No sé si alguna vez te has planteado entender realmente dónde vives, si vives en una ciudad.
La planta del pie del humano está diseñada para mostrarle a la Tierra
el estado del organismo vivo en todo momento y en toda su magnitud, por
eso la planta del pie refleja el estado de todo el cuerpo.
Así como la membrana de una célula puede “informar” al resto del
cuerpo su estado interno, las plantas de nuestros pies le informan a la
Tierra (nuestro ser simbionte) cómo estamos y qué necesitamos para estar
mejor.
Este intercambio de información se hace a través de frecuencias. Cada
órgano del cuerpo lleva la información a la planta del pie en forma de
ondas vibratorias. Pero la planta del pie es también receptora de las
frecuencias sincronizadoras de la Tierra.
Si vives en una ciudad, es posible que tus pies nunca tomen contacto
con la Tierra. Por lo tanto, no hay intercambio de información. La
Tierra nos sincroniza permanentemente con los ciclos naturales, pero
para ello, necesitamos estar conectados con ella.
El cemento de las ciudades aisla esta comunicación de vital importancia.
Luego está el intercambio de infromación a través de la glándula
pineal (glándula situada en la zona más protegida de nuestro cerebro,
dotada de cristales de apatita, un mineral magnetoreceptor), la antena
que nos conecta con la cavidad de Resonancia Schumann (una cavidad de
ondas que vibran entre 7.8 y 45 Hz, que se encuentra entre la corteza
terrestre y la Iionosfera).
Las ondas excitadas por los rayos de las tormentas, marcan nuestros
ritmos circadianos, nuestros ciclos sexuales, nuestros ciclos de
crecimiento y nictamerales. Es la Tierra la que le dice a nuestro cuerpo
qué neurotransmisores segregar y en qué momento. La Tierra nos dice por
lo tanto también qué hormonas, aminoácidos y proteínas debe fabricar
nuestro cuerpo.
Pero para ello, debemos estar recibiendo sus frecuencias
sincronizadoras. La Tierra nos lleva a la salud, pues su propósito es
mantener LA VIDA en la biosfera.
El campo de ondas electromagnéticas y de radio en las ciudades está
totalmente contaminado de emanaciones de antenas de comunicación
inalámbrica, radiofrecuencias y oleadas de microondas, por lo tanto en
las ciudades, el latido sincronizador de la Tierra se ve permanentemente
alterado por frecuencias inarmónicas.
Por ello, la mayor cantidad de enfermedades se da en el ámbito urbano.
Los ritmos biológicos al alterarse, vuelven a nuestros vehículos
(cuerpos) disfuncionales. Es igual a las colonias de bacterias que viven
en nuestro cuerpo. Ellas reciben información de nuestro estado de
ánimo, de nuestra mente, y reaccionan en consecuencia. Del mismo modo el
humano responde a la mente del planeta (Noosfera) y reacciona en consecuencia.
No hay mayor garantía para la salud humana que una plena conexión con las frecuencias de la Tierra.
Este maravilloso ser de 4.500 millones de años de edad, tiene la
sabiduría suficiente como para mantenernos en seguridad dentro del
espacio. El cosmos es un lugar impensable para la vida, sin embargo, la
Tierra, que nació como una roca incandescente, ha sabido desarrollar
desde un núcleo imantado hasta una magnetosfera protectora, en una
evolución de capas cuya función es proteger la vida de su propio cuerpo y
de todas las especies que lo habitan: entre ellas, el ser humano.
¿Cómo lo hizo? Evolución, inteligencia, creatividad y una CLARA INTENCIÓN DE VIDA.
Si hay algo que hace la Tierra es crear VIDA y protegerla. Esa es su
función principal y lo hace las 24 horas del día, sin parar.
Pero para mantener vivos a los humanos, necesita que estemos
conectados con ella en todas las formas posibles. Necesita
sincronizarnos, porque la vida se trata de una compleja geometría
armónica, y donde hay caos hay entropía.
Cuando no nos sincronizamos, quedamos fuera de la red vital, creando entropía alrededor.
La entropía es natural, y debe existir, pero tenemos suficiente de
ella en el Sol por ejemplo, que es el astro que le obliga a la Tierra a auto-regularse, a mantener el orden.
Me pregunto si te es posible realmente comenzar hoy mismo a plantearte salir de la ciudad y vivir más cerca de la naturaleza.
Las ciudades son lugares que colapsan más tarde o más temprano pero siempre colapsan.
Y vivir en una ciudad colapsada es vivir en un espacio de caos, inarmónico y por lo tanto no saludable.
Es posible que el 99% de tus problemas sea causado por el medio ambiente en el que vives. Un ser vivo ES, con su medioambiente.
En la Naturaleza está la calidad de vida real. Más allá del sueldo
(¿para qué quieres más dinero si no puedes mejorar tu calidad de vida?)
En la naturaleza están las verdaderas FUENTES DE ENERGIA que te hacen vivir. ¿Por qué vivir aislándote del PODER?
En las ciudades, el poder se traslada a personas y a corporaciones, y
tu aparato perceptual es alejado permanentemente de las verdaderas
fuentes de energía que son capaces de activar tus verdaderos poderes.
Las ciudades “enganchan” a un motor de entropía imparable que como
siempre conduce al colapso de la vida. Y si vives en una ciudad, estás
enganchado en la rueda de la destrucción.
Tal vez, cuando te planteas salir de la ciudad, te preguntas ¿con qué
voy a pagar la hipoteca si en el campo o en la playa o en la montaña no
podré conseguir trabajo?
Yo te pregunto si tu casa vale tanto como para seguir viviendo en la destrucción.
Yo me mudé al campo (vivo en la entrada de una reserva natural frente
al mar), y vine aquí dejándolo todo. Tal era mi decisión de conectarme con la Tierra de manera urgente, ya que al estudiarla comprendí que seguir viviendo en una ciudad era un suicidio.
Una vez aquí, en la mágica isla de Lanzarote,
mi salud comenzó a mejorar, mi estado de ánimo, mi capacidad para
trabajar (aunque cuando llegué no tenía ni un céntimo, a veces no podía
tomarme un café siquiera).
Pero claro, al salir de la ciudad, todo mi potencial bloqueado
comenzó a manifestarse y no sólo me puse a trabajar mejor, sino que pude
hacerme autónoma en varios sentidos.
Hace 10 años que sólo utilizo el reloj cuando estoy en un escenario o
en un aeropuerto, para no pasarme de la hora establecida en mi
conferencia o no perderme un vuelo. Hace 10 años que no uso el
despertador. Hace 10 años que no dependo ni de un jefe ni de un socio
para ganarme la vida, sólo dependo de mi conexión con la Tierra. Ella me
mantiene equilibrada y por lo tanto me lleva a tomar las mejores
decisiones.
Hace 10 años que como del mar. Tengo un barquito y salgo a pescar. Y
tengo mi casa llena de plantas aromáticas y tropicales que me llenan de
vida.
Hace 10 años que no tengo no depresión, ni fobias, ni estrés (y les
aseguro que viviendo en las ciudades fui una víctima profunda de estas
enfermedades).
Pero tal vez lo más hermoso de haberme venido a vivir al campo, es
que soy una persona feliz y tranquila. No voy con prisas, no me pongo
nerviosa, no tengo miedos, ¡es un milagro!
Y cuando una persona es testigo y participante de un milagro, tiene
ganas de decirle a sus hermanos cómo lo logró. Bueno pues, por eso estoy
escribiendo esta nota. Cuando miro para atrás y releo mi historia, me
doy cuenta que el paso fundamental para mi vida fue salir de las
ciudades y conectarme con la naturaleza.
La vida se vuelve más real. Los sentidos se afinan, escuchas mejor,
hueles mejor, sientes todo más intensamente y estás más alerta, por lo
tanto, cometes menos errores.
La estabilidad emocional que te da la natura, te lleva a caminos más
claros en la vida, a que las situaciones sean más transparentes.
Y APARECEN LOS RECURSOS.
De repente, soy una persona rica, multimillonaria, pero no en dinero,
sino en calidad de vida (si no, ¿para qué quieres el dinero?).
Y vuelvo a los miedos de abandonar las posesiones, como la casa o el trabajo…
He dejado atrás TODO LO QUE TENIA…y AHORA TENGO MAS!!!!!, pero no
porque tenga más posesiones, sino porque las que tengo son las que
necesito…NO NECESITO NADA MAS!!!!!
Cuando tu mente y tu cuerpo tienen la sensación de satisfacción
permanente, la vida se convierte en una obra de arte. Las energías están
orientadas a crear. Crear cualquier cosa que se te ocurra, pero crear.
Por ejemplo, crear tu vida todos los días, en completa libertad.
¿Hace cuánto que tu mente y tu cuerpo no experimentan un largo
período de satisfacción sin necesidades? ¿Recuerdas la última vez?
Pues cuando vives conectado a la naturaleza, tus necesidades vuelven a
ser sólo las básicas: sed, hambre, ganas de hacer pipí, sueño y poco
más…
Desaparecen aquellas provocadas por la ciudad…desaparecen, nos liberamos.
Recuerdo mi ropero en la ciudad. Todos los días debía pensar ¿qué me
pongo?. Ahora mi ropero se ha reducido al bañador (tengo el mismo como
hace 5 años), y a unas pocas prendas que voy usando hasta que ya no dan
mas. Toda esa preocupación por redisfrazar mi avatar quedó reducido a
cuando voy de viaje a una ciudad. Cuando estoy en casa, la ropa no me
importa en absoluto, sólo pretendo que sea cómoda.
Mi mente se ha aclarado, y además ha comenzado a ampliar su capacidad
de recibir y transmitir mensajes. Mi marido, que ama pescar, me
pregunta ¿la marea está alta o está baja?, y yo sólo me recuesto en la
cama o en el piso y mi cuerpo ya sabe el estado de la marea, porque
siente en sus aguas, los movimientos de la luna.
Me sincronizo con los animales y con las plantas, que cada uno de
ellos me envía información. Les presto mucha atención a los animales, ya
que ellos están aún más conectados con la natura que yo. Las plantas y
los animales viven el presente, el ahora. Yo aún vivo en la ilusión del
pasado y el futuro (cada vez menos).
Por esta felicidad y tranquilidad que siento, es que me complace aún
más invitarte a pensar si no sería bueno que te planteases salir de la
ciudad. Tomar una decisión sabia y certera de acercarte a los poderes de
la natura, para desplegar finalmente los tuyos propios que en la ciudad
están bloqueados.
¿Que te vas a aburrir en el campo o en la montaña?
Jeje, espera a que llegue el momento en el que cuando un pájaro se
acerque a tu ventana y se ponga a cantar y entiendas perfectamente qué
es lo que está diciendo, a ver si te aburres. Espera a que llegue el
momento en que tu mente se ponga tan creativa que hasta desearías tener
un nuevo problema que resolver.
Espera a que llegue el momento en el que sientas a la Tierra
comunicarse contigo, a la luna llevar las aguas de tu cuerpo de arriba
para abajo, a mirar el cielo y ver caer los meteoritos o mirar con toda
claridad el brazo de la vía láctea.
A las mujeres: espera el momento en que la menstruación esté tan
sincronizada con los astros que no te duela ni la cabeza, ni los pechos
ni la panza.
Espera a que llegue el momento en que te sientas feliz y que eso dure horas, días, meses y años.
Fuente: Bianca Atwell
http://www.pensamientoconsciente.com/
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