El sobrepeso y la obesidad son dos problemas de salud trascendentales que ya afectan tanto a niños como adultos en todo el mundo.
Aunque España no lidera el ranking de países obesos, encabezado por EEUU, Nueva Zelanda y Australia, las malas prácticas de alimentación de los últimos tiempos apuntan a que la situación podría agravarse aún más.
El estrés y la ansiedad en nuestra vida diaria hacen que muchas veces comamos impulsivamente sin ningún tipo de control.
El estrés provoca que mucha gente se decante por consumir comidas más calóricas. (Foto: Fotolia)
Los expertos no se cansan de repetir que debemos hacer más esfuerzos para comer mejor, sobre todo siguiendo el dicho que dice que debemos desayunar como reyes, comer como príncipes y cenar como pobres. Porque concretamente, el 62 por ciento de la población española tiene problemas de sobrepeso y un 22 por ciento padece obesidad.
Elegir mal lo que comemos y dejarnos llevar por nuestros impulsos y emociones son dos de los principales causantes de esta situación. Y es que según asegura la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el 40 por ciento de las personas incrementa su consumo de alimentos calóricos en situaciones de estrés y nerviosismo.
Al elegir este tipo de comida, estamos creando unos hábitos alimenticios nocivos que con el tiempo pueden provocar sobrepeso u obesidad. Porque estos alimentos calóricos a los que nos referimos, conocidos como alimentos 'recompensa', son los que nos proporcionan un mayor placer al ser ricos en azúcares y grasas.
Sin embargo, solo producen bienestar durante un periodo corto de tiempo. De manera que cuando una persona está estresada y consume compulsivamente comida de alto contenido graso para "paliar" su estrés, a los pocos minutos de dicha ingesta vuelve a padecer ese nerviosismo.
Desde la SEEN advierten de lo preocupante que puede llegar a ser este hábito especialmente en niños y adolescentes. Por eso han puesto en marcha una campaña que bajo el lema 'Dile No al Obestrés' pretende concienciar a la población sobre los riesgos de la obesidad y el sobrepeso.
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En este sentido, los expertos explican que el estrés funciona como un ritmo circadiano e interactúa con otros sistemas para regular una gran variedad de funciones endocrinas, inmunológicas, metabólicas y cardiovasculares. Así, más allá de la influencia que pueden tener los niveles de insulina, produce la activación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, favoreciendo la producción de corticoides por las glándulas adrenales.
De hecho, en el cerebro hay receptores para esta hormona que al ser estimulados actúan como factores de transcripción o regulan la expresión de algunos genes, por lo que los más entendidos en el tema aconsejan llevar un orden con vistas a no caer en la tentación de comer cualquier cosa en cualquier momento.
Evitar el picoteo constante, dormir adecuadamente y practicar ejercicio a diarioayudan a controlar la ansiedad por comer y a evitar estos impulsos irracionales, explica Susana Monereo, miembro de la secretaria general de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
De lo contrario se puede entrar en una espiral de la que es difícil salir y que puede terminar acarreando desde trastornos de la alimentación hasta enfermedades cardiovasculares. Diabetes, trastornos del aparato locomotor y cánceres del endometrio, la mama y el colontambién pueden aparecer.
Por último, los especialistas advierten de que los padres deben poner especial cuidado en su alimentación y en el ejemplo que dan al resto de la familia, ya que pueden transmitir sus 'vicios alimentarios' a los hijos.
"Los padres que están estresados se lo suelen contagiar a sus hijos, haciendo que estos coman más alimentos calóricos y azucarados", señala Albert Lecube, coordinador del grupo de trabajo de obesidad de la SEEN.
Por Monica De Haro
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