Dibujar como una afición, sin prisas,
dedicándole nuestro tiempo libre no sólo da rienda suelta a nuestra
creatividad, sino que nos hace sentir libres y, por lo tanto, más niños.
Dibujar y pintar es una forma excelente de contactar con nuestro niño interior y darle alas para volar y expresarse.
Curiosamente, en nuestros trazos, colores
y forma de dibujar se manifiestan rasgos de nuestra personalidad. Esto
puede verse, por ejemplo, en que la forma que los niños colorean los
mandalas hace aflorar aspectos de su carácter, incluso defectos, lo cual
permite detectarlos a tiempo y corregirlos. También aparecen cualidades
las cuales al ser identificadas, pueden ser potenciadas.
Lo que está
claro es que dibujar nos da mucha información sobre la persona que hace y
pinta el dibujo. Por ejemplo, una persona obstinada y de mente cerrada
puede reflejar problemas de perspectiva en su dibujo, una persona
insegura dibujará trazos temblorosos o una persona con problemas de
atención o no realista puede no reflejar adecuadamente el juego de
sombras y claros en su ilustración. Incluso una persona demasiado
fantasiosa puede no ser capaz de asentar sus personajes, pareciendo que
flotan.
En todo caso, todo ello puede
rectificarse y, sin darse cuenta, seguro que esos cambios sobre el papel
transformarán la personalidad del dibujante y así será como su pasión
por los dibujos le enseñará o impulsará a ser mejor persona, a tomar
conciencia de sí mismo y a tener en cuenta los detalles.
A todos los niños les encanta dibujar y
traer esta agradable actividad a la edad adulta es una forma de sentirse
más joven, vivo y de entablar diálogo con el niño que todos llevamos dentro.
Toda forma de creatividad que podamos
desarrollar va a beneficiar nuestro estado mental y va a contribuir
notablemente a que nos sintamos mejor y más a gusto con nosotros mismos.
Cuando un niño nos enseña sus dibujos no
debemos reírnos de él como si nos burláramos de lo absurdo o de lo que
no entendemos de sus dibujos. Al contrario, debemos apoyar y animar al
niño en su labor creativa y preguntarle qué es lo que para él significa
aquello que no desciframos o comprendemos de su dibujo e intercambiar y
compartir puntos de vista. Esto hará que el niño se sienta escuchado y
que se pone interés en sus inocentes creaciones.
Un niño a la hora de dibujar o colorear
nunca debe sentirse descorazonado por un adulto, al contrario, impulsar
la creatividad del niño lo hará conectar de forma natural con su fuente
creativa lo cual implica que el niño adopta su rol creador, escucha y
presta atención a sus necesidades y, por eso, va a ser más capaz de
satisfacerlas. Además, la creatividad levanta el estado de ánimo, nos
enseña a creer en nosotros mismos y nos motiva y estimula a hacer frente
a las posibles eventualidades u obstáculos que pudiera conllevar el
desarrollo de nuestro potencial creativo.
Los adultos solemos pensar que somos
nosotros quienes enseñamos a los níños, pero, en realidad los niños son
un unos grandes maestros y algunos de ellos suelen mostrárnoslo desde
sus dibujos.
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
http://brisademociones.blogspot.com.es/
www.mjesusverdu.com
GHB - Información difundida por http://hermandadblanca.org/
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