Uno puede llegar al mundo con un talento innato. Sin embargo, es la persistencia la que da forma y lo potencia, es el trabajo diario y un entorno favorecedor quienes hacen de un niño excepcional, el genio que puede ser en la edad adulta. Asimismo, dimensiones como la tenacidad, la ambición y la motivación pueden llevarnos a destacar si nos empeñamos en ello.
Muchos pensamos aquello de que los genios nacen, no se hacen. Así, o bien nacemos con un don excepcional o estamos casi “determinados” a entrar dentro de esa media donde quizá la suerte nos permita brillar en algo. Ahora bien, asumir esta idea es un error. Expertos en inteligencia, talento y creatividad como Malcolm Gladwell, nos aportan ideas muy importantes sobre las que reflexionar.
Para empezar, alguien puede presentar un cociente intelectual muy elevado, pero si no se realiza esa detección o si el contexto social y personal no es el adecuado, ese potencial quedará suprimido. Por otro lado, ningún genio llegará a nada relevante si no hace uso de la persistencia. Sin pasión, determinación y resistencia a la frustración, uno no alcanzará las metas que se proponga.
Figuras como Steve Jobs, Stephen Hawking o el propio Leonardo Da Vinci son ejemplos, cercanos por conocidos, de un empeño persistente por profundizar en el conocimiento. Aún más, si hubo algo que los definió fue ese carisma para superarse cada día a sí mismos. La persistencia es por tanto la chispa que da brillo al auténtico genio.
“El logro es talento más preparación”.
–Malcolm Gladwell-
La práctica no es lo que uno hace cuando ya es bueno. Es la práctica lo que nos hace buenos en alguna disciplina.
Entender esto nos proyecta de otra manera hacia el futuro. Por ejemplo, a menudo nos han convencido de ideas como que Wolfgang Amadeus Mozart fue desde su nacimiento todo un genio musical.
Sabemos que a los 4 tocaba ya el violín y el clavecín, que a los 5 componía pequeñas piezas y que a los 6 la sociedad europea lo definía como un milagro lleno de talento. Sin embargo, a pesar de ser evidentes esos dones naturales para la música, se nos olvida que el pequeño Mozart ensayaba entre cinco y seis horas diarias. A menudo, descuidamos que su padre, Leopold Mozart, abandonó gran parte de sus responsabilidades para ocuparse en exclusiva de la educación musical de su hijo.
Jonathan Plucker, psicólogo educativo de la Universidad Johns Hopkins, nos señala en diversos estudios y trabajos que las sinfonías no aparecían de un día para otro en la mente de Mozart. Analizando sus diarios se revela ese trabajo que en realidad, le llevaba meses, largas horas de trabajo refinando las partituras hasta alcanzar esa genialidad que todos admiramos.
La persistencia edifica el talento
Carol S. Dweck, profesora de psicología en Stanford, señala quemuchos de nuestros genios más ilustres, tanto de la actualidad como de nuestra historia pasada, fueron en la infancia e incluso en la juventud personas comunes. Es decir, no fueron necesariamente perfiles con talentos extraordinarios ni con un elevado CI.
Fue la persistencia la que marcó la maestría de Monet o Cézanne. Fue la motivación la que llevó a Darwin o a Freud a enunciar sus teorías y enfoques.
La destreza llega con la práctica y el infatigable trabajo diario, ese que a menudo pasa desapercibido para los demás pero que sin embargo, da forma al talento, a la habilidad y poder destacar en un ámbito.
Talento y carácter
Los escritos de Confucio ya señalaban en su día que las personas pueden alcanzar la perfección a través de la práctica y el esfuerzo. Ahora bien, lograrlo depende también de nuestro carácter, de nuestra personalidad.
En libros como The Hypomanic Edge, el psiquiatra Johns Hopkins John Gartner nos señala que, por lo general, esos genios que despuntan en un talento excepcional a través de la persistencia presentan a su vez unos rasgos muy concretos:
Asumen desafíos.
Son perseverantes y no tienen miedo al fracaso. Aprenden de sus errores.
Presentan audacia psicológica.
Hacen uso de una motivación intrínseca. Son capaces de alimentar su persistencia a pesar de que el entorno, a veces, no sea favorecedor.
Para concluir, hay un aspecto que también queremos considerar. Para alcanzar el éxito o despuntar en alguna disciplina, el talento natural ayuda. La persistencia determina y es clave. Sin embargo, teniendo en cuenta esos factores de personalidad, también debemos hacer uso de esas agallas para sortear dificultades.
Un valor que se apoya en la autoestima y que nos sirve para seguir adelante en una sociedad a menudo imprevisible, contradictoria y acostumbrada a no apreciar el talento real. Algo así no es fácil, no se consigue de un día para otro. Por ello, necesitamos entrenar ese músculo excepcional que es la valentía, el compromiso honesto con nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario