Aún recuerdo mis principios como radiestesista, cuando parecía querer salvar el mundo y sufría por los demás porque estaban ciegos y no alcanzaban a ver mi verdad. Me producía dolor cuando a un amigo o conocido aquejado de algún mal pretendía hacerle ver que dormía sobre una geopatía, y que con tan solo mover su cama podría mejorar su calidad de vida; y éste, incrédulo, decía que no iba a desordenar el dormitorio sólo por comprobarlo.
Me costó aceptarlo, pero, al final, comprendí que todos nacemos con nuestro destino marcado, y que la vida física es tan solo un mero recorrido en el cual disponemos del libre albedrío para mover algunas fichas circunstanciales que para nada influyen en nuestro destino final. Es por tanto inútil que nadie se empeñe en salvar a aquel que no tiene salvación. Sería lo mismo que predicar en el desierto o golpear el hierro frío.
Por eso quiero dedicar el esfuerzo realizado en la elaboración de este apartado a todos aquellos que por distintas vivencias ya han aceptado que hay una energía global e inmortal de la cual formamos parte. Somos como burbujas o cápsulas de esta energía que reencarnada en nuestros cuerpos nos da la vida por un periodo más o menos corto. Somos sin duda un grano de arena en la inmensidad del desierto.
Sé que mis palabras serán leídas por muchas personas que no alcanzarán a comprender el mensaje de las mismas, y tan solo unas pocas están destinadas inexorablemente a cruzarse en mi camino, o en el de cualquier otro que por efecto de la causalidad darán un giro a su vida. Sin duda una mano invisible mueve sin descanso el entramado de cada uno de los pasos que por mucho que nos empeñemos no vamos a poder evitar.
Aunque al término “energía” se le pueden aplicar diversos significados, en Física se la define como la fuerza capaz de realizar un trabajo. Este flujo de partículas realiza una fuerza. Ejemplos de energías son la eléctrica, solar, térmica, eólica, magnética, nuclear, gravitacional, etc.
Nuestro Cuerpo Etérico recibe la vitalidad de una estructura o ente invisible y desconocido que forma parte de las energías llamadas sutiles. Ella es gestionada en el mismo a través de siete vórtices que son conocidos con el nombre de “chacras” (que son los puntos o puertas de acceso principales). Dicen que hay otros 21 “subchacras” y 340 “sub-subchacras”. Esta energía actúa sobre el campo vital o físico de nuestro cuerpo, sobre el campo mental y sobre el campo espiritual y emocional de las personas.
La medicina, después de estudiar miles de cuerpos, no ha encontrado pruebas de que esta energía exista. Tampoco la ciencia ha conseguido detectarla. Por este hecho no reconoce su existencia. Sin embargo, hay realidades que muestran que esta energía existe. En algunos hospitales ya dejan aplicar Reiki (Energía Universal) a sus pacientes de cáncer. Aunque no entienden ni encuentran explicación científica, reconocen que dichos pacientes reaccionan mejor a la aplicación de radioterapia y quimioterapia, y que los medicamentos tratados con Reiki (aplicación de energía con las manos) son mejor tolerados por los pacientes.
Una colmena de abejas situada sobre un punto de baja radiación energética será mucho más productiva que otra situada junto a la primera pero sobre un punto de mayor radiación (la vibración energética de los insectos y bacterias es inferior a la humana). Un árbol que crezca sobre un Vórtice Energético alcanzará mucha más envergadura que otro de la misma especie que crezca junto al primero; un ejemplar que crezca sobre una geopatía (zona de baja vibración energética) mostrará unos abultamientos irregulares en su tronco que no presenta otro que crezca libre de geopatías. Los bebés en sus primeros meses de vida tienen la capacidad de detectar las geopatías; es por esto que si su cuna se sitúa sobre una de ellas amanecerá en posturas inverosímiles intentando apartarse de la misma, si cambiamos su cuna de posición y conseguimos encontrarle un lugar neutro dormirá más tranquilo.
El término de energía sutil engloba lo que los chinos taoístas llaman “Chi”, los budistas Zen llaman “Ki”, el pensamiento hindú denomina “Prana”, y los griegos antiguos lo llamaron “Pneuma”. Me imagino que tendrá algún nombre más que escapa a mi conocimiento. Atañe también a las radiaciones emergentes de la Tierra, conocidas como Energías Telúricas, las cuales afectan a los ritmos vitales de nuestro organismo.
Si alguno de nuestros chacras se bloquea, la energía de nuestro cuerpo no circulará correctamente y alguno de nuestros órganos vitales empezarán a debilitarse. Igualmente si pasamos mucho tiempo en lugares con un nivel energético inferior al que vibran nuestras células, éstas acabarán no funcionando correctamente, nuestro sistema inmunitario se debilitará, fortaleciendo a los virus y bacterias.
Antes de que en 1895 el físico Wilhelm Conrad Röntgen consiguiese radiografiar la mano de su esposa Berta, los rayos X eran desconocidos para la ciencia, pero eso no significa que no existieran. Puede que dentro de 10, 100 o 1000 años algún científico por casualidad descubra una radiación posiblemente ultramicroscópica, que lo inunda todo y que es tan necesaria para nuestra existencia como el oxígeno que respiramos. Entonces sí, entonces la ciencia habrá dado un gran paso descubriendo la energía sutil; mientras tanto esperará acallando las voces que proclaman su existencia e ignorando los indicios que dan fe de que existe.
En la imagen muestro cómo estaría configurado, según mi propio criterio, nuestro cuerpo bioenergético. He de aclarar que mis teorías son producto de las respuestas que consigo extraer del inconsciente a través de los impulsos que mueven el péndulo y que la Radiestesia no es una ciencia exacta, pseudociencia dirían algunos.
Así pues, el campo de energía vital adoptaría la forma de nuestro cuerpo y crecería con el mismo. El campo energético mental tendría la forma y medida aproximada de un huevo de gallina, y se situaría de forma horizontal en el hemisferio derecho del cerebro. El campo espiritual tendría la forma y medida aproximada de una naranja, y tendría un apéndice del tamaño de una pelota de ping-pong en la parte inferior izquierda, que sería el campo energético emocional; estarían situados por encima del corazón. Y por último el aura que sería la envoltura protectora de estas “cápsulas” energéticas.
Epifanio Alcañiz
Investigador de las energías telúricas
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