¿Se fiaría usted de las recetas de su médico de cabecera si supiese que una farmacéutica le ha pagado una habitación en un hotel de cinco estrellas? ¿Y qué le hace suponer que no ha sido así? Un movimiento lento pero constante va haciéndose un hueco dentro del mundo médico, un movimiento que clama por unas relaciones menos opacas entre las industrias médicas y los doctores.
A pesar de que diversos códigos éticos advierten sobre estas prácticas, el mundo del visitador médico y de las relaciones farmacia-médico siguen siendo una incógnita para los pacientes de a pie pese a que las cifras que se manejan llegan a ser bastante altas. “Como no existe transparencia, los datos son difíciles de contrastar, pero se estima que en los países de nuestro entorno, la industria dedica cada año entre 6 y 10.000 euros por médico”, explica a El Confidencial el doctor Carlos Ponte, portavoz de la organización No Gracias, que vela por unas relaciones éticas entre industria y doctores.
Estados Unidos es uno de los países que está tomando una mayor conciencia con respecto a esta cuestión. Desde marzo de 2010, la Sunshine Act ha ido aplicándose poco a poco en diversos Estados y la fecha tope para adoptarla concluye en marzo de 2013. Esta ley declara que las relaciones económicas entre dicha industria y los doctores norteamericanos deben ser públicas. Cuando quede totalmente adoptada una página web del Gobierno hará pública una lista con todos los intereses. Entretanto ha tenido que ser la web de información ProPública la que ha creado un buscador para que los ciudadanos puedan saber si su médico de cabecera recibe algún tipo de financiación de alguno de los gigantes farmacéuticos. Todo es poco en un país donde estas empresas financian hasta 300.000 eventos al año.
“La Sunshine Act es importante, pero cuenta con problemas en su aplicación, como la dificultad del público para acceder a estos datos. Sin embargo, esa transparencia debería trasladarse a todo el espacio de la medicina y a los propios pacientes (asociaciones de enfermos). La industria llega a financiarlas también, desde sus revistas hasta las sedes”, añade Ponte, quien aclara que en España la puesta en marcha de algunas medidas similares se encuentra algo estancada.
Uno de los puntos que causa más polémica es la financiación de congresos de formación, unos eventos que resultan sumamente caros. “Las jornadas tienen inscripciones muy costosas porque se sabe que las va a pagar la industria. Normalmente cuando hay viajes y estancias en hotel son muy caras. La financiación continuada se ha orientado hacia el lujo porque la financian las grandes multinacionales del sector”, añade Ponte.
Desde Farmaindustria en su Código de Buenas Prácticas de Promoción de Medicamentos y de Interrelación de la Industria Farmacéutica se hace un llamamiento a la ética en este tipo de acciones. Por ejemplo, a la hora de la organización de eventos formativos “deben evitarse lugares que puedan suponer una imagen inadecuada (como es el caso de lugares ligados estrechamente a prácticas deportivas o recreativas en temporada alta). Asimismo, también se desaconseja invitaciones para eventos deportivos o de ocio o comidas en restaurantes caros.
Solamente en eventos puntuales para congresos oficiales internacionales podrían financiarse viajes al extranjero. En cuanto a regalos de gran cuantía, solamente podrán aceptarse aquellos relacionados con el mundo de la medicina: una guía de 400 euros estaría incluida en la lista, pero una paletilla de jamón la incumpliría.
A la hora de las instalaciones hoteleras en las que podrían ser alojados los participantes en un congreso de medicina, solamente podrían ser albergados en un cinco estrellas en dos ocasiones, cuando hubiese una gran afluencia (más de 200 personas) y “cuando se trate en un hotel de negocios situado en un casco urbano consolidado”
El visitador, el ‘rebelde’ y el ‘apóstol’
Una de las figuras más controvertidas en este asunto es la del visitador médico, el representante de las farmacéuticas que visita a los médicos para hablarles de los nuevos medicamentos. “Hay visitadores que se ponen de tu lado queriendo ser tu amigo. El médico tiene que identificarlo así, pero el visitador siempre está pensando que está trabajando con un cliente”, explica Ponte.
Sin embargo, esta figura no es siempre bien recibida. En este mundillo existen los médicos rebeldes y los apóstoles. Los primeros son aquellos que rechazan la colaboración con la industria, y son un número pequeño, pero ya muy significativo. Por su parte, los apóstoles, son los que sí apoyan este contacto. “España es uno de los países con un mayor número de apóstoles del mundo”, explica Ponte.
“Cada vez hay más conciencia entre los sectores de profesionales, pero esto no ha llegado todavía a las Autoridades Sanitarias. Por esto se paga una factura muy alta ya que las recetas están influidas por la presión de las industrias y el marketing, aunque el coste total es muy difícil de estimar”, explican desde No Gracias.
En España, los regalos están prohibidos desde 2006, pero resulta complicado comprobar el cumplimiento de la norma. Para saber la conveniencia de aceptar o no una dádiva de la industria farmacéutica, el doctor Julián Velasco Gutiérrez, en su estudio Relaciones entre la industria farmacéutica y los médicos de atención primaria propone tres preguntas básicas que deben hacerse los especialistas: ¿Cuál el propósito de la invitación? ¿Qué pensarían mis pacientes de este regalo? y ¿Qué pensarían mis colegas? Por último invita a una recomendación: “No hagas nada que no quisieras ver publicado en la primera página de los periódicos”.
Fuente: El confidencial
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