domingo, 30 de marzo de 2014

El sonido creador de los Mantras...

El secreto de la potencia oculta del sonido o de las vibraciones, que proporciona la clave de los misterios de la creación y de la fuerza creadora, al igual que descubre la naturaleza de las cosas y de los fenómenos vitales, era bien conocido por los antiguos, los sabios de los Himalayas, los “magos” persas, los adeptos mesopotámicos, los sacerdotes egipcios y los iniciados griegos.

Los átomos tienen movimiento, ritmos o vibraciones que producen notas, sonidos. 

Todas estas notas o vibraciones forman una armonía universal, en la que cada elemento, aún conservando sus características y sus funciones particulares, contribuye a la unidad del conjunto.

La noción del sonido creador se perpetuó en la doctrina del Logos, que fue parcialmente recogida por el cristianismo primitivo, tal como puede apreciarse en el Evangelio de San Juan que comienza con estas palabras: “En el principio fue el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne..”

Si estas profundas enseñanzas, que podrían haber unido el cristianismo a la filosofía gnóstica y a las tradiciones orientales, hubiera conseguido conservar su influencia, el mensaje universal de Cristo se habría salvado de la intolerancia y de la estrechez de espíritu.

Sin embargo, en la India se mantenía vivo el sentido del conocimiento de su creador. Esta tradición se mantuvo hasta nuestros días en los países donde floreció el budismo, el Tíbet y el Japón.

Alexandra David-Nell, en su libro Viaje al Tíbet, describe a un Maestro del Sonido que declara que todos los seres y todas las cosas son conglomerados de átomos que bailan y producen sonidos a través de su movimiento. 

Cuando el ritmo cambia, cambia también el sonido que emiten.

Cada átomo canta constantemente; su aire y el sonido crea a cada instante formas compactas o sutiles según su mayor o menor materialidad.

El sonido de un mantra no es una vibración física, aunque esta puede acompañarlo, sino un sonido espiritual. 

El oído es incapaz de percibirlo, pero sí puede hacerlo el corazón. La boca no puede pronunciarlo, pero sí puede pronunciarlo el corazón.

Lo mismo que una fórmula matemática no transmite su potencia más que aquel que conoce el significado de su símbolo y las leyes y los métodos de su aplicación, el mantra no puede dar poder más que a aquel que consciente de su esencia, el que conoce sus modos de aplicación, al que sabe que es el medio idóneo de despertar a las fuerzas que duermen dentro de sí mismo.

Lama Anagarika Govinda

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