Hace ya varios meses vino a visitarme una madre a la consulta para comentar una cuestión. Yo creo que más que conocer mi opinión -que se la di- la mujer quería desahogarse con alguien que pudiera comprender lo que ella quería expresar. Venía con una niña preciosa de 3 años.
La madre me explicó que todavía daba el pecho a su hija y que tanto ella como la niña no tenían ningún problema en seguir compartiendo ese espacio.
Sin embargo, conforme la niña había ido creciendo había sentido un rechazo creciente en su entorno directo, que poco a poco había estrechado el círculo y se había vuelto más asfixiante. Primero el rechazo tácito del círculo extenso, conocidos y amigos, y posteriormente la familia más directa, de forma sutil de entrada y bien explícita más adelante. Si bien el padre de la niña, de inicio se había mantenido al margen, ahora tras meses de críticas por el resto de la familia, se había unido a la mayoría, y la situación había degenerado en un conflicto en la pareja.
A partir de ese momento, la niña continuaba mamando, pero había aprendido -a partir de lo que le transmitía su madre- que aquello era algo "prohibido", una especie de secreto entre ambas y oculto por necesidad al resto de las personas queridas. La madre estaba sufriendo porque sentía que incurría en múltiples contradicciones, especialmente con su pareja y ya no sabía cómo gestionar la situación.
Tras unas décadas de ostracismo, creo que estamos consiguiendo normalizar la lactancia materna como forma prínceps de alimentar a un bebé, librándola de algunos prejuicios y malas artes. El éxito creciente en las tasas de lactancia y el hecho de que muchas madres pongan empeño en mantenerla más allá de los primeros meses, especialmente tras el momento más crítico que para muchas mujeres se produce si tienen que incorporarse al mundo laboral, hace que veamos cada vez más lactancias "prolongadas".
La lactancia prolongada era frecuente antaño, pero ahora nos hemos desacostumbrado a verla y por eso nos choca. Por ello las madres encuentran diferentes reacciones en su entorno, desde la sorpresa al puro y duro rechazo, a veces cercano, que es el que más duele. Ante muchas que no se acobardan y que no les da "miedo" exponerse, hay otras muchas madres, que seguramente sin llegar al extremo del caso que os explico, siguen dando de mamar a sus cachorros, aunque es un tema que no se muestra y del que no se habla, como si fuera un tabú (también en la consulta del pediatra...).
Esta semana, el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría ha publicado un artículo a modo de comunicado y con muchas referencias bibliográficas, explicando las recomendaciones científicas actuales sobre la lactancia materna "prolongada" incluyendo la perspectiva histórica y los múltiples beneficios descritos tanto para el niño o la niña como para la madre.
El documento empieza diciendo "Aunque en otras culturas es algo habitual y cotidiano, la lactancia materna por encima del año de edad es relativamente poco frecuente en los países occidentales. Por ello, las madres que deciden seguir amamantando a niños mayores encuentran en ocasiones barreras o rechazo en la sociedad, entre los profesionales sanitarios e incluso dentro de su propia familia, basadas en mitos o creencias personales".
Os recomiendo su lectura, ya que aporta datos interesantes y sobretodo porque en el fondo lo que pidees RESPETO para las madres y sus hijos, independientemente de cuánto dure su lactancia.
http://www.dra-amalia-arce.com/2015/07/lactancia-materna-en-ninos-mayores-o.html
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