Algunas personas que deberían haberse contagiado del Covid-19 no lo han hecho y la ciencia aporta claves para explicar este fenómeno. 9 junio, 2020 02:07
Desde que, a pesar de la polémica sobre su utilidad individual, se ha generalizado la realización de test de anticuerpos entre la población -a muchos se los hacen en sus empresas y otros han pedido la prueba para confirmar sus temores de que habían pasado el Covid-19 sin diagnóstico-, las sorpresas no paran de sucederse.
Personas que han vivido sin aislarse con un contagiado confirmado; gente que había viajado a los países de riesgo en pleno momento de expansión de la pandemia o incluso participantes en eventos multitudinarios celebrados en espacios cerrados, los principales focos de contagio según la ciencia, cuando el coronavirus campaba a sus anchas por España sin que nadie lo supiera a ciencia cierta... muchos de ellos han recibido asombrados un test negativo de anticuerpos. Su organismo, según las pruebas, no ha estado en contacto jamás con el patógeno.
Según explica a EL ESPAÑOL María Montoya, investigadora del CIB-CSIC y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), lo que nos dice la teoría es que para ser inmune a un patógeno -en este caso el Sars CoV-2- el organismo tiene que haber estado en contacto con él".
Traducido a la práctica, esto significaría que para tener garantía de no infectarse del coronavirus en una situación de mucho riesgo, se tendría que haber pasado la enfermedad. Sin embargo,el sistema inmune es muy complejo y mas si hablamos de un virus que no para de darnos sorpresas. Así, Montoya comenta que se está viendo que hay gente que no se podría infectar del coronavirus aunque no hubiera estado en contacto con él previamente.
Son personas que tendrían una inmunidad celular, esa que no se mide por los anticuerpos. "El sistema inmunológico funciona como un ejército; los anticuerpos serían como una unidad -y cada uno de ellos atacaría en una posición-, pero habría otra, que es la inmunidad celular", resume la vocal de la SEI.
Entre las razones para tener esa inmunidad celular habría varias -y muchas que todavía se desconocen. Un estudio publicado en Cell a mediados del mes de mayo- ofreció una nueva sorpresa a la ciencia.
Un equipo de investigadores del Instituto de Inmunología La Jolla (EEUU) llevó a cabo un curioso experimento: utilizaron muestras de sangre recogidas entre 2015 y 2018 que, por lógica, no podrían haber estado en contacto con un virus entonces inexistente.
Sin embargo, al ponerlas en contacto con el Sars CoV-2 reaccionaron: fue como si las reconocieran y lucharan contra ellas, destruyéndolas como a un viejo enemigo del que se saben los puntos débiles.
Sin embargo, al ponerlas en contacto con el Sars CoV-2 reaccionaron: fue como si las reconocieran y lucharan contra ellas, destruyéndolas como a un viejo enemigo del que se saben los puntos débiles.
Según explica Montoya, es un fenómeno relativamente conocido y bautizado como reactividad cruzada. "Se da cuando el sistema inmune se equivoca y confunde a un virus con otro muy parecido".
En este caso, el virus parecido sería el coronavirus que provoca resfriados, una patología leve causada por muchos patógenos distintos entre los que se encuentran algunos de esta familia, como los 229E y los OC43, entre otros.
Saber si una persona tendrá esa inmunidad celular otorgada por esta reactividad cruzada no es fácil. "Habría que hacer pruebas complejas en laboratorio y nunca se podrían hacer de forma masiva; en todo caso a una muestra aleatoria, como se ha hecho en el estudio de seroprevalencia", comenta la experta.
Sin embargo, la reactividad cruzada no es la única que provocaría esa especie de escudo mágico que parece proteger a algunos afortunados. Todo parece indicar que los genes influyen en esa susceptibilidad.
En España, el CSIC está analizando el asunto, en un trabajo dirigido por la investigadora Anna Plannas, que busca estudiar genes de inmunidad innata.
Un estudio recién subido al repositorio de trabajos sin revisar MedRvix ha concluido que tener la sangre del grupo A aumenta en un 50% las posibilidades de requerir de oxígeno si se contrae el Covid-19, añadiendo una nueva pieza más al puzzle.
Como relata Montoya, también podría haber polimorfismos que explicaran que algunas personas no sufran la enfermedad o lo hagan de una forma leve. "Se podría dar una combinación de inmunidad y factores genéticos", apunta.
"Desde luego, este asunto va a dar más que hablar, porque además todo ayuda a la investigación en vacunas. Eso sí, hay que dejar claro que se necesita inversión en investigación y ciencia para avanzar", concluye.
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