En los años 60, Ric O’Barry era el gran cazador de delfines. Él entrenó a los de la serie «Flipper», hasta que uno se suicidó –literalmente, dejó de respirar–, en sus brazos.
En ese momento se convirtió en la pesadilla de la industria ballenera.
El director Louie Psihoyos lo llamó para contar lo que ocurría en el pueblo japonés de Taiji, donde miles de delfines son asesinados cada año. «The Cove», el documental que rodaron, ganó un Oscar y dio la vuelta al mundo.
-¿Lo que cuenta «The Cove» es, como sugiere el filme, la punta del iceberg?
-Hay otros lugares en Japón, pero yo me he centrado en esta cala.
Si la cerramos será por el mercurio: la carne de delfín está contaminada y es venenosa.
-La película muestra cómo en la Comisión Ballenera Internacional (IWC) priman los intereses de los países balleneros y se compran votos. ¿Hacen algo al respecto la UE o EE UU?
-No mucho. EE UU está en contra de la caza de ballenas. Es lo que decimos en público, pero no ejercemos ninguna presión sobre Japón, porque les vendemos ganado vacuno. Ése es el problema. Estamos tratando de llamar la atención de Obama.
-En el filme se ve que el japonés medio no sabe que se cazan delfines y se vende su carne.
-Los medios de comunicación allí no hablan de eso, en contra de su Constitución, que prohíbe la censura. Hay un velo sobre el tema de delfines y ballenas.
-Hay 26 salas que lo van a proyectar. Tres de ellas han cambiado de opinión, después de sufrir presiones de una milicia radical de extrema derecha. Son muy nacionalistas. Atacan cualquier cosa que les suene a anti-japonés.
-¿Cuánta gente come realmente carne de delfín en el mundo?
-Muy poca. En Japón sólo el 1% consume ballena, y un porcentaje minúsculo dentro de ese 1% ha comido alguna vez delfín.
-¿Hay datos sobre el impacto de la caza de delfines?
-En Japón están matando unos 25.000 al año.
-¿Y la caza ballenera? El filme denuncia que se «camufla».
-Sí, lo llaman «investigación científica». ¡Es tan absurdo! La IWC no funciona: es un organismo inútil. No tiene solución.
-Ellos me seguían con sus cámaras y yo les ayudé en lo que pude, pero hay una línea entre los cineastas y los activistas: ellos ya están en otra película. Yo tengo que volver y empezar solo.
-No parece muy contento...
-No es eso. Pero ocurre como con National Geographic o la Cousteau Society. Hacen buenas películas, pero no son necesariamente activistas que vinculen a éstas una campaña. Aunque sirven para educar al espectador.
-De eso se trata, ¿no?
-Exacto. Por ejemplo, el filme habla también de la captura de delfines vivos. España es el país que más está creciendo en Europa como comprador. Cuando la gente vea «The Cove», espero que se lo piensen dos veces antes de comprar una entrada para un espectáculo de delfines. Ésa es la solución. Los Gobiernos no van a frenarlo: se benefician de ello.
-Un delfín supone grandes ingresos para un acuario.
–Por eso «The Cove» es tan importante. Si la gente deja de ir a esos «shows» se arruinarán. Sólo Seaworld, en EE UU, ganó 1.400 millones de dólares en 2009.
-El filme habla de la degradación de los océanos. ¿Cuáles son los peligros más graves?
-Lo que cuenta «The Cove» es un microcosmos. Los océanos están contaminados con mercurio y eso pasa a la cadena alimenticia. No son sólo los delfines: ve a una tienda de sushi en Madrid y hazle un test a un trozo de atún. Te quedarás horrorizado.
-Lo que cuenta «The Cove» es un microcosmos. Los océanos están contaminados con mercurio y eso pasa a la cadena alimenticia. No son sólo los delfines: ve a una tienda de sushi en Madrid y hazle un test a un trozo de atún. Te quedarás horrorizado.
-Las cifras son alarmantes: hay hasta 2.000 partes de mercurio por millón, frente a 0,4 que es el máximo recomendable.
-Yo he llegado a ver hasta 5.000. Y ocurre con delfines, túnidos... Cualquier pescado grande. Viene de las plantas eléctricas de carbón. Cada semana se inaugura una nueva en China. Y la contaminación se eleva por los aires y se deposita en los océanos, transformándose en mercurio.
-¿Hay solución?
-Sí, debemos cambiarnos a la energía solar, a la eólica... La térmica está destrozando los oceános. Es un problema global.
-¿Qué opina de lo que ha ocurrido en el Golfo de México?-Me parte el corazón. Y estamos viendo la superficie: el gran daño está bajo el agua. 200.000 galones de petróleo salen a diario. Y va a llegar a Europa: se acerca la temporada de huracanes y la corriente del golfo lo llevará.
-Dicen que es peor que el desastre del Exxon Valdez.
-¡Mucho mayor! Es el peor desastre natural en la historia de América. Es un aviso: yo voy a comprarme un coche eléctrico, y a adaptar mi casa con placas solares. Aunque tenga que hipotecarme. No pienso comprar su maldita gasolina nunca más.
M. AYANZ La Razon
Ric OBarry / Activista contra la caza de ballenas y delfines
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