Una temperatura a 17-15 grados favorece la producción de grasa parda, una grasa buena que quema energía para mantener la temperatura corporal adecuada
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Si quiere potenciar su dieta para perder peso, baje el termostato de la calefacción o pase más tiempo al aire libre. Un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Maastricht sostiene que una exposición frecuente a un frío moderado puede ayudar a nuestro organismo a potenciar el gasto de energía y a bajar de peso. Con esta estrategia se consigue que el organismo genere más grasa parda o marrón, una grasa beneficiosa que quema energía para mantener la temperatura corporal adecuada.
Los investigadores, liderados por Wouter van Marken Lichtenbelt, empezaron a estudiar los efectos del frío en el organismo hace más de diez años. Como la mayoría de la población permanece expuesta a una temperatura ambiente el 90 por ciento de su tiempo, pensaron que merecía la pena comprobar si los ambientes cálidos y confortables del hogar o de las oficinas podían ser responsables de esa epidemia de obesidad. ¿Qué pasaría si dejamos que nuestros cuerpos actúen para controlar la temperatura interior?, se preguntaron.
Acostumbrarse al frío
La respuesta se publica ahora en una revista especializada de Endocrinología -«Trends in Endocrinology & Metabolism»- y confirma la hipótesis de partida. Los investigadores encontraron que los voluntarios que participaron en su estudio aumentaron el porcentaje de grasa parda tras permanecer seis horas al día a una temperatura de 15 grados durante diez días. Aseguran que permanecer a esa temperatura no es tan duro y que los participantes terminaron por acostumbrarse al frío y a sentirse más cómodos a menos grados.
En la misma línea, otros científicos japoneses hicieron un experimento similar con un grupo de voluntarios a los que tuvieron dos horas al día a 17 grados durante seis semanas.
Menos vulnerables y menos obesos
A la vista de estos resultados los autores concluyen que la maquinaria que pone en marcha el organismo para contrarrestar el frío y no tiritar puede suponer desde un pequeño gasto de energía hasta un 30 por ciento del presupuesto de energía del cuerpo. Por lo que, además de comer adecuadamente y practicar ejercicio, recomiendan acostumbrarse a pasar más tiempo a una temperatura moderadamente baja. «Así estaríamos más protegidos de la obesidad y seríamos menos vulnerables a los cambios repentinos de la temperatura ambiente», explica Marken Lichtenbelt, autor del estudio.
Pubertad precoz
No es la primera vez que una investigación apunta a la calefacción como responsable de algunos de los cambios que sufre el metabolismo humano. De hecho, a las temperaturas relativamente altas del interior se atribuye el aumento de casos de pubertad precoz en los niños occidentales.
También la grasa parda está centrando la atención de la lucha contra la obesidad. La grasa corporal, aunque odiada, es esencial para mantener el equilibrio energético y ayudar a regular la temperatura del cuerpo. Pero no toda la grasa es igual. El metabolismo cuenta con dos tipos de tejido graso: un tejido adiposo blanco que almacena calorías «extra» y el marrón, una grasa «buena» que quema energía para mantener la temperatura adecuada. Gracias a ella se mantienen calientes los mamíferos que hibernan y los humanos al nacer, después la van perdiendo. El objetivo es potenciar con ayuda externa, ya sea con fármacos o de momento con frío, esa producción de grasa parda para adelgazar.
N. R. C. / MADRID
DÍA 23/01/2014 - 17.03H
http://www.abc.es/salud/noticias/20140123/abci-frio-adelgaza-calor-engorda-201401221938.html
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