Deseo tener pareja pero… Llega un momento en el que uno se plantea qué es lo que está yendo mal en sus relaciones de pareja, por qué fracasan y, de ahí, llegamos al deseo de tener pareja pero luego hay miedos, inseguridades y un malestar que no se sabe qué hacer con él.
Se preguntan muchas mujeres (y hombres) cuando piensan en su estado sentimental: ¿Por qué tengo tan mala suerte en el amor?, ¿Por qué no encuentro pareja cuando otras persona sí? ¿Por qué siempre me pasa lo mismo?
Cuando se produce una ruptura de pareja es común que uno se cuestione qué es lo que ha pasado o que se tenga esa sensación de que siempre ocurre lo mismo. Incluso, con el paso del tiempo pueden reaparecer estas cuestiones que señalan la confusión y el deseo de algo diferente, de tener una oportunidad o una historia que signifique que ha habido un cambio o que ha tenido “suerte”.
Pero ¿Qué es la suerte?, ¿Qué hay en común en todas tus historias de pareja? El mayor denominador común eres tú.
A veces, escoger una pareja diferente parte de un cambio propio para dejar de escoger siempre al mismo tipo de persona. A veces, parte de aprender qué es lo que uno está repitiendo sin darse cuenta: me cuesta decirle a algo que “no” aunque no me apetezca o no me vaya bien, siempre cedo, nunca discutimos (¿así que siempre piensan los dos lo mismo?), amar es aguantar, los celos son fruto del amor, siempre quiere saber dónde estoy, no salgo si él/ella se queda en casa, no quedo con amigos si no va mi pareja, lo nuestro no es hablar, no intenta ni comprenderme, no me escucha nunca…
Cuando uno está bien consigo mismo, cuando se quiere y se respeta, cuando sabe qué tipo de pareja es la que quiere tener y que se merece tener ese tipo de pareja, aunque repitiese en su elección “dañina” no se quedaría largo tiempo o podría tomar las medidas adecuadas para reencontrarse ambos en un lugar más sano. Porque amar no es aguantar, amar es entregarse sin perderse a uno mismo.
Deseo tener pareja pero…
Si te gustaría tener pareja y no la tienes, hay muchas circunstancias a tener en cuenta para saber qué es lo que puede estar ocurriendo. Nosotros nos vamos a centrar únicamente en una de las posibles causas de las que es difícil darse cuenta uno mismo.
¿Alguna vez os habéis topado con vuestra propia ambivalencia en vuestros deseos? Quiero tener una pareja pero no sé si estoy preparado/a para ello. Quiero tenerla pero no sé si realmente quiero ahora mismo todo lo que supone; quiero tener pareja pero no sé si estoy listo/a; quiero tener pareja pero tengo mucho miedo… “Quiero tener pero…”
De las formas más imperceptibles e inconscientes nos colocamos en un lugar emocional y mental en el que no estamos disponibles. Hay un deseo de tener pareja y es estupendo, pero puede que aún uno se encuentre en la barrera del “yo quiero pero todavía no me atrevo” y esto también se percibe desde fuera al evitar el contacto físico o las miradas, esquivar a personas que uno percibe predispuestas o interesadas.
Es probable que te cueste salir de esa zona de confort donde uno no lo tiene todo pero tampoco se está arriesgando y no teme que le hagan daño.
¿Crees que para ser feliz es importante tener pareja?
La felicidad no está ligada a tener o no pareja, la felicidad es un estado interno de satisfacción con lo que uno es o quiere llegar a ser. Si basas tu felicidad en algo ajeno (una pareja, por ejemplo) es mucho más probable que uno se convierta en una persona dependiente e insegura porque su fuente de felicidad está lejos de ser una misma, si no que va a depender de ese algo o alguien.
Uno de los aspectos más importantes para ser feliz es poder ser feliz con uno mismo, independientemente de que haya una pareja o no. Cuando uno se conoce así mismo, cuando encuentra la belleza en la vida y en las cosas, cuando puede disfrutar de momentos de soledad, cuando puede amarse, va a ser mucho más probable que se establezca una relación sana de pareja con alguien pues ese amor y respeto por uno mismo ya está adquirido.
Si, por el contrario, se deposita toda la posibilidad de ser feliz en otra persona, se genera un estado de dependencia e inseguridad que es muy difícil que se pueda colmar.
Valorarte a ti mismo/a – saber poner límites
En cada relación que estableces hay unos límites. En tu trabajo sabes lo que puedes hacer y lo que no, si vas con tu coche sabes que tendrás que seguir unas normas, y si no las sigues te expones a una multa o a tener un accidente. En las relaciones humanas, los límites son fronteras que delimitan lo que sí podemos hacer o lo que no estamos dispuestos a soportar.
Si por inseguridad o miedo no pones límites -Por ejemplo, “¿Y si deja de quererme porque no quiero hacer esto?”- al principio puede ser inocuo, no pasa nada. Con el tiempo, según se van sumando esos pequeños instantes en los que uno ha cedido, en los que se ha callado, no ha puesto límites, lo ha dejado pasar… Se acaba convirtiendo en una forma de relacionarse con la pareja, uno se ha perdido así mismo en tanto ceder y pasar por miedo a perderle que la relación ha dejado de estar en equilibrio. Con el tiempo y con distancia, cuando se producen estas rupturas, se puede llegar a tener la sensación de “Yo no era yo misma con él” o “Yo dejé de ser yo mismo para estar con ella”.
En una relación de pareja son dos los que tienen que reencontrarse, los que hacen su historia y su manera de construirse juntos. Son dos los que limitan y los que consienten, por lo que es importante respetarse uno mismo como respetar los límites del otro para poder crecer ambos, juntos, sin que uno tenga que decrecer para que el otro crezca más.
Solo tú eres responsable de tu felicidad.
Fotos|francescocilione.blogspot.com, cafeaua-ta-online.blogspot, favim.cm/image/301698/
https://depsicologia.com/sin-pareja-tres-razones-que-pueden-ayudarte/
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