saquitos rellenos de plantas impregnadas de aceites esenciales y guardarlos en los armarios.

A estas medidas se pueden sumar otras preventivas, como evitar la ropa estridente u oscura, o la manga corta y el escote cuando se está en espacios muy proclives a los insectos, procurar no usar perfumes ni desodorantes perfumados y no optar por comidas muy dulces si se vaya a salir al campo.

Son, en suma, soluciones tradicionales que funcionan mejor o peor, como la maceración de ajenjo, que pulverizada es eficaz contra los ácaros, pulgones y hormigas, o la infusión de romero que repele a las garrapatas, o el tiesto de albahaca que ahuyenta a las moscas, o las friegas con hojas de saúco, útiles contra moscas y mosquitos. Entre las plantas más eficaces se encuentran las siguientes. 

DIFUSORES PARA EL HOGAR

Como alternativa a los insecticidas convencionales en spray y a los dispositivos eléctricos, se pueden adquirir quemadores de olor (de metal o cerámica), hornillos de aceite, humidificadores o vaporizadores con etanol, sprays, varillas para quemar, velas perfumadas y aros huecos rellenos de esencia que se adaptan a las bombillas y se calientan al encenderlas.

Todos estos productos utilizan aceites esenciales que, por efecto del calor, la humedad o la evaporación, desprenden un aroma que ahuyenta a la mayoría de insectos.

Son útiles esencias como: árbol del té, jazmín, geranio, manzanilla, lima, laurel, bergamota, eucalipto, albahaca, romero o citronela.


Las mascarillas, Claves para Evitar una Segunda Oleada de la Pandemia

Su uso masivo combinado con restricciones puntuales evitaría el rebrote del coronavirus, según modelos matemáticos


Un transeúnte pasa ante un escaparate de una tienda de Ereván, Armenia.KAREN MINASYAN / AFP

Una simulación con 60 millones de personas muestra que si todas llevaran mascarilla la mayor parte del tiempo no se producirían segundas o terceras oleadas de la pandemia de coronavirus. 

Incluso con porcentajes mucho menores, la propagación de la covid bajaría de su índice de reproducción sin necesidad de las medidas más extremas de confinamiento. Según los autores de este estudio, a falta de herramientas más tecnológicas y avanzadas, cubrirse la cara de forma masiva daría el tiempo necesario para encontrar la vacuna. Sin embargo, aún hay científicos escépticos.

El sentido común dice que llevar mascarilla protege de cualquier partícula o patógeno aerotransportados. Pero la ciencia no lo tenía tan claro. Hasta la emergencia de la actual pandemia, han sido pocos los estudios sobre la eficacia de cubrirse boca y nariz para frenar la propagación de virus.

 La mayoría de los más recientes están relacionados con la gripe o el brote de SARS de 2003. Quizá por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y muchos Gobiernos, como el español, han tardado tanto en recomendar u obligar a usarlas.

Ahora, un par de modelos matemáticos elaborados por investigadores británicos muestran que algo tan poco sofisticado como varias capas de tejido de algodón puede ser la primera línea de defensa contra el coronavirus. 

Su trabajo, que usa a la población del Reino Unido para su simulación, se alimenta de datos reales de infectados y un ritmo de contagio previo a las mascarillas similar al máximo alcanzado por una decena de países europeos. 

Con estos y otros parámetros epidemiológicos, intentan responder a la siguiente pregunta: ¿qué grado de adopción de las mascarillas haría falta para rebajar el índice de reproducción a menos de uno? Bajar de esa cifra implica la desaparición de la epidemia en un mayor o menor lapso.

Apenas hay estudios sobre la efectividad de las mascarillas para frenar el contagio

“Nuestros análisis respaldan la adopción inmediata y universal de las mascarillas”, dice el principal autor del estudio, Richard Stutt. Hasta ahora, este investigador de la Universidad de Cambridge modelaba la propagación de enfermedades entre los cultivos vegetales, un conocimiento que ha aplicado a la actual pandemia humana.

 “Si combinamos el uso masivo de las mascarillas con la distancia física y cierto grado de confinamiento, se podría gestionar de forma asumible la pandemia al tiempo que se recupera la economía mucho antes de que haya una vacuna efectiva”, añade.

Los resultados del estudio, publicados en la revista científica Proceedings of the Royal Society A, señalan que si al menos la mitad de la población llevara mascarilla en público, el ritmo de contagio bajaría de un índice de reproducción igual a 1. 

Como se ha demostrado, la curva de la pandemia no tira hacia abajo hasta que se logra ese umbral. Con porcentajes cada vez mayores de gente cubriéndose la cara, el modelo indica que el índice se acercaría cada vez más al cero.

Según esta investigación, en la situación ideal de que toda la población se pusiera la mascarilla, el índice de reproducción se mantendría bien por debajo de 0,5. Más importante aún: se evitaría una segunda o tercera oleada si las máscaras se complementan con confinamientos puntuales y parciales al menos durante 18 meses, tiempo que se cree suficiente para la obtención de la vacuna. 

El problema, como reconocen los autores, es que estos escenarios son una simulación que parte de una serie de suposiciones.

“Realizar estudios científicos para medir directamente la efectividad de las mascarillas es muy complicado”, recuerda Stutt. “Podemos ver la reducción del material exhalado por un infectado con o sin máscara, pero lo más difícil es calcular el efecto que esto tiene sobre los susceptibles de contagio”, detalla. Para saberlo con exactitud, habría que exponer a voluntarios al patógeno de forma deliberada, algo que plantea varios dilemas éticos.

Para Ellen Brooks, investigadora en salud pública de la Universidad de Bristol (Reino Unido), “aunque las mascarillas podrían reducir la transmisión en algunos entornos, como tiendas o transporte público, es poco probable que impidan la transmisión de contactos sociales cercanos y sostenidos, como en el hogar”. 

Mientras, el profesor Keith Neal, epidemiólogo de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), acepta la lógica de que cuanta más gente lleve mascarilla, más impacto tendrá en la propagación de la enfermedad, “pero depende mucho de la efectividad de las que vayan a usar”.

Otro temor de algunos científicos es que el uso generalizado de las máscaras genere una aparente sensación de seguridad. “No hay pruebas de que llevar mascarilla lleve a una relajación de otras medidas”, rechaza en un correo la profesora de atención primaria de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Trish Greenhalgh. 

Para ella, el estudio apoya la idea de que “los beneficios de cubrir la cara para reducir la infección entre la población superan a los potenciales daños del uso incorrecto”.
Algunos científicos temen que las máscaras provoquen una relajación en otras medidas de protección

Entonces, ¿por qué la OMS y la mayoría de los Gobiernos occidentales no han recomendado (u obligado) al uso de las mascarillas hasta ahora? El catedrático de epidemiología del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), el español Juan Jesús Carrero, señala que pudo deberse a un cúmulo de circunstancias generadas por una pandemia no vista en tiempos recientes.

“La primera es interpretar la ausencia de estudios científicos como falta de efectividad”, explica Carrero. Inicialmente, las autoridades anteponían el principio de prevención. Otro motivo fue el miedo a un desabastecimiento que dejara al personal sanitario y contagiados sin sus máscaras

 “La tercera es que al usar mascarillas, la gente relajase otras medidas tanto o más importantes, como el distanciamiento físico y la higiene”, apunta el científico español. 

Un cuarto miedo es que no basta con recomendarlas, hay que saber ponérselas. “El mal uso (cómo ponérselas, cómo quitárselas) también puede propiciar el contagio”. Y hay un quinto, que incluso alegó Donald Trump, recuerda Carrero: “Algunos (Trump incluido) pueden no querer usar las máscaras por razones estéticas o sensación de sofoco”.


jueves, 25 de junio de 2020

Coronavirus: Secuelas físicas y mentales Posteriores a Superar la Covid-19

Depresión o atrofia muscular son algunas de las consecuencias derivadas del virus en los pacientes recuperados


DOM 19 ABRIL 2020. 14.00H 

Son varias las investigaciones que intentan arrojar cierta luz sobre el futuro incierto de aquellos que han conseguido vencer al coronavirus. Sus consecuencias perduran una vez se abandona el hospital, especialmente en los casos más graves, y son muchos los que se ven obligados a alargar los tratamientos.

La neumonía es uno de los efectos más comunes producidos por el nuevo coronavirus Covid-19 en el cuerpo humano. Los pacientes que experimentan este tipo de infecciones de forma severa, junto a una inflamación prolongada y enfermedades crónicas subyacentes pueden tener más riesgo de padecer enfermedades futuras como ataques cardíacos, derrame cerebral y problemas renales.

En 2015, Sachin Yende, epidemióloga y médico de cuidados críticos de la Universidad de Pittsburgh descubrió que el riesgo de padecer enfermedades cardíacas era 4 veces mayor en las personas con neumonía, tal y como recoge un artículo de la revista Science. La probabilidad aumentaba también 1,55 veces en los siguientes 9 años. 

Las personas mayores, las más afectadas por el coronavirus, corren un mayor riesgo de padecer a largo plazo otro tipo de enfermedades graves o incluso discapacidad, según Sharon Inouye, geriatra de la Escuela de Medicina de Harvard dedicada al cuidado de la tercera edad.

Aunque todavía no hay investigaciones al respecto, las discapacidades derivadas de la Covid-19 podrían ser similares a las que produce una neumonía severa. En sus estados más graves, estas infecciones pueden desembocar en un edema pulmonar, cuando el líquido se acumula en las numerosas bolsas de los pulmones y provocar problemas respiratorios a largo plazo. Los estudios, no obstante, muestran como la mayoría de pacientes recuperados no desarrollan este tipo de secuelas pulmonares. 

Atrofia muscular como daño colateral 

Las estancias prolongadas en UCI pueden provocar problemas físicos y mentales a futuro,tal y como explica Dale Needham, médico de cuidados intensivos de la Universidad Johns Hopkins. Las infecciones respiratorias graves obligan a los afectados a pasar largos períodos de tiempo conectados a respiradores - hasta 2 semanas en ciertos casos de coronavirus-, provocando casos de atrofia muscular y debilidad ante la falta de movilidad.

Por ello se recomienda mantener en movimiento al enfermo, dentro de lo posible, moviendo con regularidad sus extremidades y fomentando cambios de postura. 

Los tratamientos que mantienen a los pacientes "lo más lúcidos y móviles posibles", especialmente durante la enfermedad, ayudan a mitigar las secuelas a largo plazo. Sin embargo, el colapso de los servicios sanitarios y la naturaleza infecciosa del virus impiden, en muchos casos, la realización de estas prácticas. 

"Nos ha costado mucho mejorar los tratamientos en la atención geriátrica de los hospitales y las UCI y veo que todo eso se ha erosionado durante esta crisis", lamenta Inouye. 

Para Lauren Ferrante, médico pulmonar en la Escuela de Medicina de Yale, el principal problema a corto plazo pasa por averiguar cómo "ayudar a todas esas personas a recuperarse". La falta de personal ha hecho que se reduzcan los fisioterapeutas disponibles y son muchos los supervivientes que tienen que esperar varias semanas, hasta dan negativo en Covid-19 para poder acudir a rehabilitación.

Aumento de los problemas mentales derivados del Covid-19

A las secuelas físicas habría que sumar los efectos psicológicos que puede desencadenar el estrés generado por esta enfermedad en los pacientes recuperados. Los profesionales prevén un aumento importante de los problemas de salud mental una vez pase la crisis. Casos de ansiedad, depresión e incluso trastorno de estrés postraumático. 

Un estudio anterior, reveló que un tercio de las personas hospitalizadas por SARS habían desarrollado síntomas moderados o severos de depresión un año después de superar la enfermedad. 

Otra de las repercusiones que puede causar la hospitalización es el delirio o síndrome confusional agudo (SCA), que puede conducir a alteraciones cognitivas a a largo plazo, tales como problemas de memoria. Médicos como E. Wesley Ely, sospechan que el coronavirus podría tener una implicación directa sobre el cerebro. 

La inflamación que causa el Covid-19 en todo el cuerpo puede limitar el flujo sanguíneo que llega al cerebro y matar "células cerebrales", aclara este neumólogo de la Universidad de Vaderbilt.

Ely afirma que los calmantes que se suelen recetar para la tos o para reducir la angustia y la incomodidad provocada por los tubos de respiración, incrementan por otro lado el riesgo de padecer este tipo de problemas psicológicos. "A medida que los hospitales se quedan cortos con los sedantes más utilizados, recurren a las benzodiacepinas que pueden causar delirio intenso y prolongado", advierte.

En los últimos 20 años, Ely y su equipo han desarrollado un protocolo para reducir la dependencia de dichos fármacos y ayudar al paciente a tolerar la respiración asistida sin tener que recurrir a ellos. 

Secuelas emocionales de los sanitarios

"¿Podríamos tomarnos 2 minutos para tratar de calmarlos, estar allí con ellos, sostener su mano y acariciar su brazo?", se plantea Inouye. La profesional hace referencia especialmente a aquellos pacientes que son sedados debidos a su estado de agitación. 

Los sanitarios también sufren directamente las consecuencias de la pandemia a nivel psicológico. "Al principio me molestaba mucho oír hablar del racionamiento de ventiladores", reconoce Inouye. Al enterarse de un brote de Covid-19 en el centro donde se encontraba su madre de 91 años, sin embargo, pidió al personal del hospital que, si enfermaba, reservaran su respirador para otro paciente. Ante la escasez de equipos de asistencia respiratoria, "creo que debemos ir caso por caso, tenemos que atender los deseos de esa persona y los de su familia", considera.


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