sábado, 6 de mayo de 2023

Investigadores descubren un biomarcador del Parkinson en un avance clave

Traducido por el equipo de SOTT.net

La investigación reveló que el 93% de los participantes con Parkinson tenían un examen anormal.

© Bob Riha, Jr./Getty Images
Michael J. Fox • 52º Premios Emmy
Shrine Auditorium, Los Angeles, CA • Sept. 10, 2000Un grupo internacional de investigadores ha descubierto una nueva herramienta que puede revelar una patología clave de la enfermedad de Parkinson en las células del cerebro y del cuerpo.

La identificación del nuevo biomarcador, conocido como alfa-sinucleína anormal, abre un nuevo capítulo para la investigación, según la Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson.

La fundación lideró la coalición y su estudio clínico de referencia, la Iniciativa de Marcadores de Progresión del Parkinson (PPMI, por sus siglas en inglés). Los hallazgos fueron publicados el miércoles en la revista científica The Lancet Neurology.

La herramienta, también conocida como el ensayo de amplificación de siembra de α-sinucleína, es capaz de detectar la patología en el líquido cefalorraquídeo tanto para aquellos diagnosticados con la enfermedad como para individuos que están en alto riesgo de desarrollarla pero que aún no han sido diagnosticados o no han mostrado síntomas clínicos. Las pruebas de laboratorio pueden confirmar la presencia de alfa-sinucleína anormal, que se detecta en la mayoría de las personas que tienen Parkinson con lo que la fundación dijo que era "una precisión asombrosa".

De aquellos que participaron en las pruebas, se demostró que el 93% tenía alfa-sinucleína anormal.



© Matt Winkelmeyer/Getty Images
Michael J. Fox • Estreno de "Still: A Michael J. Fox Movie" en el Festival de Cine de Sundance
Eccles Center Theater en Park City, Utah • Ene. 20, 2023"Nunca antes habíamos sido capaces de ver en una persona viva si se estaba produciendo este cambio biológico de la alfa-sinucleína en su cuerpo", declaró en un comunicado el Dr. Todd Sherer, jefe de misión de la Fundación Michael J. Fox.

La alfa-sinucleína, una proteína que normalmente se encuentra en el sistema nervioso -como el amiloide en la enfermedad de Alzheimer- puede empezar a plegarse mal y aglomerarse, dañando las neuronas y causando el desarrollo de la enfermedad de Parkinson.

Hasta ahora sólo era posible confirmar la presencia de los grumos mediante análisis post mortem. Si hay alfa-sinucleína anormal en una muestra de líquido cefalorraquídeo, se forman grumos y el colorante con el que se prepara la muestra se ilumina.

La fundación señala que la nueva herramienta "aprovecha una característica reveladora de la alfa-sinucleína que es patológica", haciendo que la alfa-sinucleína normal cercana se pliegue mal y se aglutine.

Los científicos analizaron unas 1.123 muestras de líquido cefalorraquídeo, mostrando que la prueba era anormal en menos del 5% de las personas sin Parkinson.

La fundación dijo que existe una "tremenda promesa en la optimización" del ensayo para medir la cantidad de alfa-sinucleína presente.

El cofundador de la Fundación, Michael J. Fox, dijo:
"Estoy conmovido, humilde y asombrado por este avance, que ya está transformando la investigación y la atención, con enormes oportunidades de crecer a partir de aquí. Estoy muy agradecido por el apoyo de los pacientes, las familias y los investigadores que están con nosotros mientras continuamos derribando puertas en el camino hacia la erradicación del Parkinson de una vez por todas."Los ensayos optimizados también detectarían la sinucleína anormal a través de una extracción de sangre o un hisopo nasal.

La proteína α-Sinucleína ha sido previamente vinculada genética y neuropatológicamente a la enfermedad de Parkinson.

Julia Musto
jue, 13 abr 2023 03:25 UTC
https://es.sott.net/article/87598-Investigadores-descubren-un-biomarcador-del-Parkinson-en-un-avance-clave

jueves, 4 de mayo de 2023

La electricidad podría ayudar a curar las heridas hasta tres veces más rápido


Los resultados de un estudio podrían tener un gran impacto en mejorar la calidad de vida y la atención de salud en los pacientes con diabetes.


© Science Brush / Hassan A. Tahini / Chalmers University of Technology

Ilustración que muestra cómo los campos eléctricos pueden funcionar en las heridas.En un proyecto conjunto, investigadores de la Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia, y de la Universidad de Freiburg, Alemania, han desarrollado un método que acelera el proceso de curación de las heridas con base en el empleo de estimulación con campos eléctricos, comunicaron este martes.

"Las heridas crónicas son un gran problema social del que no escuchamos mucho. Nuestro descubrimiento de un método que puede curar heridas, hasta tres veces más rápido, podría cambiar las reglas del juego para las personas diabéticas y de edad avanzada, entre otras, que a menudo sufren mucho por heridas que no cicatrizan", comenta Maria Asplund, profesora de la institución sueca y jefa del proyecto. 

A menudo, estas pequeñas heridas derivan en la cronicidad en este tipo de pacientes, lo que implica un mayor riesgo de infecciones, que a la larga pueden tener consecuencias tan graves como la amputación.

Los campos eléctricos como guías celulares

Desde hace tiempo se conoce que las células de la piel son electrotácticas, lo que significa que 'migran' direccionalmente en campos eléctricos. Esto se evidencia al colocar una placa de Petri con células epiteliales (de la piel) en medio de un campo eléctrico y observar como las células dejan de moverse al azar y comienzan a moverse en la misma dirección del campo.

El equipo científico investigó cómo se puede utilizar este principio para guiar eléctricamente las células epiteliales con el fin de hacer que las heridas sanen más rápido. La solución vino a partir del uso de un dispositivo con un pequeño biochip de ingeniería que generaba un campo eléctrico adecuado para su empleo en el laboratorio.

Probado en modelos experimentales de piel artificial pudieron constatar, con fuertes evidencias, la curación tres veces más rápida de las heridas estimuladas con electricidad en comparación con el tiempo de sanación de la piel no sometida al campo eléctrico. "Pudimos demostrar que la vieja hipótesis sobre la estimulación eléctrica puede usarse para hacer que las heridas sanen mucho más rápido", señaló Asplund. Los resultados de su estudio los publicaron, recientemente, en Lab on a Chip.

Impacto del estudio en los pacientes con diabetes

Dado a que uno de cada 11 adultos tiene algún tipo de diabetes en la actualidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Diabetes, el estudio se enfocó en la cicatrización de heridas en relación con esta enfermedad en continuo ascenso. Los investigadores observaron las heridas en modelos experimentales de diabetes e investigaron si su método podría ser efectivo incluso en esos casos.

"Vimos que cuando imitamos la diabetes en las células, las heridas en el chip sanan muy lentamente. Sin embargo, con la estimulación eléctrica podemos aumentar la velocidad de curación para que las células afectadas por la diabetes casi se correspondan con las células sanas de la piel", explicó Asplund.

Ahora trabajarán en desarrollar productos efectivos que generen suficiente fuerza de campo eléctrico y estimulen de la manera correcta para cada individuo. "Estamos viendo cómo interactúan las diferentes células de la piel durante la estimulación, para dar un paso más hacia una herida realista. 

Queremos desarrollar un concepto para poder 'escanear' heridas y adaptar la estimulación en función de la herida individual. Estamos convencidos de que esta es la clave para ayudar eficazmente a las personas con heridas de curación lenta en el futuro", dice Asplund.

dom, 23 abr 2023 14:55 UTC

martes, 2 de mayo de 2023

La Trama Secreta para ocultar la eficacia de la Ivermectina en el país

1 May 2023




El doctor Héctor Carvallo, uno de los pioneros en el país junto con el doctor Roberto Hirsch en demostrar tempranamente la eficacia contra el covid de la ivermectina, no mereció gratitud alguna por sus aportes. Lejos de eso, sus estudios le depararon obstáculos y persecuciones, intentos por prohibir que su investigación continuara y que se conocieran los resultados, amenazas de despido, gestiones para desplazarlo, calumnias e injurias que afectaron su honor y su prestigio profesional y académico. 

Así lo denuncia hoy Carvallo quien, a casi tres años de que todo aquello comenzara, se decidió a exponer la trama secreta que se activó durante la pandemia para ocultar la eficacia de ese medicamento -que ya existía en el mercado y de bajo costo-, una maquinación que salpica al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. 

Carvallo, quien ahora denunció en la Justicia a los funcionarios involucrados en la maniobra para desacreditarlo, lamenta que el fármaco para tratamiento y profilaxis del covid que él estaba investigando pudo haber salvado muchas vidas. “Por omisión dejaron que se muriera mucha gente”, asegura Carvallo en una entrevista con La Prensa. “Hay 42.000 personas que no tendrían que haberse muerto”, estima, en referencia al ámbito bonaerense.

Carvallo fue director del Hospital de Ezeiza y jefe de Clínica Médica de ese mismo centro de salud, donde trabajó durante veinte años (1984-2004), antes de que cambiara de nombre por el de Hospital Zonal General de Agudos Dr. Eurnekian y se trasladara a otro lugar. En la entrevista, este médico recibido hace más de cuarenta años, cuenta que además tenía a cargo a los alumnos del pregrado de la Universidad de Buenos Aires.

Una vez jubilado, fue convocado desde el Hospital Eurnekian para que se hiciera cargo “ad honorem” del área de Docencia e Investigación, que “estaba totalmente dormida”. A partir de entonces fue “asesor” en esa área.

Carvallo cuenta que su interés en la aplicación de este medicamento para el covid se debió a que, ya “desde un poco antes de la pandemia, venía observando los estudios que se estaban haciendo en otras partes del mundo con la ivermectina para tratar el dengue, el zika y el chikungunya”.

IN VITRO

“Estaba dando buenos resultados, al menos in vitro. Y eso era un aliciente porque hasta el día de hoy no hay un tratamiento ni una profilaxis para estas tres enfermedades”, sostiene.

“En Australia, Leon Caly y Kylie M. Wagstaff no tuvieron ninguna epifanía antes de que decidieran ponerle ivermectina a las muestras de covid para ver qué pasaba. Ellos estaban trabajando sobre dengue, zika y chikungunya, y cuando empezó la pandemia solo cambiaron el foco de la investigación pero en base al procedimiento que ya estaban haciendo. Y ahí fue que nos enteramos de que la ivermectina, in vitro, daba resultado”, explica.

“Al margen de eso, era evidente que los cuadros severos de covid eran por inflamación exagerada, lo cual requiere un inmunosupresor. Es decir, un corticoide. Entonces nosotros hicimos la primera presentación sobre el tema en la revista ‘JAMA’, en marzo de 2020, cuyo título era: ‘Ivermectina+dexametasona: ¿la combinación ideal contra covid?’”, rememora el médico.

“Como la revista no lo publicó, decidimos hacer la investigación por nuestra cuenta”, añade. “En ese momento sabíamos que las publicaciones de las revistas científicas estaban patrocinadas por los laboratorios, pero no que era un problema tan grosero”, apunta.

En su repaso de los hechos, Carvallo menciona que el dinero era la principal dificultad que afrontaban. “Para poder hacer la investigación in vivo necesitábamos tener el medicamento y nosotros no teníamos ningún recurso. Somos investigadores independientes”.

“En ese momento yo estaba en el Hospital Eurnekian y Roberto Hirsch en el Hospital Muñiz. Pero no le podíamos pedir a los directores que autorizaran comprar un medicamento que hasta ese momento era para la sarna, los piojos y los parásitos intestinales, por la sencilla razón de que todo estaba abocado a la compra de equipamiento de protección para el personal”, afirma.

“De allí que le pedimos a tres laboratorios -Panalab, Cassará y Elea- que nos proveyesen de gran cantidad de muestras y tuvimos que explicarles para qué las queríamos. Los dos primeros laboratorios fueron muy generosos. Elea ni siquiera nos contestó”, describe.

“Hirsch pidió autorización para hacer el estudio de profilaxis con ivermectina en el Hospital Muñíz y el comité de ética de ese hospital se lo aprobó. Pero cuando lo elevaron al Ministerio de Salud, a cargo de Fernán Quiros, se lo denegaron porque le pedían requisitos que él no podía cumplir”, explica. 

Hirsch terminaría por hacer un estudio retrospectivo, con consentimiento informado de quienes participaron, para sortear las dificultades. “Ese estudio se hizo con menos gente que el que hicimos en el Hospital Eurnekian, pero comprendió un tiempo más prolongado de observación, lo cual le da un valor fundamental”, señala Carvallo.

“En el caso del Hospital Eurnekian, nosotros seguimos los pasos que corresponden. Según la ANMAT en ese momento, ante una situación de epidemia, si uno iba a investigar algún producto que ya existe en el mercado farmacéutico, los pasos eran: ser aprobado por el Comité de Etica del hospital en cuestión y elevar el informe al Comité de Etica Central del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Previo a hacer eso, tuvimos una reunión por zoom donde estaba el asesor académico del Ministerio de Salud, el doctor Mario Rovere, y le explicamos lo que queríamos hacer. Rovere nos dijo: ‘ustedes tienen que salir a seducir a los demás hospitales para que participen’. Esto fue en marzo de 2020’”, detalla.

EL INICIO

“Con la aprobación del Comité de Etica del hospital, más la aprobación extra del Comité de Etica del Municipio de Ezeiza, empezamos a hacer dos investigaciones simultáneas: una de tratamiento y una de profilaxis”, continúa Carvallo.

“Conseguimos más de 100 voluntarios (miembros del personal y familiares) que quisieron hacer la profilaxis con ivermectina y comparamos ese grupo con otro. La mayoría tenía un promedio de edad de 40 años y trabajaba en áreas críticas -médicos de guardia, ambulancieros, enfermeros de la guardia-“, puntualiza.

“La otra investigación era para estudiar el tratamiento de pacientes que ya tenían covid confirmado, para lo cual tuvimos que crear una tabla de gravedad e ir manejando la medicación de acuerdo con el estado del paciente -había ambulatorios y pacientes internados-. Hicimos un score de gravedad y estudiamos qué dosis de medicación dar a cada uno y cómo combinar los medicamentos”, prosigue.

“Sobre un total de 32 pacientes cotejados contra sus pares, tuvimos una sola muerte mientras que en el otro grupo hubo 8 muertes. Es decir que la ivermectina tuvo una eficacia de 7 a 1 frente a los otros tratamientos que se estaban utilizando en ese momento (suero de convaleciente, hidroxicloroquina, lopinavir y ritonavir, entre otros)”, se entusiasma.

“De 134 pacientes leves, no tuvimos que internar a ninguno, mientras que, en paralelo, las estadísticas oficiales señalaban que el 10% de los pacientes diagnosticados, aún leves, tendían a empeorar y terminaban internados”, compara.

Estos estudios prospectivos comenzaron en el Hospital Eurnekian en abril y concluyeron en mayo, asegura el investigador.

“En el estudio de profilaxis -cuenta Carvallo-, al cabo de un mes hubo 14 contagiados en el grupo control y en el grupo que tomó ivermectina como profilaxis no hubo ninguno”. Fue en ese momento, según indica, cuando empezó a correrse la voz de que estaban haciendo esa investigación.

El médico remarca que, tras obtener la aprobación, inscribieron el estudio en el sitio clinicaltrials.gov, que depende de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. Y cuando terminaron los estudios, elevaron los resultados al Ministerio de Salud. Sin embargo, la cartera sanitaria no respondía.

“Por eso elevamos los resultados a la Biblioteca Nacional de Medicina”, argumenta Carvallo, quien destaca que fueron los primeros resultados mundiales de ivermectina en profilaxis y en tratamiento del covid.

En el recuento del investigador aparece una visita al Hospital Eurnekian que realizaron en el ínterin el gobernador Axel Kicillof, y el entonces ministro de Salud, Daniel Gollán y su vice, Nicolás Kreplak, quien recibió en esa oportunidad de manos del director del hospital los resultados de los estudios. “Kreplak contestó: ‘Ah sí, sabía que estaban haciendo esto’”, relata Carvallo.

PROBLEMAS

A partir de entonces, según el repaso de los hechos que hace el médico, comenzaron los problemas. “En agosto me llaman desde el Ministerio de Salud de la provincia. Era el secretario privado del ministro, quien me dice que yo no puedo seguir investigando en el hospital y que no se pueden dar a conocer los resultados”.

“Le respondí que los estudios ya habían terminado y que los resultados ya figuraban en la Biblioteca Nacional de Estados Unidos y en el ‘journal’ de Infectología”, cuenta Carvallo. “El hombre se quedó cortado y me dijo que con lo que yo había hecho ponía en juego mi cargo”, afirma el médico, quien alega haberse defendido diciendo que contaba con la aprobación de los comités pertinentes y que no tenía ningún cargo que perder porque estaba jubilado, antes de perder la paciencia y cortar la llamada.

“A los diez o quince días -según Carvallo-, llegó al hospital un mail desde el Comité Central de Ética e Investigación del Ministerio de la Provincia, en el que se pedía que me desafectaran de cualquier función que yo pudiera cumplir dentro del hospital”. Para no comprometer al director, que era su amigo, Carvallo decidió renunciar por propia voluntad al cargo que cumplía ‘ad honorem’.

Tiempo después, el médico cuenta que descubrió que ese mail lo habían recibido muchas personas de su lista de contactos de correo electrónico, incluidos familiares y ex compañeros de la facultad, por lo que sospecha que su computadora puede haber sido hackeada.

Según relata Carvallo, ese mail, fechado el 3 de septiembre de 2020 y firmado por Carlos Burger y Silvina Inés Sánchez, secretario y coordinadora, respectivamente, del Comité de Ética Central del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, lo acusaba de haber publicado los resultados de esos estudios sin que los mismos hubieran sido aprobados para su realización ni por el Ministerio (de Salud provincial) ni por el Comité de Ética, por lo que se advertía sobre el inicio de una investigación por violación de la ley 11.044 y se pedía al mencionado Comité de Ética que difundiera la situación “con el resto de las jurisdicciones”, es decir, con la totalidad del territorio nacional.

A esos dos funcionarios Carvallo les inició un juicio por calumnias, injurias y daño moral, por afectar su honor personal y prestigio profesional, académico, doctrinario y científico.

Hoy, el médico insiste en que, “tan pronto como se terminaron los estudios a fines de mayo, se elevaron por whatsapp todos los resultados al Ministerio. Si no los miraron, los cajonearon o los escondieron, no lo sé. Lo que pasa es que como tomó estado público lo que habíamos hecho y salió en diarios, revistas, y hasta en la televisión pública, no podían alegar ignorancia”.

A su juicio, el resultado de todo esto fue que, “por omisión, dejaron que se muriera mucha gente”.

https://tierrapura.org/2023/05/01/la-trama-secreta-para-ocultar-la-eficacia-de-la-ivermectina-en-el-pais/

“Si la mortalidad se reduce de 7 a 1, y si esta relación se proyecta en la provincia de Buenos Aires, donde murieron entre 50.000 y 60.000 personas, quiere decir que hay 42.000 que no tendrían que haberse muerto. Es un cálculo que surge de los números absolutos o porcentuales. ¿Y quién es responsable de eso?”, se pregunta, para luego concluir: “En otras partes del mundo han comenzado juicios para encontrar responsables en los gobiernos como cómplices necesarios”.

domingo, 30 de abril de 2023

45 veces más muertes tras vacunas COVID en sólo 2 años en comparación con todas las muertes relacionadas con la vacuna de la gripe desde 1990, muestran los datos


Los autores de un meta-análisis revisado por pares de los eventos adversos de la vacuna COVID-19 nacionales e internacionales durante los dos primeros años de la implementación dijeron que sus hallazgos ponen de relieve la importancia de reevaluar las políticas de salud pública que promueven la inyección masiva universal y múltiples refuerzos para todos los grupos demográficos.

El coste de inyectar a personas sanas, "especialmente niños", con la vacuna COVID-19 de Pfizer o Moderna "es superior a cualquier beneficio alegado, aunque no validado", según los investigadores, que analizaron los datos sobre acontecimientos adversos de más de 10 sistemas de vigilancia reglamentaria y de autonotificación durante los dos primeros años del despliegue de la vacuna COVID-19.

"Nuestro metaanálisis de los efectos adversos de las vacunas a escala nacional e internacional subraya la importancia de reevaluar las políticas de salud pública que promueven la inyección masiva universal y los refuerzos múltiples para todos los grupos demográficos", afirman los autores de un estudio revisado por pares y publicado este mes en la revista International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research.Eliana Romero, doctora y directora de investigación clínica de la Fundación para la Neurodiversidad, Shawn Fry, fundador y director científico de la Fundación para la Neurodiversidad, y Brian Hooker, doctor y director científico de Children's Health Defense y profesor asociado de biología en la Universidad Simpson de Redding, California, son los autores del artículo.

Los investigadores analizaron los efectos adversos relacionados específicamente con la salud cardiovascular y la fertilidad -como la miocarditis y las anomalías menstruales- que se pasaron por alto durante los "análisis de seguridad acelerados" que tuvieron lugar en el "proceso de aprobación acelerada que permitió a los fabricantes lanzar sus productos por la vía rápida", señalaron.

Analizaron datos de la base de datos del Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS) -el principal sistema financiado por el gobierno para notificar reacciones adversas a las vacunas en EE.UU., que se ha demostrado que sólo notifica el 1% de los efectos adversos reales de las vacunas- y de la Base de Datos de Epidemiología Médica de Defensa (DMED), la base de datos de acontecimientos médicos de todos los militares estadounidenses en activo y en la reserva.

Los autores también examinaron los datos de otros sistemas de vigilancia reglamentaria y autoinformes, como el V-safe After Vaccination Health Checker, el sistema de notificación Yellow Card del Reino Unido, Public Health Scotland, el Ministerio de Sanidad israelí y la Natural Cycles App.

Hooker afirmó que los datos ponen de relieve "el espectacular aumento de acontecimientos adversos asociados a la vacuna COVID-19".

Tras realizar minuciosos análisis estadísticos, los autores concluyeron que había muchas más notificaciones de acontecimientos adversos tras la vacunación contra el COVID-19 que tras la vacunación contra la gripe o la tos ferina.

Los investigadores también hallaron "un mayor número estadísticamente significativo de hospitalizaciones en el personal militar" tras la implantación de la vacuna COVID-19 en comparación con justo antes de la implantación, y "aumentos en las incidencias de afecciones tromboembólicas, como anomalías menstruales, miocarditis y eventos cerebrovasculares tras la implantación de los mandatos de inyección de COVID, en comparación con los cinco años anteriores".

Los investigadores verificaron sus conclusiones comparando sus resultados con informes similares de otros sistemas de vigilancia reglamentaria y autoinformes, como EudraVigilance, Eurostat, las aseguradoras sanitarias alemanas y la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido.

Además de los aumentos estadísticamente significativos de los efectos adversos de las vacunas, los datos mostraron aumentos "altamente significativos desde el punto de vista estadístico" de la "morbilidad específica" y la "mortalidad por todas las causas", declaró Hooker a The Defender.
"Estos resultados no deben ignorarse", añadió.Más de 45 veces más muertes tras las inyecciones de COVID que todas las muertes por vacunas antigripales combinadas desde 1990

Los investigadores descubrieron que el número de muertes notificadas relacionadas con una vacuna COVID-19 de ARNm era más de 45 veces mayor por dosis de vacuna que las notificadas para todas las vacunas antigripales combinadas desde 1990.

También hallaron una mayor incidencia de problemas de menstruación, miocarditis y eventos cerebrovasculares tras la vacunación contra el COVID-19 que tras la vacunación contra la gripe, como se observa en la figura 1A:



Los investigadores también compararon los acontecimientos adversos notificados en VAERS tras las vacunas COVID-19 con los acontecimientos adversos notificados tras las vacunas contra la gripe y la tos ferina.

Mostraron el porcentaje del total de informes atribuidos a decesos, para las vacunas contra la COVID-19, la gripe y la tos ferina, como se ve en la figura 1B:

© Romero, Fry and Hooker
"Seguridad de las Vacunas de ARNm Administradas Durante los Primeros Veinticuatro Meses del Programa Internacional de Vacunación contra el COVID-19."Si las tendencias en las tasas de miocarditis continúan, "veremos picos en las tasas de mortalidad atribuidos al aumento de la miocarditis documentado anteriormente, así como en el número de adultos jóvenes por lo demás sanos que necesitarán trasplantes para sobrevivir, y todas las complicaciones asociadas a dicho trasplante", señalaron los autores.

Las tendencias de los datos del DMED reflejaron las del VAERS y otros datos de vigilancia, que mostraron aumentos drásticos de muchas afecciones médicas en 2021 después de la introducción de la vacuna COVID-19 en comparación con los cinco años anteriores.

Los investigadores también señalaron que el 1 de febrero de 2022, el Senador Ron Johnson (R-Wis.) escribió una carta al Secretario de Defensa de EE.UU. Lloyd J. Austin III preguntando si el Departamento de Defensa de EE.UU. (DOD) era consciente de los datos DMED.

"Si es así", dijo Johnson en su carta, "por favor explique qué acciones ha tomado el DOD para investigar la causa de fondo de los aumentos en estos diagnósticos."Las vacunas COVID no son tan "benignas" como dijeron los medios de comunicación

Romero, la autora principal del artículo, dijo que la investigación no se hizo "por una causa" o "con alguna esperanza predeterminada de algún resultado específico".

Romero dijo que al principio "no tenía reparos" en recibir la vacuna COVID-19, pero pronto se hizo "imposible no oír toda la oposición a ellas y, siempre investigadora de corazón, decidí hacer un seguimiento".

Romero es doctor en genética molecular y humana y ha trabajado con algunos de los mejores neurogenéticos del mundo.

"Soy científica hasta la médula", dijo Romero a The Defender. "También tengo Asperger, así que no estoy precisamente predispuesta a decir otra cosa que no sea la verdad."Romero empezó a encontrar "cada vez más pruebas de que las vacunas no eran tan benignas como los medios de comunicación intentaban desesperadamente convencernos de que lo eran", dijo, y sintió la obligación de compartir con otros lo que estaba descubriendo.

Romero, que cuenta con 20 años de experiencia en la investigación de los aspectos genéticos y biológicos de diversas enfermedades en el Baylor College of Medicine, el Hospital Infantil de Pensilvania, la Universidad Johns Hopkins y varios laboratorios privados, afirma que utilizó "todas las vías disponibles" y que "hizo todo lo posible por estandarizar mis datos, comparar manzanas con manzanas y realizar todos los cálculos que conocía para comprobar la validez de los datos presentados."
"El documento no pretende sesgar las opiniones de nadie en un sentido u otro", subrayó Romero.

 "Su único propósito es asegurarse de que la gente tiene toda la información que necesita para tomar las mejores decisiones posibles para su salud", dijo.

"Los gobiernos y las instituciones y los científicos y los médicos deben proporcionar a la gente TODA la información necesaria para que los individuos puedan tomar por sí mismos decisiones verdaderamente informadas."

Suzanne Burdick, Ph.D.
vie, 14 abr 2023 08:53 UTC
Traducido por el equipo de SOTT.net

viernes, 28 de abril de 2023

La carne cultivada en laboratorio se enfrenta a importantes obstáculos

27 April 2023


Todd Crawford – Vision Times

La industria de la carne cultivada en laboratorio ha atraído miles de millones en inversiones de gigantes tecnológicos como Bill Gates y Richard Branson, así como de productores tradicionales de carne, incluidos Tyson Foods Inc. y Cargill Inc., que apuestan por un futuro sin granjas industriales. Sin embargo, la industria se enfrenta a importantes obstáculos en su intento de entrar en el mercado mundial de la carne valorado en un billón de dólares, incluida la escalabilidad y la aceptación del mercado.

Actualmente, Singapur es el único país que permite la venta de carne cultivada en laboratorio a los consumidores y es el único cliente de Eat Just Inc., una empresa de Alameda California que vende menos de 5000 libras de su pollo híbrido cultivado al país cada año.

A modo de comparación, se espera que el mercado mundial de producción de carne produzca más de 350 millones de toneladas métricas en 2023.

Mientras que la industria ha tenido éxito en la producción de pequeñas cantidades de productos cárnicos, la producción de mayores cantidades, a un precio razonable, ha sido alusivo.

Estos productos generalmente se producen colocando células de aves y ganado en tanques de acero inoxidable, también conocidos como biorreactores, donde las células reciben nutrientes y oxígeno para crecer.

Josh Tetrick, director ejecutivo de Eat Just Inc., le dijo recientemente al Wall Street Journal (WSJ): “Podemos lograrlo con éxito a pequeña escala. Lo que es incierto es si nosotros y otras empresas seremos capaces de producir esto a la escala más grande, al costo más bajo dentro de la próxima década”.
‘Como poner a un hombre en la Luna’

Uma Valeti, directora ejecutiva de Upside Foods, otra compañía que compite para llevar carne cultivada en laboratorio al mercado, le dijo al WSJ: “Lo que estamos tratando de hacer no es fácil. Es como poner a un hombre en la luna. No hay una hoja de ruta o un plan”.

A fines del año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) dijo que la carne que produce Upside Foods es segura para comer, eliminando un obstáculo regulatorio clave para la compañía.

“El mundo está experimentando una revolución alimentaria y la FDA se compromete a apoyar la innovación en el suministro de alimentos”, escribieron en ese momento el comisionado de la FDA, Robert Califf, y Susan Mayne, directora del Centro para la Seguridad Alimentaria.

Una vez que se reciba la aprobación del Departamento de Agricultura, Upside Foods tiene la intención de servir su primer producto comercial, un filete de pollo, en un restaurante de tres estrellas Michelin en San Francisco.

Sin embargo, según un exempleado de Upside Foods, la compañía está luchando por producir grandes cantidades de su producto y dice que incluso tuvo problemas para producir suficiente carne para análisis de laboratorio y degustaciones, informó el WSJ.

En un intento de crecer a escala, la empresa ha prescindido de los biorreactores y, en cambio, está experimentando con el cultivo del producto en botellas de plástico de dos litros, conocidas como “botellas de rodillos”, similares a las que utilizan las empresas farmacéuticas.

Se requieren cientos de estas botellas para hacer algunos filetes.

David Humbird, un ingeniero químico escéptico de la industria cree que “las botellas de rodillos no son escalables. Demasiado pequeño, demasiado laborioso”, sin embargo, Upside Foods dice que el proceso funciona para la producción a pequeña escala.

La planta piloto de Upside Foods, cuyo objetivo final es producir 400 000 libras de producto, aún no está en pleno funcionamiento y no ha logrado alcanzar su meta provisional de producir solo 50 000 libras. Los ejecutivos de la empresa dicen que la producción se acelerará una vez que la empresa reciba la autorización del USDA.
Inversionistas esperanzados

Sin embargo, los inversores mantienen la esperanza; cómodos con sus apuestas a largo plazo.

La inversora Priti Youssef Choksi, socia de Norwest Venture Partners, dijo al WSJ: «Nunca hay una línea de tiempo clara que sea exacta o una bola de cristal sobre cómo progresa algo nuevo en el mundo».

Otros dicen que si el mundo quiere alcanzar los objetivos para combatir el cambio climático, que se establecieron en el acuerdo climático de París, la carne cultivada en laboratorio, producida a escala, es un requisito.

“Si las proteínas alternativas no tienen éxito, los objetivos del acuerdo climático de París probablemente sean imposibles”, dijo al WSJ Bruce Friedrich, presidente del Good Food Institute.

Según Good Food Institute (GFI), una organización sin fines de lucro enfocada en promover proteínas sostenibles, se invirtieron más de $300 mil millones en la industria en 2022.

Uno de los es.primeros productos cárnicos cultivados en laboratorio jamás producidos fue por Mosa Meat en 2013, que cultivó una hamburguesa en un laboratorio. El problema era que producir las hamburguesas costaba cientos de miles de dólares.

Los costos de producción de los productos han disminuido constantemente durante la última década, sin embargo, todavía no están en un punto en el que puedan competir en el mercado tradicional.

https://tierrapura.org/2023/04/27/la-carne-cultivada-en-laboratorio-se-enfrenta-a-importantes-obstaculos/

miércoles, 26 de abril de 2023

Italia exige que las farmacéuticas paguen las indemnizaciones por los efectos secundarios de las vacunas

25 April 2023



En un discurso ante sus homólogos europeos, el ministro italiano de Sanidad, Orazio Schillaci, pidió a la Unión Europea que renegocie los contratos de vacunas con las farmacéuticas.

El objetivo es que las indemnizaciones por los efectos secundarios y las costas judiciales dejen de ser responsabilidad de los Estados y pasen a serlo de los fabricantes de vacunas.

Según la agencia de prensa italiana AGI, la propuesta de renegociar los contratos fue formulada por Schillaci durante su intervención en una sesión organizada por el Consejo Europeo de Salud (*).

“Creo que es necesario renegociar los contratos con las empresas farmacéuticas, los contratos que aún no se han cumplido o que sólo se han cumplido parcialmente, previendo la posibilidad de reducir las compras previstas en función de la necesidad real de los Estados en dosis de vacunas contra el coronavirus”, dijo Schillaci.

El ministro italiano también exigió un aplazamiento de los pagos y de las dosis adquiridas a lo largo de varios años, al menos cuatro, adaptando estas últimas “a la evolución epidemiológica del virus”.

“Es esencial que la Comisión Europea, al renegociar los contratos de compra, revise la cláusula de los CMP o contratos de compra anticipada, que hacen pagar a los Estados miembros las compensaciones y/o indemnizaciones debidas por los daños causados por las vacunas, así como los gastos judiciales en que incurren los fabricantes farmacéuticos en los procedimientos individuales, ya que no es razonable que corran a cargo de los Estados miembros, sobre todo después de la autorización ordinaria de comercialización de las distintas vacunas, como también ha señalado el Tribunal de Cuentas Europeo”, declaró Schillaci.

https://tierrapura.org/2023/04/25/italia-exige-que-las-farmaceuticas-paguen-las-indemnizaciones-por-los-efectos-secundarios-de-las-vacunas/

domingo, 23 de abril de 2023

La Carne Podrida podría haber sido un alimento básico de la Dieta Paleo original

En un libro sobre sus viajes por África publicado en 1907, el explorador británico Arnold Henry Savage Landor relataba haber presenciado una comida improvisada que sus compañeros saborearon pero que a él le pareció inimaginablemente repugnante.

© Emile Holmewood
La carne podrida, junto con una gran cantidad de otros alimentos poco estudiados, puede haber formado parte de la dieta de los antiguos homínidos, según están descubriendo los antropólogos.Mientras navegaba por un río de la cuenca del Congo con varios cazadores-recolectores locales, un roedor muerto flotó cerca de su canoa. Su cuerpo en descomposición se había hinchado hasta alcanzar el tamaño de un cerdo pequeño.

El hedor del cadáver hinchado dejó a Landor sin aliento. Incapaz de hablar, intentó indicar a sus compañeros que alejaran la canoa de la fétida criatura. En lugar de eso, subieron a bordo al roedor de tamaño descomunal y se lo comieron.

"Cuando clavaron sus cuchillos en él, el olor era suficiente para matar al más fuerte de los hombres", escribió Landor. "Cuando me recuperé, mi admiración por las facultades digestivas de aquella gente fue intensa. Se relamían los labios y decían que el [roedor] les había proporcionado una comida excelente".

A partir del siglo XVI, exploradores, comerciantes, misioneros, funcionarios públicos y otros europeos y más tarde norteamericanos que vivían entre pueblos indígenas de muchas partes del mundo escribieron sobre prácticas alimentarias similares. Los cazadores-recolectores y pequeños agricultores de todo el mundo solían comer carne, pescado y partes grasas putrefactos de una gran variedad de animales. Desde la tundra ártica hasta las selvas tropicales, las poblaciones autóctonas consumían restos putrefactos, tanto crudos como fermentados o cocinados lo justo para chamuscar la piel y crear una textura más masticable. Muchos grupos trataban a las larvas como un extra de carne.

Las descripciones de estas prácticas, que todavía se dan en algunos grupos indígenas actuales y entre los europeos del norte que ocasionalmente comen pescado fermentado, probablemente no inspirarán ningún nuevo programa de Food Network ni ningún libro de cocina de chefs famosos.

Un ejemplo: Algunas comunidades indígenas se daban un festín con enormes bestias en descomposición, como hipopótamos atrapados en fosas excavadas en África y ballenas varadas en la costa australiana. Los cazadores de esos grupos solían untarse con la grasa del animal antes de atiborrarse de entrañas grasientas. Tras abrir el vientre de los animales, tanto adultos como niños se introducían en enormes cavidades corporales en descomposición para extraer la carne y la grasa.

A finales del siglo XIX, los nativos americanos de Missouri elaboraban una apreciada sopa con la carne verdosa y en descomposición de los bisontes muertos. Los cuerpos de los animales se enterraban enteros en invierno y se desenterraban en primavera, después de madurar lo suficiente para alcanzar su máximo sabor.

Sin embargo, según el arqueólogo antropólogo John Speth, de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, estos relatos ofrecen una valiosa visión de un modo de vida que existía mucho antes de que la industrialización occidental y la guerra contra los gérmenes se hicieran globales. Curiosamente, en los escritos sobre los grupos indígenas anteriores al principio del siglo XX no se menciona el botulismo ni otras reacciones potencialmente mortales a los microorganismos que supuran la carne en descomposición. En cambio, la carne y la grasa en descomposición representaban partes valiosas y sabrosas de una dieta sana.

Muchos viajeros como Landor consideraban que esos hábitos alimentarios eran "repugnantes". Pero "una mina de oro de relatos etnohistóricos deja claro que la repulsión que sentimos los occidentales hacia la carne pútrida y las larvas no está grabada en nuestro genoma, sino que es un aprendizaje cultural", afirma Speth.



Comentario: ¿O es posible que estas prácticas alimentarias se iniciaran en épocas de escasez o necesidad y se normalizaran? ¿O que se descubrió que el proceso de fermentación aportaba algún beneficio que no se encontraba en la carne cocinada y que les ayudó a superar cualquier repulsión? ¿O una combinación de todo lo anterior?


Esta revelación dietética también cuestiona una influyente idea científica según la cual la cocción se originó entre nuestros antiguos parientes como una forma de hacer la carne más digerible, proporcionando así una rica fuente de calorías para el crecimiento del cerebro en el género Homo. Según Speth, es posible que los homínidos de la Edad de Piedra, como los neandertales, utilizaran por primera vez la cocción para ciertas plantas que, al ser calentadas, aportaban a la dieta un plus de energía y carbohidratos. Los animales contenían paquetes de grasa y proteínas que, tras la descomposición, completaban las necesidades nutricionales sin necesidad de ser calentados.

© Emile Holmewood

Alimentos pútridos en la dieta de los pueblos indígenas

La curiosidad de Speth sobre el gusto humano por la carne pútrida surgió de los cazadores-recolectores actuales de las regiones polares. Los inuit norteamericanos, los siberianos y otras poblaciones del lejano norte siguen comiendo habitualmente carne y pescado fermentados o podridos.

Las cabezas de pescado fermentadas, también conocidas como "cabezas apestosas", son un bocado popular entre los grupos septentrionales. Los pastores chukchi del Lejano Oriente ruso, por ejemplo, entierran pescados enteros en el suelo a principios de otoño y dejan que los cuerpos fermenten de forma natural durante los periodos de congelación y descongelación. Después desentierran las cabezas de pescado, que tienen la consistencia de un helado duro, y se las comen enteras.

Speth lleva varias décadas sospechando que el consumo de carne, pescado, grasa y órganos internos fermentados y pútridos tiene una larga y probablemente antigua historia entre los grupos indígenas del norte. Consultando sobre todo fuentes en línea como Google Scholar y los catálogos de las bibliotecas digitales de las universidades, encontró muchas descripciones etnohistóricas de ese comportamiento que se remontan hasta el siglo XVI. Morsas, focas, caribúes, renos, bueyes almizcleros, osos polares, alces, liebres árticas y petreles podridos habían sido presa fácil. Speth informó de muchas de estas pruebas en 2017 en PaleoAnthropology.

En un incidente registrado en la Groenlandia de finales del siglo XIX, un cazador bienintencionado llevó lo que había afirmado de antemano que era comida excelente a un equipo dirigido por el explorador estadounidense Robert Peary. Un hedor inundó el aire cuando el cazador se acercó al barco de Peary con una foca podrida que goteaba gusanos. El groenlandés había encontrado la foca donde un grupo local la había enterrado, posiblemente un par de años antes, para que el cuerpo alcanzara un estado de sabrosa descomposición. Peary ordenó al hombre que mantuviera la foca apestosa fuera de su barco.

Molesto por este inesperado rechazo, el cazador "nos dijo que cuanto más descompuesta estuviera la foca, más exquisita sería al comerla, y no podía entender por qué nos opondríamos", escribió la esposa de Peary sobre el encuentro.

Incluso en zonas templadas y tropicales, donde los cuerpos de los animales se descomponen en cuestión de horas o días, los pueblos indígenas han apreciado la putrefacción tanto como lo hacía el repartidor de focas de Peary. Speth y el arqueólogo antropólogo Eugène Morin, de la Universidad Trent de Peterborough (Canadá), describieron algunos de esos oscuros relatos etnohistóricos el pasado octubre en PaleoAnthropology.

© Emile Holmewood

Los primeros homínidos podrían haber carroñeado carne podrida

Según Speth, estos relatos socavan algunas de las vacas sagradas de los científicos relacionadas con la alimentación. Por ejemplo, los exploradores europeos y otros viajeros escribieron sistemáticamente que los grupos tradicionales no sólo comían carne podrida cruda o ligeramente cocida, sino que no sufrían ninguna secuela. 

Un microbioma intestinal protector podría explicar por qué, sospecha Speth. Los pueblos indígenas se enfrentaban a una gran variedad de microorganismos desde la infancia, a diferencia de las personas de hoy en día, que crecen en entornos desinfectados. Las exposiciones tempranas a los patógenos pueden haber impulsado el desarrollo de una serie de microbios intestinales y respuestas inmunitarias que protegían contra los posibles daños de la ingestión de carne putrefacta.

Esta idea requiere más investigación; se sabe poco sobre la composición bacteriana de la carne podrida que comen los grupos tradicionales o de sus microbiomas intestinales. Pero los estudios realizados en las últimas décadas sí indican que la putrefacción, el proceso de descomposición, ofrece muchos de los beneficios nutricionales de la cocción con mucho menos esfuerzo. La putrefacción predigiere la carne y el pescado, ablandando la carne y degradando químicamente las proteínas y las grasas para que el organismo las absorba y convierta en energía con mayor facilidad.

Dadas las pruebas etnohistóricas, los homínidos que vivieron hace 3 millones de años o más podrían haber carroñeado la carne de carcasas en descomposición, incluso sin herramientas de piedra para la caza o la carnicería, y comido su botín crudo de forma segura mucho antes de que se utilizara el fuego para cocinar, sostiene Speth. 

Si las herramientas de piedra simples aparecieron hace 3,4 millones de años, como algunos investigadores han sugerido de forma controvertida, esos utensilios podrían haber sido fabricados por homínidos que buscaban carne cruda y tuétano (SN: 9/11/10, pág. 8). Los investigadores sospechan que el uso habitual del fuego para cocinar, iluminarse y calentarse no surgió antes de hace unos 400.000 años (SN: 5/5/12, pág. 18).

"Reconocer que comer carne podrida es posible, incluso sin fuego, pone de relieve lo fácil que habría sido incorporar alimentos carroñeados a la dieta mucho antes de que nuestros antepasados aprendieran a cazar o a procesar [la carne] con herramientas de piedra", afirma la paleoantropóloga Jessica Thompson, de la Universidad de Yale.

Thompson y sus colegas sugirieron en Current Anthropology en 2019 que antes de hace unos 2 millones de años, los homínidos eran principalmente carroñeros que usaban rocas para romper huesos de animales y comer médula y cerebros nutritivos y ricos en grasa. Esa conclusión, derivada de una revisión de la evidencia fósil y arqueológica, desafió la suposición común de que los primeros homínidos -ya sea como cazadores o carroñeros- comían principalmente carne sin el hueso.

Según el arqueólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Rice de Houston, ciertamente los antiguos homínidos comían algo más que los bistecs de carne que imaginamos hoy en día. En la garganta de Olduvai, en África oriental, los huesos de animales descuartizados en yacimientos que datan de hace casi 2 millones de años indican que los homínidos comían la mayoría de las partes de las carcasas, incluidos los sesos y los órganos internos.

"Pero el argumento de Speth sobre la ingestión de carcasas putrefactas es muy especulativo y no se puede probar", afirma Domínguez-Rodrigo.

Desentrañar si los antiguos homínidos realmente tenían gusto por la putrefacción requerirá una investigación que abarque muchos campos, como la microbiología, la genética y la ciencia de los alimentos, afirma Speth.

Pero si su argumento se sostiene, sugiere que los antiguos cocineros no preparaban platos de carne. En su lugar, especula Speth, el principal valor de la cocción al principio residía en hacer que las plantas feculentas y aceitosas fueran más blandas, masticables y fáciles de digerir. Las plantas comestibles contienen carbohidratos, moléculas de azúcar que el cuerpo puede convertir en energía. El calor del fuego convierte el almidón de los tubérculos y otras plantas en glucosa, una fuente de energía vital para el cuerpo y el cerebro.

Comentario: Allí donde estaba disponible, la carne y la grasa animal se han considerado mucho más importantes para el ser humano que la materia vegetal.

Triturar o moler plantas podría haber aportado al menos algunos de esos beneficios energéticos a los homínidos hambrientos que carecían de la capacidad de encender fuego.

Se desconoce si los homínidos controlaban el fuego lo suficientemente bien como para cocer plantas o cualquier otro alimento con regularidad antes de hace unos 400.000 a 300.000 años.

© Emile Holmewood

Los neandertales podrían haber cazado animales para obtener grasa

A pesar de sus beneficios nutricionales, las plantas a menudo se consideran alimentos secundarios en el menú de la gente de la Edad de Piedra. No ayuda el hecho de que las plantas se conserven mal en los yacimientos arqueológicos.



Comentario: Eso es porque probablemente lo eran.


Los neandertales, en particular, tienen una larga reputación de rehuir las plantas. La opinión popular ve a los neandertales como individuos robustos y desgreñados que se acurrucaban alrededor del fuego masticando bistecs de mamut.

Esto no dista mucho de una influyente visión científica de lo que comían los neandertales. Los elevados niveles de una forma de nitrógeno relacionada con la dieta en huesos y dientes neandertales indican que eran carnívoros empedernidos, que comían grandes cantidades de carne magra rica en proteínas, según han concluido varios equipos de investigación en los últimos 30 años.

Pero consumir tanta proteína a partir de la carne, especialmente de los cortes por encima de las extremidades delanteras y traseras que ahora se conocen como bistecs, habría sido una receta para el desastre nutricional, argumenta Speth. La carne de animales salvajes con pezuñas y de criaturas más pequeñas, como los conejos, casi no contiene grasa, ni veteado, a diferencia de la carne de los animales domésticos modernos, afirma.

 Los relatos etnohistóricos, especialmente los de los cazadores del norte, como los inuit, incluyen advertencias sobre la pérdida de peso, la mala salud e incluso la muerte que puede provocar el consumo excesivo de carne magra.

Comentario: Obsérvese lo fundamental que es la grasa (animal) para la fisiología humana, y cómo lo sabían estos pueblos.

Esta forma de malnutrición se conoce como inanición del conejo. Las pruebas indican que las personas pueden consumir con seguridad entre un 25 y un 35% de las calorías diarias en forma de proteínas, afirma Speth. Por encima de ese umbral, varias investigaciones han indicado que el hígado se vuelve incapaz de descomponer los desechos químicos de las proteínas ingeridas, que se acumulan en la sangre y contribuyen a la inanición del conejo. 

Los límites a la cantidad de proteína diaria que puede consumirse sin peligro significaban que los antiguos grupos de cazadores, como los actuales, necesitaban grasas animales e hidratos de carbono de origen vegetal para satisfacer las necesidades calóricas diarias y otras necesidades nutricionales.

Comentario: No "necesitaban" carbohidratos, podían satisfacer sus necesidades nutricionales sin ellos, a menos, claro está, que la carne y la grasa escasearan.

Las "dietas paleo" modernas hacen hincapié en comer carnes magras, frutas y verduras.

Comentario: Eso no es exactamente preciso, porque la mayoría de las dietas paleo modernas se centran en el componente de la carne y la grasa y restringen determinadas frutas y verduras.


Pero eso omite lo que los pueblos indígenas del pasado y del presente más deseaban de las carcasas de los animales. Los relatos describen a los inuit comiendo cantidades mucho mayores de partes grasas del cuerpo que de carne magra, dice Speth. En los últimos siglos, han preferido la lengua, los depósitos de grasa, el pecho, las costillas, el tejido adiposo que rodea los intestinos y los órganos internos, y el tuétano. Los órganos internos, especialmente las glándulas suprarrenales, han proporcionado vitamina C -casi ausente en el músculo magro- que prevenía la anemia y otros síntomas del escorbuto.

Los exploradores occidentales observaron que los inuit también comían quimo, el contenido estomacal de los renos y otros animales herbívoros. El quimo proporcionaba al menos una ración de carbohidratos vegetales.

Comentario: Estos carbohidratos pueden haber sido predigeridos y posiblemente parcialmente fermentados, lo que puede haber reducido los antinutrientes que se encuentran en las plantas y que pueden causar problemas de salud en los seres humanos.

Del mismo modo, los neandertales de la Edad de Hielo europea probablemente subsistían con una dieta rica en grasas y quimos (SN Online: 10/11/13), afirma Speth.

La gran cantidad de huesos de animales hallados en los yacimientos neandertales del norte de Europa -a menudo considerados como los residuos de carnívoros voraces- puede reflejar, en cambio, una caza excesiva de animales para obtener suficiente grasa para satisfacer las necesidades calóricas diarias. Según muestran estudios etnográficos, dado que las presas salvajes suelen tener un pequeño porcentaje de grasa corporal, los grupos de cazadores del norte, tanto en la actualidad como en los últimos siglos, solían matarlas en grandes cantidades, desechando la mayor parte de la carne magra de los cadáveres o dándosela de comer a sus perros.

Si los neandertales seguían esa pauta, el consumo de alimentos pútridos podría explicar por qué sus huesos presentan una firma de nitrógeno similar a la de los carnívoros, sugiere Speth. Un estudio no publicado de cuerpos humanos en descomposición conservados en un centro de investigación de la Universidad de Tennessee en Knoxville, llamado Body Farm (Granja de Cuerpos), puso a prueba esta posibilidad. La antropóloga biológica Melanie Beasley, que actualmente trabaja en la Universidad de Purdue, en West Lafayette (Indiana), halló niveles moderadamente elevados de nitrógeno en los tejidos de 10 cadáveres de los que se tomaron muestras con regularidad durante unos seis meses. 

El tejido de esos cuerpos sirvió como una representación de la carne animal consumida por los neandertales. La carne humana es un sustituto imperfecto de, por ejemplo, los cadáveres de renos o elefantes. Pero los hallazgos de Beasley sugieren que es necesario estudiar los efectos de la descomposición en una serie de animales. Curiosamente, también descubrió que las larvas del tejido en descomposición presentaban niveles de nitrógeno extremadamente elevados.

La paleobióloga Kimberly Foecke, de la Universidad George Washington, en Washington, D.C., también ha hallado niveles elevados de nitrógeno en cortes de ternera en descomposición, sin gusanos, procedentes de animales alimentados sin hormonas ni antibióticos para aproximarse a las dietas de las criaturas de la Edad de Piedra (SN: 1/2/19).

Al igual que hicieron los cazadores árticos hace unos pocos cientos de años, los neandertales podrían haber comido carne pútrida y pescado lleno de gusanos, dice Speth. Eso explicaría los elevados niveles de nitrógeno en los fósiles neandertales.

Comentario: O una diferencia en la composición de la flora y la fauna de la época.

Pero los hábitos alimentarios de los neandertales son poco conocidos. Un nuevo análisis de los restos fósiles de un yacimiento del norte de Alemania llamado Neumark-Nord, de unos 125.000 años de antigüedad, ha aportado pruebas inusualmente amplias del gran consumo de caza por parte de los neandertales. Según la arqueóloga Sabine Gaudzinski-Windheuser, de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania), y sus colegas, en ese lugar los neandertales cazaban periódicamente elefantes de colmillos rectos que pesaban hasta 13 toneladas métricas.

En un estudio publicado el 1º de febrero en Science Advances, su grupo analizó los patrones de las incisiones realizadas con herramientas de piedra en huesos de al menos 57 elefantes procedentes de 27 puntos cercanos a una antigua cuenca lacustre donde los neandertales encendían hogueras y construían refugios (SN: 1/29/22, pág. 8). 

Las pruebas sugieren que los carniceros neandertales -de forma muy parecida a los cazadores inuit- extraían los depósitos de grasa bajo la piel y las partes grasas del cuerpo, como la lengua, los órganos internos, el cerebro y las gruesas capas de grasa de los pies. Según los investigadores, la carne magra de los elefantes se habría consumido en cantidades más pequeñas para evitar la inanición de los conejos.

Según Speth, es necesario seguir investigando si los neandertales cocinaban la carne de elefante o hervían los huesos para extraer la grasa nutritiva. Las opciones a la hora de comer se habrían ampliado para los homínidos, que no sólo podían consumir carne y grasa pútridas, sino también calentar partes de animales en el fuego, sospecha.

Los neandertales que cazaban elefantes también debieron comer una variedad de plantas para satisfacer sus considerables necesidades energéticas, afirma Gaudzinski-Windheuser. Pero hasta ahora, en Neumark-Nord sólo se han encontrado fragmentos de avellanas quemadas, bellotas y ciruelas de endrino.

Comentario: Es probable que después de comerse unos cuantos elefantes de 13 toneladas, los neandertales no tuvieran mucha necesidad, ni ganas, de buscar, preparar y comer tubérculos ricos en almidón y similares.

© Emile HolmewoodLos neandertales probablemente se hartaban de carbohidratos

Las mejores pruebas de las preferencias vegetales de los neandertales proceden de yacimientos situados en zonas cálidas del Mediterráneo y Oriente Medio. En un yacimiento de la costa española, los neandertales probablemente comieron frutas, frutos secos y semillas de diversas plantas (SN: 3/27/21, pág. 32).

Comentario: "Probablemente" comían esas cosas, pero no eran el sustento de su comunidad.

Según la arqueóloga Karen Hardy, de la Universidad de Glasgow (Escocia), los neandertales de distintos entornos debieron consumir muchas plantas ricas en almidón. Incluso en las regiones del norte de Europa y Asia de la Edad de Piedra había plantas con apéndices ricos en almidón que crecían bajo tierra, como los tubérculos.

Los neandertales también podrían haber obtenido carbohidratos ricos en almidón de la corteza interna comestible de muchos árboles y de las algas marinas de las costas.

Comentario: Podrían haberlo hecho, pero ¿lo hicieron? ¿Quizá como guarnición?

La cocción, como sugiere Speth, habría aumentado mucho el valor nutritivo de las plantas, afirma Hardy. No así en el caso de la carne y la grasa podridas, aunque es posible que neandertales como los de Neumark-Nord cocinaran lo que recogían de los restos frescos de elefantes.

Existen pruebas directas de que los neandertales mordisqueaban plantas. Se han encontrado restos microscópicos de plantas comestibles y medicinales en el sarro de los dientes neandertales (SN: 4/1/17, pág. 16), afirma Hardy.

La energía suministrada por los carbohidratos ayudó a mantener cerebros grandes, permitir una actividad física extenuante y asegurar embarazos sanos tanto para los neandertales como para los antiguos Homo sapiens, concluye Hardy en el Journal of Human Evolution de enero de 2022. (Los investigadores no están de acuerdo sobre si los neandertales, que vivieron entre hace unos 400.000 y 40.000 años, eran una variante del H. sapiens o una especie separada.)

Comentario: Si los carbohidratos proporcionan la energía, ¿cómo se las arreglan los inuit para sobrevivir y prosperar en algunas de las condiciones más duras del mundo sin ellos?



© Emile HolmewoodLa cocina paleo era sabrosa

Al igual que Hardy, Speth sospecha que las plantas proporcionaban gran parte de la energía y los nutrientes que necesitaban los habitantes de la Edad de Piedra. Según él, las plantas representaban una fuente de alimento más predecible y fácilmente disponible que la carne y la grasa cazadas o rebuscadas.

Comentario: Sus sospechas parecen motivadas ideológicamente, porque las pruebas, tanto en el pasado profundo como en la actualidad, demuestran lo contrario.

Las plantas también ofrecían a los neandertales y a los antiguos H. sapiens -cuya dieta probablemente no difería mucho de la de los neandertales, según Hardy- una oportunidad de expandir sus papilas gustativas y cocinar platos sabrosos.

Comentario: Y, según los investigadores unos párrafos más arriba, los neandertales: 'cazaban elefantes de colmillos rectos que pesaban hasta 13 toneladas métricas... extraían los depósitos de grasa bajo la piel y las partes grasas del cuerpo', lo que corroboran otros descubrimientos: Los humanos vivieron en Nuevo México hace 37.000 años, según revelan huesos de mamut descuartizados

Una investigación reciente sugiere que la cocina de los vegetales paleolíticos incluía pasos planificados de antemano para añadir toques de sabores específicos a platos básicos. Al menos en algunos lugares, los habitantes de la Edad de Piedra aparentemente cocinaban para experimentar sabores agradables y no sólo para llenar el estómago. Los fragmentos de alimentos vegetales carbonizados de las cuevas de Shanidar, en el Kurdistán iraquí, y la cueva de Franchthi, en Grecia, consistían en semillas de legumbres trituradas, posiblemente de especies de guisantes ricos en almidón, combinadas con plantas silvestres que habrían proporcionado un sabor acre y algo amargo, según muestran los análisis microscópicos.

Entre los ingredientes añadidos figuraban mostaza silvestre, almendras silvestres, pistacho silvestre y frutas como el almez (NT: Celtis australis), según informaron el pasado noviembre en Antiquity el arqueobotánico Ceren Kabukcu, de la Universidad de Liverpool (Inglaterra), y sus colegas.

Cuatro trozos de comida de Shanidar datan de hace unos 40.000 años o más y se hallaron en sedimentos que incluían herramientas de piedra atribuidas a H. sapiens. Otro fragmento de alimento, probablemente de una comida neandertal cocinada, data de hace entre 70.000 y 75.000 años. Los fósiles neandertales hallados en la cueva de Shanidar también tienen unos 70.000 años. Así pues, parece que los neandertales de Shanidar condimentaban los alimentos vegetales cocinados antes que lo hicieran los H. sapiens de Shanidar, afirma Kabukcu.

Los restos de alimentos de Franchthi datan de hace entre 13.100 y 11.400 años, cuando H. sapiens vivía allí. Las legumbres silvestres presentes en los alimentos de ambas cuevas muestran signos microscópicos de haber sido remojadas, una forma de diluir los venenos de las semillas y moderar su amargor.

Estos nuevos hallazgos "sugieren que la cocina, o la combinación de distintos ingredientes para proporcionar placer, tiene una historia muy larga", afirma Hardy, que no formó parte del equipo de Kabukcu.

Hay una gran dosis de ironía en la posibilidad de que las dietas paleo originales mezclaran lo que la gente de muchas sociedades actuales considera asquerosas porciones de carne y grasa pútridas con platos vegetarianos que siguen pareciendo apetecibles.
Citaciones

J. Speth and E. Morin. Putrid meat in the tropics: It wasn't just for Inuit. PaleoAnthropology. Vol. 2022, p. 297. doi: 10.48738/2022.iss2.114.


J. Thompson et al. Origins of the human predatory pattern: The transition to large-animal exploitation by early hominins. Current Anthropology. Vol. 60, December 2019, p. 1. doi: 10.1086/701477. https://doi.org/10.1086/701477.

K. Hardy et al. Reconstructing Neandertal diet: The case for carbohydrates. Journal of Human Evolution. Vol. 62, January 2022, p. 103105. doi: 10.1016/j.jhevol.2021.103105.

C. Kabukcu et al. Cooking in caves: Paleolithic carbonized plant food remains from Franchthi and Shanidar. Antiquity. Published November 23, 2022. doi: 10.15184/aqy.2022.143.

https://es.sott.net/article/87511-La-carne-podrida-podria-haber-sido-un-alimento-basico-de-la-dieta-Paleo-original

K. Jaouen et al. Exceptionally high δ15N values in collagen single amino acids confirm Neandertals as high-trophic level carnivores. Proceedings of the National Academy of Sciences. Vol. 116, February 19, 2019, p. 4928. doi: 10.1073/pnas.1814087116.

S. Gaudzinski-Windheuser et al. Hunting and processing of straight-tusked elephants, 125,000 years ago - implications for Neandertal behavior. Science Advances. Published February 1, 2023. doi: 10.1126/sciadv.add8186.

Bruce Bower
mie, 29 mar 2023 07:00 UTC

Traducido por el equipo de SOTT.net
https://es.sott.net/article/87511-La-carne-podrida-podria-haber-sido-un-alimento-basico-de-la-dieta-Paleo-original

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