El Sistema Nacional de Salud español financia por primera vez desde este mes de enero de 2020 la vareniclina y el bupropión, los tratamientos farmacológicos para dejar de fumar. Son medicamentos muy polémicos que arrastran un largo historial de dudas entorno a ellos por su falta de efectividad y sus posibles graves daños.
Para optar a esos tratamientos los criterios establecidos son: tener motivación expresa de dejar de fumar constatable con al menos un intento en el último año, fumar diez cigarrillos o más al día y tener un alto nivel de dependencia, calificado por el test de Fagerström ≥ 7, es decir, que la persona fumadora es muy dependiente de la nicotina.
Se calcula que existen alrededor de 83.800 personas que cumplen esos requisitos y que por ello el impacto presupuestario es de 7,9 millones de euros en el primer año. La adicción al tabaco provoca unas 58.000 muertes al año solo en España.
La vareniclina es un medicamento cuyo nombre de marca es Champix y es de la farmacéutica Pfizer.
El tratamiento se «vende» como la solución fácil, una pastillita y se acabó el fumar. Pero la cosa no es tan sencilla pues el fármaco ofrece graves efectos secundarios y siempre ha estado rodeado de polémica.
La historia de Champix es larga y ya en mayo de 2008 la Administración de Aviación Federal (FAA) de Estados Unidos prohibía a pilotos y controladores aéreos el uso de vareniclina por sus posibles efectos adversos psiquiátricos.
Lo decidió así tras leer un informe del Instituto para las Prácticas en Medicación Segura (ISMP), un organismo sin ánimo de lucro que hace revisiones sobre la seguridad de los medicamentos basándose en los efectos adversos declarados por obligación a la agencia de medicamentos de USA, la conocida FDA.
La paradoja es que muchos años después Sanidad decide financiar el tratamiento para quienes quieran abandonar el tabaco. Al fin y al cabo, en su momento las agencias reguladoras de fármacos, la FDA estadounidense y Agencia Europea de Medicamentos (EMA) lo aprobaron en su día.
En teoría, Champix actúa reduciendo el efecto de la nicotina en el cerebro y la ansiedad causada por el síndrome de abstinencia. Bloquea los efectos placenteros de la nicotina. Entre los daños o reacciones adversas que puede ofrecer están:
náuseas, estreñimiento, diarrea, gases, dolor abdominal, vómitos, acidez, mal sabor en la boca, boca seca, aumento o disminución del apetito, dolor de dientes, dificultad para conciliar el sueño o mantenerse dormido, sueños inusuales o pesadillas, dolor de cabeza, falta de energía, dolor de espalda, articulaciones o músculos, ciclos menstruales anormales, inflamación del rostro, garganta, lengua, labios, encías, ojos, cuello, manos, brazos, pies, tobillos o parte inferior de las piernas, ronquera, dificultad para tragar o respirar, sarpullido, piel inflamada, roja o con ampollas, ampollas en la boca, dolor, presión u opresión en el pecho, dolor o incomodidad en uno o ambos brazos, la espalda, el cuello, la mandíbula o el estómago, dificultad para respirar, sudoración, dificultad para hablar o hablar lento, debilidad repentina u hormigueo en un brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo, dolor de pantorrilla al caminar, convulsiones o caminar dormido».
El negocio del tabaco tiene muchas aristas y esto incluye el negocio de los fármacos para dejar el tabaco. La ficha técnica y el etiquetado del medicamento antibáquico Champix se actualizaron en Europa en 2016 para rebajar las advertencias de sus daños, algo que venía muy bien a Pfizer para vender más su producto. Y se hizo tras la publicación de nuevos datos de seguridad y eficacia del estudio EAGLES (Evaluating Adverse Events in a Global Smoking Cessation Study).
Se eliminó el triángulo negro que indicaba control adicional de la seguridad de este medicamento en la Unión Europea. El estudio, claro, fue pagado por el fabricante del fármaco, la propia compañía Pfizer. No es por nada pero es que esta farmacéutica antes ya había promocionado de manera ilegal Champix en España.
Como cuento en ese post de 2008, se da la circunstancia que Pfizer promovió Champix cuando estaba cuestionado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Ésta, en una de sus notas, informó, al poco tiempo de salir al mercado el tratamiento, de la relación entre el consumo de este fármaco y la aparición de
síntomas depresivos, que incluían ideación/comportamiento suicida, en pacientes que recibían tratamiento con vareniclina».
Unos años después, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) hizo otro estudio y concluyó
que los beneficios que aporta el medicamento para dejar de fumar siguen compensando el ligero aumento observado de reacciones adversas cardiovasculares«.
Y todavía si el tabaco te está poniendo en peligro, que si fumas lo estás, y te tomas una pastilla que aunque peligrosa es eficaz… pero es que la efectividad de Champix es baja:
Se ha visto que a los 12 meses [en realidad el proceso ha de durar doce semanas] tras el tratamiento, alrededor del 40% de las personas que había dejado de fumar seguía sin hacerlo».
El 60% restante lo habrá tomado durante un año para nada y además se habrá puesto en peligro. No estoy en contra de las campañas contra el tabaco tal y como se consume hoy, claro, lo que me parece interesado es que haya empresas que usen el contexto social actual para promocionar medicamentos de prescripción peligrosos e inútiles para la mayoría de quienes los consumen. Vaya que un mal enfoque y o te mata la enfermedad o lo hace el remedio.
¿Estamos ante un nuevo pelotazo farmacéutico? Si os fijáis bien, lo que cuento es que un tratamiento muy polémico desde que comenzó a venderse, con el esfuerzo económico de su productor, se han ido rebajando las advertencias sobre sus daños hasta que Sanidad incluso decide pagarlo con el dinero público. Un claro pelotazo farmasanitario.
El bupropión es comercializado por GlaxoSmithKline bajo el nombre comercial Zyban, Zyntabac o por otros fabricantes como un equivalente genérico. Como el anterior también ofrece una casi interminable lista de advertencias y precauciones especiales de empleo que podéis consultar en su ficha técnica, documento oficial sobre el fármaco.
El mejor boletín sobre medicamentos del mundo, la revista francesa Prescrire, hace cada año una lista de los tratamientos que deberían estar fuera del mercado y entre ellos está el bupropión.
Vamos que fumar está claro que mata, como pone bien claro en las cajetillas de tabaco, pero el remedio también puede hacerlo.
Por Miguel Jara 10 de enero de 2020
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