Vivimos en la era de la supermedicina. En las sociedades “modernas” se ha instalado elsobredianóstico de enfermedades y ello conlleva sobretratamiento. Esto lejos de parecer o ser bueno es todo lo contrario y además sirve al control social.
Sobretratar y sobremedicar a la población tiene nefastas consecuencias para su saludporque toda intervención médica y farmacológica conlleva riesgo. En la página web de laPlataforma No Gracias de profesionales sanitarios por la ética en medicina, Abel Novoa, su actual presidente, comenta:
La medicamentalización de la vida es una de las estrategias de comercialización de medicamentos y tecnologías más perversas de laindustria farmacéutica. ¿Por qué pararse en los enfermos? ¿Por qué no intentar ampliar las fronteras y, así, el número de personas potenciales consumidores de píldoras?”.
Carga con especial dureza contra el etiquetado como “enfermas mentales” de millones de personas sanas, una perversión que Novoa califica como la operación de control socialmás gigantesca de la historia de la humanidad”.
Se evita así tratar el problema estructural de la sociedad, su modelo económico político, intrínsecamente injusto. No soy amigo de teorías conspirativas, las explicaciones pueden buscarse en la codicia, por lo general. Lo que se plantea es que en tiempos de crisis económica y social y por ello tiempos de agitación, tener drogada a parte de la población es muy sugerente para los responsables de las crisis.
El País publicó datos concretos sobre esto hace poco en un reportaje titulado Pastillas para el dolor de vida:
El consumo de antidepresivos se ha disparado en España. Desde que se extendió el diagnóstico de la depresión y su prescripción en los centros de atención primaria en la década de los noventa, el uso de estos fármacos ha vivido una escalada constante. Su uso se ha doblado en una década. De las 30 dosis diarias por cada 1.000 habitantes registradas en el año 2000 se ha pasado a 64 en 2011″.
La novedad es que por fin el colectivo profesional parece estar despertando de lo que el presidente de No Gracias califica como “letargo inducido” y están apareciendo interesantísimas iniciativas profesionales y políticas, para “luchar contra el ‘imperio médico’ y su brazo armado, el sobrediagnóstico”.
Varios ejemplos de ello los pone un editorial reciente de la revista British Medical Journal(BMJ). Podéis leerlos en castellano pues el propio Novoa ha traducido el artículo. Está abriéndose pues el debate sobre qué sociedad pretendemos si está sobrediagnosticada, sobretratada, sobredrogada y por ello una parte de la misma, a ratos inutilizada y jugándose su salud.
El sobrediagnótico es un problema sistémico. En él concurren mercados imperfectos, negociantes, la incertidumbre, la medicina defensiva y la de la evidencia manipulada y los verdaderos creyentes retroalimentan el que, para autores que denuncian este problema como Welch, Schwartz y Woloshin hacen en su libro Overdiagnosed: making people sick in the pursuit of health (aún no traducido al castellano), es el problema más grave al que se enfrenta la medicina contemporánea.
A mí me parece que lo que hay que hacer es encarar los problemas de la vida; dejar de lado la pastillita y afrontar los problemas sociales.
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