martes, 13 de mayo de 2014

Somatizaciones o Reacciones Psicosomáticas

SOMATIZACIONES O REACCIONES PSICOSOMÁTICAS

Actualmente son muchas las personas que acuden a la consulta de su médico presentando una sintomatología que les genera malestar y una gran preocupación por su salud. 

En un gran número de casos, después de la entrevista y de las exploraciones necesarias, puede que no se encuentre ninguna alteración que justifique su malestar y es entonces cuando suelen ser remitidos al especialista correspondiente. Esto implica someterse a nuevas exploraciones, tratamientos y consultas, sin que se encuentre una causa orgánica a su sufrimiento.

Las consultas de este tipo según las estadísticas están aumentando, constituyendo el 25% de las nuevas consultas en Atención Primaria y, lo más preocupante, suelen

ser diagnosticados y tratados como trastornos difusos sometiéndose a un tratamiento orgánico y a sus consiguientes riesgos, olvidando totalmente el papel de

la psicología en la aparición de estos síntomas. Por todo ello, las somatizaciones tienden a cronificarse, lo que a menudo, genera un abuso o dependencia a determinados fármacos, como sedantes o analgésicos, agravándose así el problema.

Por somatización entendemos cualquier síntoma corporal que surge o se incrementa en respuesta a factores psicológicos o situacionales. Según diversos estudios parece ser que las mujeres presentan una mayor tendencia a somatizar que los hombres, no obstante, esta tendencia varía mucho de una cultura a otra. Además las somatizaciones son frecuentes en pacientes que sufren de depresión y ansiedad y se ha encontrado una gran comorbilidad entre la somatización y el estrés.

En la historia personal de un cliente que somatiza podemos encontrar varios indicadores, entre ellos, un trastorno psicológico coexistente, el haber sido rechazo repetido de médicos que les habían atendido, múltiples pruebas diagnósticas recientes, numerosas visitas a los servicios de urgencia e incluso el haber recurrido a medicinas o terapias alternativas en busca de una explicación.

El realizar una buena evaluación es de suma importancia para el estudio y tratamiento de cualquier trastorno, no obstante, ésta cobra aún mayor protagonismo en las somatizaciones.

Es necesario incluir la somatización en el diagnóstico diferencial y descartar en primer lugar si se trata de una enfermedad orgánica. En caso de confirmarse que el problema es de tipo psicológico, debemos detectar si los síntomas obedecen a otros trastornos más amplios como la ansiedad o la depresión y en caso contrario, buscar las causas psicológicas o del entorno que están provocando que el cliente somatice. Sólo haciendo un buen diagnóstico sentaremos las bases de un buen tratamiento.

Un aspecto a tener en cuenta cuando se trabaja con un cliente de este tipo es que por exagerados que puedan parecer los síntomas, el sufrimiento del paciente es siempre real, siendo necesaria una actitud empática y de aceptación para un manejo eficaz de nuestro cliente, sin caeren una discusión sistemática de todos los síntomas que éste presenta.

Son muchos los síntomas y síndromes que pueden presentar las personas que somatizan, algunos de tal gravedad que pueden desencadenar otros problemas de salud física más amplios. Entre ellos se encuentran los que se exponen a continuación:

a) Gastrointestinales: vómitos, dolor abdominal náuseas flatulencia hinchazón, diarrea, intolerancias alimentarias.

b)Pseudoneurológicos: amnesia, dificultad al tragar, pérdida de voz, sordera, visión borrosa, desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.

c)Síntomas dolorosos: dolor difuso, dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor articular, dolor al orinar, cefaleas.

d) Aparato reproductor: dispareunia, dismenorrea, irregularidad ciclos menstruales, hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos sexuales.

e) Cardiopulmonares: dificultad respiratoria en reposo, palpitaciones, dolor torácico, mareo.

f)Síndromes: alergias alimentarias extrañas, síndrome de fatiga crónica, síndrome de articulación temporomandibular, fibromialgia, sensibilidad medicamentosa múltiple.

Finalmente, consideramos que la psicología puede tener un papel de suma importancia en el tratamiento de este trastorno. Después de leer mucho sobre el

tema hemos encontrado un modelo de tratamiento cognitivo-conductual que parece estar teniendo muy buenos resultados, por ello hemos decidido exponerlo:

1º) Averiguar si la actitud de nuestro cliente ante el tratamiento psicológico es positiva, conociendo hasta qué punto confía o cree que le podemos ayudar con la terapia.

2º) En caso de que nos encontremos con una actitud poco receptiva, intentaremos conseguir que el cliente colabore con la terapia y muestre una actitud más positiva hacia ésta, presentando, por ejemplo, el tratamiento como un conjunto de técnicas capaces de ayudar también a problemas orgánicos (por ejemplo el modelo de estrés), planteando iniciar el tratamiento y valorar su eficacia a medio plazo (pactando un plazo) o bien aferrándonos a una mínima duda sobre la certeza subjetiva de la enfermedad física.

3º) En cuanto a la evaluación del problema, debemos recopilar la siguiente información: descripción detallada del problema (con secuencias recientes), inicio y curso del mismo, variables que lo mejoran y empeoran, evitaciones realizadas, reacciones de otras personas de su entorno, historia de tratamientos anteriores y uso de fármacos, deterioro a causa del entorno socio-laboral, creencias sobre el origen, causa y curso del problema, creencias sobre el significado del problema, situación psicosocial. Es aconsejable la utilización de cualquier cuestionario que nos aporte información válida para poder realizar un buen análisis funcional a tener en cuenta en nuestra hipótesis y que nos permita descartar otros problemas.

4º) En cuanto al tratamiento, la fase educativa será de suma importancia así como detectar las creencias sobre los síntomas, la enfermedad y las conductas de salud, reemplazándolas por pensamientos más adaptativos. Por otro lado el cliente tendrá que reatribuir las causas de sus síntomas corporales a motivos más benignos y objetivos, suprimiendo cualquier refuerzo que pueda estar recibiendo al mostrar el rol de enfermo o reasegurándose.

En nuestra hipótesis se presentará el problema desde la causa no orgánica de tipo “problema de ansiedad o estrés”. En esta fase se debe aclarar toda duda que surja ante el tratamiento. Algunas de las tareas serán: autoobservar la relación entre el síntoma y su causa (p.e. estrés), que haga una lista de las conductas de evitación de actividades, experimentos conductuales, orientar a familiares de cómo actuar.

La técnica clave en el tratamiento de las somatizaciones es la cognitiva, de manera que el cliente consiga hacer una reestructuración de sus interpretaciones y creencias ante el síntoma. También debe darse al cliente estrategias para enfrentarse a la causa, por ejemplo lo entrenaremos en relajación, practicaremos la exposición, y haremos resolución de problemas. Y por supuesto como en todo tratamiento, prevención de recaídas y seguimiento.

Consideramos que este tipo de trastorno debe ser foco de interés para todos los psicólogos que trabajamos en clínica puesto que el abordaje terapéutico que ofrece la medicina no es efectivo, siendo la causa de índole psicológica. Es un área importante en la que seguir investigando, siempre teniendo como fin último la mejora del cliente.

http://www.cetecova.com/index.php/revista-correo-conductual-coco/11-coco-11/47-las-somatizaciones-o-reacciones-psicosomaticas-

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