María Valerio | Madrid El Mundo
El contacto con la naturaleza es necesario para el desarrollo infantil.Las actividades de interior han sustituido al juego al aire libre.
Si le pregunta a alguien de más de 35 o 40 años, es probable que muchos de sus mejores recuerdos infantiles se localicen en el campo, entre árboles y plantas, descubriendo insectos o cazando mariposas.
Pero los niños de hoy ya no juegan al aire libre, y eso puede tener consecuencias para su salud física y mental, según advierten los expertos.
Pero los niños de hoy ya no juegan al aire libre, y eso puede tener consecuencias para su salud física y mental, según advierten los expertos.
Esta semana, el diario 'The Guardian' se hacía eco de una encuesta británica a 2.000 menores de ocho a 12 años con un puñado de datos curiosos. El 64% de ellos sólo había salido a jugar a la calle una vez en la última semana, el 28% no había dado un paseo por el campo en el último año y uno de cada cuatro ni se había subido a un árbol ni había estado en una granja en su vida.
La misma encuesta, realizada por el canal de televisión Eden, también recogió el sentir de los padres: el 43% de ellos pensaba que los chicos no deberían jugar fuera solos hasta los 14 años (aunque algunas encuestas anteriores elevan hasta el 85%-90% la tasa de padres con temor a que sus hijos sean secuestrados estando en la calle).
Vivir en una ciudad, rodeados de pantallas de todo tipo en casa, el temor a los desconocidos o al tráfico son algunos de los factores que han alejado a los niños de hoy de la naturaleza, aunque muchos padres no son conscientes de que este nuevo estilo de vida puede estar empobreciendo su crecimiento personal.
"El niño necesita estar en contacto con la naturaleza para su desarrollo", explica a ELMUNDO.es el doctor José Antonio Díaz Huertas, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social. "Necesita pasar frío, calor, sudar, descubrir los insectos... Si piensa que la leche o los huevos vienen del supermercado, le faltará una parte importante para comprender todo el ciclo biológico".
El juego al aire libre no sólo fomenta la actividad y reduce el nivel de obesidad infantil (una de las mayores preocupaciones de los estadounidenses, según una encuesta de esta misma semana), sino que fomenta otros beneficios, como el pensamiento crítico, la capacidad para resolver problemas o la creatividad . Por no hablar del amor a la naturaleza, difícil de aprender conectado a una videoconsola.
Aunque no se trata de medicalizar el problema, el periodista Richard Louv (autor de 'El último niño de los bosques' o 'No dejen al niño dentro') se ha atrevido a ponerle nombre al problema: 'síndrome por déficit de naturaleza'. Un mal que podría afectar a todos esos niños estadounidenses que, según la Fundación Kaiser, pasan una media de 53 horas a la semana conectados a un ordenador, consola o videojuego (mucho más, seguramente, del tiempo que sus mayores dedican al trabajo en el mismo periodo).
"A medida que pasan menos tiempo en el medio natural, sus sentidos se reducen, física y psicológicamente", explica Louv a ELMUNDO.es. "Esto reduce la riqueza de la experiencia humana y contribuye al déficit que yo menciono". Un término, reconoce, que sirve más como descripción de una realidad que como diagnóstico médico.
Según este mismo autor, apenas un 21% de la generación actual tiene la oportunidad de jugar al aire libre en comparación con el 70% de sus mayores; aunque la tendencia a jugar cada vez más dentro de casa y menos al aire libre se repite en varios estudios publicados recientemente, tanto en Reino Unido como Australia. Y cualquier pediatra confirmará que los percances que sufren los niños (a excepción de los accidentes de tráfico o el ahogamiento) son más probables por algún pico de casa que por caídas de los árboles.
"Los padres están más preocupados porque el colegio de sus hijos tenga polideportivo y piscina, cuando antes jugábamos en un patio de arena y hacíamos deporte de una forma natural. Cuando sean mayores, si no tienen un polideportivo cerca, es posible que estos niños no sepan hacer deporte", añade por teléfono el doctor Díaz Huertas desde algún rincón de la sierra de Madrid.
Mientras se asfaltan los patios de los colegios para evitar los charcos ("si un niño se moja no pasa nada") y las ciudades eliminan los lugares de juego naturales, este pediatra, como todo el movimiento verde que está surgiendo en países como EEUU, recomiendan sacar a los niños al campo y dejarles descubrir lo que les rodea por sí mismos. "Porque si no, cosas que antes no suponían un riesgo para ellos, ahora sí lo son porque no están acostumbrados".
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