Irving Kirsch
es director asociado del Programa de Estudios del Placebo de la
Universidad de Harvard. Se hizo especialmente popular en 1995, al hacer
pública una serie de ensayos clínicos que la FDA (Food and Drugs Administration,
“Administración de Alimentos y Medicamentos” de Estados Unidos) no pudo
dar a conocer porque se le habían traspapelado, o algo así, y que
mostraban que la diferencia entre medicamentos antidepresivos y placebos no era suficiente para justificar la comercialización de los fármacos.
En una entrevista realizada por Eduard Punset para el programa Redes,
Kirsch explica la relación entre el efecto placebo y la teoría de la
expectativa de respuesta, según la cual lo que una persona experimenta
depende en buena parte de qué espera experimentar.
La expectativa de respuesta surge desde la sugestión. Una sugestión
es una orden dirigida al individuo de forma que éste responde sin
intervención consciente de su voluntad. Según lo que el subconsciente
crea que es posible, se producirán los procesos corporales necesarios
para materializar su expectativa.
Por ejemplo, las inyecciones placebo son más eficaces en la sugestión
que la ingesta de píldoras. Y el color y forma de éstas también
determina lo que se espera de ellas. La reacción del paciente depende de
los resultados con que éste asocia el placebo: tranquilizante,
analgésico, etc.
En este sentido, los medicamentos no dejan de ser otro tipo de
placebo, pues una buena parte de su efectividad reside también en las
expectativas de respuesta. Al menos, así lo sugieren las investigaciones
del italiano Fabrizio Benedetti,
quien realizó estudios con pacientes que tenían alzheimer y descubrió
que, en aquellos que sufren impedimentos en las funciones cognitivas la
efectividad de los medicamentos disminuye, puesto que el paciente no
puede anticipar los beneficios.
Pero el efecto placebo se extiende más allá de la ingesta de medicamentos. En 2002, se publicó un estudio basado
en 180 operaciones quirúrgicas de rodilla en pacientes con
osteoartritis. Un grupo fue sometido a falsa cirugía, y sin embargo
demostró la misma mejoría posterior que quienes realmente fueron
operados.
La expectativa de respuesta es la mediadora entre la sugestión y la
respuesta física. Este es el mismo procedimiento por el que se
desarrolla el pensamiento mágico, donde la sugestión es un objeto con
una simbología, es decir, una expectativa de respuesta adscrita al
mismo, igual que una píldora es símbolo de curación.
En el pensamiento mágico, el objeto en su estado natural carece del
valor perseguido. Es un agente canalizador. Ya en el siglo XIII, Roger
Bacon reconocía el poder de la sugestión como forma de aprovechar las
supersticiones del pueblo para el bien de la medicina:
Un médico hábil puede actuar sobre el espíritu del enfermo, es decir, puede añadir a sus remedios fórmulas y caracteres, según Constantino lo sostiene, no para que los tales produzcan efectos por sí mismos, sino para que el paciente tome el remedio con mayor confianza y su espíritu se exalte, y su fe se acrezca…
(Citado en Ciencia y ocultismo, Juan García Font)
La virtud no se halla en el compuesto ni le llega del exterior, sino
que es el sujeto quien actúa sobre sí mismo imaginando las cualidades
existentes en el objeto y desarrollando su propia capacidad curativa.
El pensamiento mágico se basa en la analogía, en la asociación de
ideas. Por ejemplo, la analogía empleada en los remedios medicinales de
botánica popular: la signatura. Se trata de alguna característica
perceptible que desvela la esencia oculta del objeto por analogía:
[...] se consideraba que las propiedades de las plantas quedaban indicadas por su forma, color, y otras características. Así, el cardiospermo o farolillo, en cuyas semillas se aprecia la forma de un corazoncito, se consideró remedio natural contra las dolencias del corazón. A la llamada viborera, cuyo fruto tiene semejanza con la cabeza de una víbora, se atribuyeron virtudes para ahuyentar a las víboras y aquellas plantas que, por su aspecto, recordaban los órganos genitales, o bien se tuvieron como remedio para las dolencias de éstos o bien como dotadas de poder afrodisiaco. La lista podría alargarse indefinidamente.
(Ciencia y ocultismo)
Al
igual que ocurre con buena parte de nuestros medicamentos y demás
placebos, el remedio carece de valor si el sujeto sabe que la analogía
no es la responsable del proceso. La sugestión debe provocar una
respuesta no volitiva para que sea efectiva.
Todo esto significa que se actúa directamente sobre el subconsciente,
activando determinados patrones a los que la actitud consciente
permanece ajena. Es por esto por lo que se puede descartar el pensamiento positivo
como herramienta eficaz, pues se basa en una actitud que no provoca
cambio alguno en el subconsciente. Tal y como explica Bruce Lipton en su
libro Biología de la creencia:
La mente consciente es la creativa, la que puede conjurar los «pensamientos positivos». Por el contrario, la mente subconsciente es estrictamente maquinal; repite las mismas respuestas a las señales vitales una y otra vez, para nuestra desgracia. ¿Cuántas veces has montado en cólera por algo tan nimio como encontrarte un tubo de pasta de dientes abierto? Aprendiste desde niño a poner el tapón con mucho cuidado. Cuando encuentras el tubo de pasta abierto, se te «cruzan los cables» y montas en cólera de forma automática. No es más que una sencilla reacción estímulo/respuesta del programa de comportamiento almacenado en el subconsciente.
En lo que se refiere a la capacidad de procesamiento neuronal, la mente subconsciente es millones de veces más poderosa que la consciente. Si los deseos de ésta entran en conflicto con la programación del subconsciente, ¿cuál de las dos crees que ganará? Puedes repetir una y otra vez la afirmación positiva de que eres encantador o que tu cáncer remitirá. Pero si de niño escuchaste una y otra vez que no sirves para nada y que estás enfermo, esos mensajes programados en el subconsciente socavarán tus mejores esfuerzos conscientes por cambiar tu vida.
Para activar las fuerzas del subconsciente, es necesaria la sugestión
en cualquiera de sus modalidades. Desde la hipnosis hasta la proyección
inconsciente, pasando por la ingesta de psicotrópicos. Para gustos, los
colores.
Jung define la proyección como un proceso automático por el que un
contenido inconsciente para el sujeto es transferido a un objeto, de
modo que este contenido aparece como perteneciente al objeto ¿Podríamos
considerar que el efecto placebo no es sino la proyección de una
cualidad autosanadora en objetos externos, a la manera en que el
psicoanalisis habla de la proyección de la sombra en los otros?
¿Los científicos y los publicistas de la industria farmacéutica son
los nuevos magos? ¿Chamanes cuyos cánticos y gestos nos predisponen para
el uso de las fuerzas inconscientes?
Quien sabe. Quizás el pensamiento mágico sea todavía la sombra que
dirige a una civilización tan asustada del misterio de la existencia que
sólo acierta a presumir de razón…
Fuente: http://www.erraticario.com/mente/efecto-placebo-la-eficacia-del-pensamiento-magico/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+Erraticario+%28erraticario%29
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario