El boliviano Carmelo Flores Laura, considerado a sus 123 años el hombre más viejo del mundo, asegura que su longevidad se debe, sobre todo, a sus hábitos alimenticios, que incluyen carnes magras, quinua y agua mineral.
Flores Laura bebe agua del deshielo del nevado Illampu y come un par de veces al año carne de zorrino frita, o en chicharrón, como le dicen los bolivianos, una de las razones por las cuales su virilidad lo acompañó hasta hace muy poco, asegura.
El anciano insiste en que la cultura alimenticia del pueblo aimara incidió en su longevidad, sobre todo por el consumo de cereales andinos, tubérculos y carne de los camélidos que viven en la región del altiplano, como la llama o la alpaca.
Esclavo al nacer, allá por 1890, Flores fue padre de cinco hijos,-de los cuales solo el menor vive aún-, abuelo de más de 40 nietos y con tantos biznietos que un día perdió la cuenta, Flores insiste que en su dieta nunca incluyó la carne de vacuno, de pollo o de cerdo, y mucho menos el arroz o los fideos.
Quienes lo conocen, aseguran que también come pito de cañahua, quinua, papa y oca deshidratada, y que vive en una pequeña casa de barro y se viste con ropas confeccionadas a base de hilo de oveja.
Según Flores, cuya edad supera la última marca registrada por el libro de Récords Guinness, antes no había pito -en referencia al spaguettis- ni fideo y la comida se hacía en familia, y era responsabilidad del hombre y la mujer.
Especialistas bolivianos consideran que las personas pueden llegar o sobrepasar los 100 años con una alimentación equilibrada, entre antioxidantes, carnes y cereales, lo cual garantiza que se mantengan resistentes al estrés, a la contaminación y a la edad, además de mantener un equilibrio entre proteínas y vitaminas.
Flores tuvo acceso siempre a la dieta de los pueblos aimaras, basada en alimentos tradicionales, como la quinua, el amaranto y el tarwi, considerados por la nutricionista del ministerio de Salud Pública, Evelin Cerrudo, como muy adecuados.
Cerrudo insistió en que el consumo de cantidades mínimas de azúcar y sal y recordó que “nuestros abuelos no padecían ni de caries porque no consumían altas cantidades de azúcar refinada, las cuales generan en la actualidad caries hasta en los niños”.
Para Cerrudo, una dieta rica en alimentos sanos y nutritivos permite que seamos más resistentes al trabajo físico e intelectual y ayuda a que los años de vida se prolonguen.
Desde que medios de prensa aseguraron que Flores Laura, quien vive en Fresquia, un pueblo pequeñito a 150 kilómetros de esta capital, había superado el récord de longevidad de la francesa Jeanne Calment, quien murió a los 122 años en 1997, el anciano aimara recibió decenas de visitas para conocer sus secretos.
Hasta entonces vivió en absoluta tranquilidad, al cuidado de su ganado, de los frutos de la pequeña parcela de la cual se alimentó siempre y ajeno a las costumbres importadas del mundo occidental.
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