Las imágenes reflejan con fidelidad el éxito del proceso de ayunoterapia que Chiqui Lorente realizó con el método Ankshu.
Hace 3 horasMadrid.
La ayunoterapia (método Ankshu) es un proceso natural y progresivo de desintoxicación y limpieza del cuerpo que permite, entre otras cosas, la eliminación de las grasas.
"Con este método se trabaja el estado emocional, psíquico y enérgico del paciente, se le prepara adecuadamente para que pueda llevar a cabo el tratamiento a través de la acupuntura egipcia. Esta milenaria técnica nada tiene que ver con la china ya que mientras ésta se basa en el trabajo sobre los puntos eléctricos de la persona, la egipcia lo hace en los campos electromagnéticos. Pero no es sencillo, los especialistas que la aplican se tienen que polarizar, y esa es la parte más complicada, porque les lleva mucho tiempo hacerlo, incluso años", explica la doctora Esther Querub, propietaria, junto a Esther Benarroch, de la clínica Querub, única en la que se puede recibir este tratamiento en Madrid.
"La ayunoterapia egipcia no consiste en clavar agujas si no sólo en rozar con ellas las partes del cuerpo humano que concentran las cargas positivas y negativas y que considero necesarias potenciar o inhibir, según el estado del paciente", explica David Berniger, licenciado en Psicología y Nutrición por la Universidad de la República Oriental de Uruguay y especialista de la Clínica Querub con su método personal de Terapia Bioenergética Ankshu.
El tratamiento comienza con una semana de ayuno durante la que el paciente sólo ingiere líquidos, seguida de otros siete días de realimentación, en la que, poco a poco, se introducen en la dieta algunos alimentos sólidos. El paciente está controlado en todo momento y, un día sí y otro no, acude a la Clínica Querub para que David Berniger le aplique una sesión de acupuntura egipcia. "Mediante las agujas, controlamos los niveles de ansiedad, que el paciente no tenga ningún hábito compulsivo hacia la comida, y logramos que el estómago entre en un estado de hibernación para que no demande alimento y el cuerpo recurra a la autofagia y se alimente de las reservas acumuladas, ya que el organismo las almacena para el día que le falte".
Como explica David Berniger, "una persona delgada tiene reservas suficientes en su organismo para aguantar 40 días sin comer. En una situación de ese tipo, lo primero que quema el cuerpo son las toxinas, después los excesos y, por último, lo vital. Cuando empieza el tratamiento de ayunoterapia y el paciente comprueba que puede estar varios días sin comer -el número de días depende de su salud y de sus necesidades-, involuntariamente descubre una herramienta que desconocía, el puedo, y le da confianza para seguir. Con esa buena predisposición, y a través de la piscología -fundamental en este método-, pretendemos que modifique los hábitos que dentro de su rutina le han llevado a una desorganización alimenticia, a la obesidad, y a cualquier otro tipo de problemas que pueda tener. Muchas veces uno tiene muchos problemas porque es obeso y no al revés", analiza David Berniger, para quien "el desorden en la alimentación es consecuencia de un desorden en la vida del paciente, como sucede con el alcohol o las drogas. Si no logra organizar su comida, sufre una fuga de energía. Yo trato íntegramente a la persona; busco que sea feliz y sano. La persona que es feliz tiene más salud".
El método Ankshu está especialmente indicado para reeducar los hábitos nutricionales, para modificar el metabolismo y para reducir peso, pero, cada vez más, acuden personas para desintoxicarse después de temporadas de abusos y excesos o, también, después de sufrir tratamientos con medicación fuerte, como la quimioterapia. No en vano, David Berniger comenzó a aplicar su método en enfermos terminales de cáncer: "El ayuno depura el cuerpo física y espiritualmente. No es algo nuevo, al fin y al cabo, todas las religiones profesan el ayuno entre sus prácticas. Dejando de comer limpias tu cuerpo y tu mente, a la que fortaleces. Es una experiencia enriquecedora, de la que yo también disfruto cuando desconecto en el desierto de Atacama (Chile)", explica.
Al final del tratamiento, "en el que no hay ningún alimento prohibido -ni siquiera hay que pesarlos o contar sus calorías- y con el que se pueden hacer las actividades diarias con normalidad, el paciente encuentra el equilibrio entre la nutrición y su salud mental. Acepta las buenas costumbres, el orden y los hábitos alimenticios adecuados y experimenta una evolución psicológica que le ayuda a mantenerlos con el tiempo", concluyen Esther Querub y Esther Benarroch.
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