El herpes zóster resulta de la reactivación del virus latente de la varicela y se caracteriza por una erupción cutánea con vesículas dolorosas.
De hecho, más de la mitad de los pacientes que desarrollan esta enfermedad son mayores de 60 años.
El dolor que produce el herpes zóster y la temida neuralgia post-herpética ocasionan un deterioro de la calidad de vida comparable al observado en la insuficiencia cardiaca, la diabetes mellitus tipo 2 y la depresión mayor.
Se ha comprobado que este aumento de incidencia y gravedad de esta enfermedad se correlacionan con un descenso progresivo, relacionado con la edad, de los niveles de unas células de las defensas del organismo, llamadas células T, que mantienen memoria específica contra el virus de la varicela, mientras que los niveles de anticuerpos frente a este virus permanecen relativamente constantes.
En personas inmuno-comprometidas, es decir, con las defensas alteradas, la pérdida de esa inmunidad específica para el virus de la varicela también determina la susceptibilidad de estos individuos frente al herpes zóster.
Así las cosas, se ha sugerido que si aumentamos las defensas específicas frente al virus de la varicela antes comentadas, podríamos proporcionar protección frente al virus del herpes zóster y prevenir la neuralgia post-herpética.
El Tai Chi, un arte marcial tradicional chino, incorpora actividad aeróbica, relajación y meditación que se ha visto pueden aumentar las respuestas defensivas de las llamadas células T específicas, antes mencionadas.
Además, el Tai Chi es una actividad particularmente atractiva para las personas mayores que, a menudo, tienen limitaciones en su capacidad para tolerar incluso ejercicios de intensidad moderada.
Este ensayo clínico pretendía comparar el efecto del Tai Chi Chih, una variante occidental del Tai Chi, con el de la educación sanitaria sobre la inmunidad de las células T específicas frente al virus de la varicela en ancianos.
Además se determinó si el Tai Chi puede aumentar las defensas frente al virus de la varicela inducidas por una vacuna de virus atenuados de varicela.
Para ello, se realizó un ensayo clínico controlado, con dos intervenciones (Tai Chi y educación sanitaria) sobre 112 personas, de 59 a 86 años, en dos comunidades urbanas de EE UU durante un período de 6 meses. Se determinó la inmunidad mediada por células frente al virus de la varicela y se realizaron una serie de cuestionarios específicos sobre esta enfermedad.
Los resultados mostraron que el grupo del Tai Chi presentó un nivel más alto de inmunidad frente al virus de la varicela mediada por células que el grupo de educación sanitaria, con una tasa de incremento significativa (no debida al azar) de casi el doble. El Tai Chi sólo indujo un incremento en tales defensas que fue comparable en magnitud al inducido por la vacuna frente a la varicela y los dos fueron adictivos, es decir, sumaron su efecto.
El Tai Chi, junto con la vacuna, produjo un nivel sustancialmente mayor de esas defensas que la vacuna sola. Los pacientes del grupo del Tai Chi presentaron, asimismo, mejores puntuaciones en los cuestionarios específicos sobre funcionamiento físico, dolor corporal, vitalidad y salud mental.
Los autores concluyen que el Tai Chi aumenta los niveles de defensas específicas frente al virus de la varicela zóster, así como refuerza las defensas conseguidas con la vacuna de la varicela.
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