La madre de Norman Bates también apoya la vacunación obligatoria.
Parece que la epidemia de extraños “suicidios” de banqueros ocurrida en los últimos meses está dando paso a una nueva cadena de sospechosas muertes, esta vez de médicos alternativos, en particular los opuestos a la inoculación indiscriminada de vacunas que quiere promover el gobierno en la sombra.
La virulencia (nunca mejor dicho) de la mafia farmacéutica en defensa de su lucrativo negocio había pasado hasta ahora por silenciar los argumentos contrarios a sus intereses y presentar en los medios muertes causadas justamente por haber puesto en circulación toxinas que difícilmente podrían haber resultado tan dañinas si no fuera por su fabricación en laboratorio.
Liberadas mediante campañas de vacunación hiper-publicitadas, el juego ha consistido en culpar del daño causado a los no vacunados, en vez de a los que lo extienden el mal y luego pretenden dejar la pelota en el tejado de una sociedad confundida y mal informada. Este macabro juego del “tú la llevas” ha sido representado en diversos países de Occidente, con el caso de la muerte de una mujer por sarampión -¡contraído en un centro médico!- de E.E.U.U. como principal referente hace tan solo tres días.
No hace falta decir cuál ha sido la versión española de esta paranoia, en la que la enfermedad fatal ha sido un mal -la difteria- que, como recuerda el doctor Enric Costa Vercher, tenía cura a principios del s. XX pero que no ha podido ser curada en una unidad de cuidados intensivos del s. XXI.
En medio de la más grosera versión de la dialéctica PROBLEMA-REACCIÓN-SOLUCIÓN, nadie parece sacar las conclusiones lógicas de que el foco de infecciones que se creía erricadas hace décadas sean justamente los sujetos vacunados.
Culpar de las desdichadas muertes que exige este juego fatal a los contrarios a las vacunas es el recurso fácil utilizado para ocultar que son las empresas farmacéuticas las que ponen en circulación enfermedades, “reciclando” a veces las del pasado cuando no encuentran otras nuevas. Así, por ejemplo, el llamado virus AH1N1 es una modificación del virus de la gripe -llamada “española”- de 1918 que mató a 20 millones de personas.
Ese virus reapareció en el 1977 porque había sido resintetizado, provino de un laboratorio que lo “recuperó” de una de las víctimas de la pandemia de 1918, una mujer esquimal cuyo cadáver fue desenterrado seis décadas después. El caso, reconocido incluso por el New Englad Journal of Medicine, retrata el miserable talante moral de quienes promueven el negocio de la vacunación obligatoria.
La doctora naturista Teresa Ann Sievers
Ante esta aberración, verdadero -e impune- delito contra la salud pública, la información que divulga Alex Jones en su página web casi parece algo menor, si no fuera por el coste en vidas humanas que una misteriosa “mano negra” parece estar causando entre los partidarios de la medicina alternativa.
La última víctima ha sido la doctora Teresa Ann Sievers, de 46 años, terapeuta especializada en tratamientos no farmacológicos. Su muerte ha sido precedida por la del Dr. Bruce Hedendal, también de Florida, y el Dr. Jeff Bradstreet en Georgia. El primero fue encontrado muerto en su vehículo, mientras que el cuerpo del segundo apareció flotando en un río en Carolina del Norte el 19 de junio con una herida de bala en el pecho.
El doctor Bradstreet fue el especialista en salud que publicó la demoledora investigación que relaciona la generalización de las vacunas con el exponencial aumento de los casos de autismo en niños, algo de lo que responsabiliza a los altos índices de mercurio en las vacunas.
Se da la circunstancia de que una semana antes de su muerte sus oficinas fueron allanadas por la agencia estatal de alimentos y medicamentos.
Como le comentaba a un lector del blog hace una semana, “que no se diga que la industria farmacéutica se ha quedado de brazos cruzados ante sus argumentos”.
http://periodismo-alternativo.com/2015/07/06/mueren-en-extranas-circunstancias-tres-partidarios-de-la-medicina-alternativa/#more-94714
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