La Alimentación forzosa de patos y ocas, a debate .
En muchos países la producción y comercialización del paté de hígado está prohibida.
En cambio, en España, su consumo va en aumento: ya somos el segundo consumidor mundial.
En cambio, en España, su consumo va en aumento: ya somos el segundo consumidor mundial.
El foie gras es una de las delicatessen que más críticas suscita. El motivo, la forma de cebar a ocas y patos. Pero, ¿qué hay de cierto?
España es el segundo consumidor mundial de foie gras, un producto que se obtiene del hígado graso de las ocas, los gansos y los patos. En muchos países está prohibida su producción, como en Polonia o Reino Unido, en otros también su comercialización o está en vías de ello, como sucede en California, por considerar que esta forma de cebar al animal supone un maltrato.
En cambio, en España su consumo se ha ido incrementado en los últimos años. Sin embargo, poco se sabe realmente de cómo viven o de cuánto se sobrealimenta a estas aves y durante cuánto tiempo.
Desde el punto de vista ético, el «foie» es uno de los productos más criticados. Dejando a un lado el debate sobre si hay que ser vegetariano o carnívoro (ése es otro tema), ¿existe alguna forma de disminuir el daño? ¿Cuáles son las mentiras que se han publicado al respecto?
La principal polémica está en el cebado. Las palmípedas producen más grasa de forma natural con la llegada del frío. Es su forma de prepararse para la migración.
Sin embargo, a nivel industrial, estas aves han perdido este hábito (proceden en su mayoría de incubadoras) por lo que para lograr ese plus de grasa se las sobrealimenta. En concreto, «las aves están al aire libre salvo sus dos últimas semanas.
Entonces se las mete en naves donde hace frío y en ocasiones se las inmoviliza para alimentarlas.
Pero ellas son las que demandan más comida al pensar que tienen que migrar por la refrigeración de las naves», detalla Ramón Puyuelo, gerente de la Asociación Interprofesional de las Palmípedas Grasas.
Pero ellas son las que demandan más comida al pensar que tienen que migrar por la refrigeración de las naves», detalla Ramón Puyuelo, gerente de la Asociación Interprofesional de las Palmípedas Grasas.
«La alimentación forzada o asistida –prosigue– se hace metiéndoles un tubo. La comida va al buche del animal. En esas dos semanas reciben unos 10 kilogramos de maíz. El embuche dura 6 segundos cada vez, por lo tanto en términos totales de la vida de un pato supone 108 segundos (1 minuto y 48 segundos)».
Desde AnimaNaturalis, la descripción difiere. «La alimentación forzada comienza cuando las aves tienen entre 8 y 10 semanas de edad. Entonces se inmoviliza al ave, ya que muchas veces pierde el apetito y se niegan a ingerir. Se les coloca por el pico un embudo con un tubo de metal de hasta 40 centímetros de tamaño y se le introduce a presión el alimento tres veces al día.
Algunos criadores les colocan un elástico alrededor del cuello para evitar que vomiten. El animal, al estar inmovilizado, no gasta energía y deposita grasa en todo su cuerpo, pero especialmente en el hígado, lo que provoca que lleguen a hincharse hasta 10 veces su tamaño normal.
Pasa de pesar 130 gramos a 1.200», afirma Leticia Olivares, coordinadora de AnimaNaturalis en Barcelona. Esta forma de cebar al animal provoca, según Olivares, que los ejemplares más débiles no lleguen vivos al matadero.
Puyuelo aclara que «en ningún caso el hígado revienta, ya que, entre otros motivos, si no no se podría vender. Lo que se produce no es un hígado cirrótico, sino una esteatosis hepática del hígado que si bien a un ser humano le causaría problemas a un ave no, ya que ellas dilatan su hígado de forma natural cuando llega la migración. Tampoco los hombres seríamos capaces de recorrer miles de kilómetros sin comer y ellas sí». En esto, cabe recordar que luego van al matadero, así que si bien esta esteatosis no les mata podría hacerlo con el tiempo, si vivieran más.
Para Olivares, «el índice de mortandad de los patos es de 10 a 20 veces superior durante el cebo. Al inmovilizarlos, no pueden defenderse de los gusanos que invaden sus heridas en el cuello».
En este caso, el gerente de Palmípedas Grasas hace hincapié en que «en España, las aves, una vez que están dentro de la nave, están en jaulas colectivas no cerradas por arriba en las que caben 5 patos por cada tres metros cuadrados o en jaulas individuales, algo que en España se está reduciendo. De hecho, en esto nuestro país está por delante de Francia o de Hungría –los líderes a nivel mundial en producción de foie gras–, donde no se ven jaulas colectivas».
Ahora bien, en cuanto a las posibles heridas en la garganta que muchas informaciones aseguran, la cosa no está tan clara. La garganta de las aves, como la de las serpientes, se expande, por lo que no tendrían que producirse heridas.
Muerte por electronarcosis
Después llegará el día de ir al matadero, donde morirán por electronarcosis.
El proceso consiste en «colgarlas boca abajo unos segundos con el fin de atontarlas. Después pasan por una mesa con agua y se les da una descarga eléctrica para al final realizar su sacrificio cortándoles el cuello», detalla Puyuelo.
El proceso consiste en «colgarlas boca abajo unos segundos con el fin de atontarlas. Después pasan por una mesa con agua y se les da una descarga eléctrica para al final realizar su sacrificio cortándoles el cuello», detalla Puyuelo.
«Se estima que la producción de “foie” mundial es de 27.000 toneladas al año. Europa lidera la producción con un 90 por ciento, ya que Francia es, seguido por Hungria, el primer productor mundial», afirma Olivares.
En concreto, en el país galo «34,5 millones de patos y 650.000 gansos mueren cada año para la producción de foie gras», asegura Justin Kerswell, portavoz de «Viva!», un grupo británico en favor de los derechos de los animales que fomenta una vida vegetariana y vegana.
Aquí hay que puntualizar, mueren para hacer foie, pero su carne también se come. «Sólo criamos patos macho, comprados en Francia. A las hembras se las destina para carne, algunos países hacen foie gras de hembra, que se vende más barato por ser un hígado de menor calidad, pero en cualquier caso la carne de ambos géneros se come», asegura Puyuelo.
Por cierto que España «es el cuarto productor mundial. Las empresas de la asociación, que crían a 1.040.538 palmípedas grasas, producen 1.113.322 kilogramos de foie gras al año», añade.