Científicos han descubierto que poner excrementos de personas sanas en píldoras ayuda a tratar las infecciones intestinales extremas. Investigadores curaron a 28 pacientes que estaban graves, a quienes los antibióticos fuertes no les hicieron efecto.
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Medio millón de estadounidenses se infectan por Clostridium difficile cada año, y alrededor de 14.000 personas mueren. Esta especie bacteriana produce náuseas, calambres y diarrea. Antibióticos muy potentes y caros son capaces de eliminar al Clostridium difficile, pero también matan a las bacterias 'buenas' que se encuentran en el intestino, dejando al paciente más vulnerable a futuras infecciones.
Recientemente, los estudios han demostrado que los trasplantes fecales, es decir, heces de un donante sano, pueden restaurar ese equilibrio. Incluso hay videos en YouTube que enseñan cómo realizar un tratamiento similar en casa con ayuda de un enema.
Thomas Louie, especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Calgary, ideó un método que va más allá: un tratamiento comestible para cada paciente.
Procesó las heces donadas, que en la mayoría de los casos provienen de un familiar del enfermo, en el laboratorio para extraer las bacterias 'asesinas'. Luego las envasó en cápsulas de gel con cobertura triple para que no se disuelvan hasta que alcancen los intestinos.
"No se trata de heces, sino de las bacterias fecales. Nuestros pacientes no están comiendo excrementos", explicó Louie, citado por el servicio de prensa de su universidad. Además, las píldoras no son malolientes, ya que los contenidos no se liberan. Al alcanzar el colon las cápsulas se abren y se implantan las bacterias 'buenas'.
Los médicos están probando congelar las heces, ya que este proceder no daña a las bacterias, para poder almacenar los excrementos y trasportarlos a cualquier lugar donde un paciente los necesite.
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