viernes, 8 de abril de 2011

Autismo: Sabios como los animales más Inteligentes

Autismo: sabios como los animales más inteligentesLos autistas y los animales ven las diferencias entre los objetos más que las similitudes. Pero eso que les hace diferentes, la sociedad no lo sabe apreciar.

Los autistas serían unos genios con los escáneres de los aeropuertos. Las aves demuestran su talento cuando aprenden rutas migratorias en un solo vuelo
 
Superar las barreras de una mirada perdida

2 Abril 11 - Madrid - P. Pérez Las personas son generalistas. Los autistas y los animales, en cambio, ven más las diferencias entre los objetos que las similitudes. Eso que les hace diferentes es lo que la sociedad no sabe apreciar. Temple Grandin, autista doctorada en Ciencia Animal, explica en «Interpretar a los animales» cómo valorar otro tipo de inteligencias y habilidades. Un libro único del que aquí se recuerda un extracto.

«Los animales son más listos de lo que pensamos. La migración quizá sea el talento más extraordinario de las aves. Ya que tienen que aprender esas rutas, no es innato. Muchos animales tienen memoria extraordinaria. Las ardillas grises esconden centenares de frutos secos, uno en cada sitio, y luego recuerdan dónde los escondieron y no marcan los lugares ni los buscan por el olor. Según Pierre Lavenex, de la Universidad de California, emplean información del entorno, como la posición relativa de los árboles y edificios. La gente recordaría seis o siete.

Muchos animales poseen una capacidad perceptiva extraordinaria. Algunos perros han pasado de reaccionar a los ataques a percibir señales de ataque. Nadie sabe cómo lo hacen, porque los indicios son invisibles para la gente. Estos perros me recuerdan a Hans el Listo, un caballo cuyo dueño creía que sabía contar. Al final, un psicólogo demostró que no sabía. Lo que hacía era observar las claves que le transmitían los humanos sin darse cuenta. Empezaba a dar golpes y dejaba de hacerlo cuando veía que era hora de parar. Sus interrogadores hacían movimientos inconscientemente. Los psicólogos recurren a veces a Hans para demostrar la falacia de la inteligencia animal. Pero ¿es la capacidad de interpretar a un miembro de otra especie un indicio de que sólo era un «animal tonto»? Yo creo que se trata de algo más. Lo que le hace similar a los perros que predicen ataques es que aprenden sin ayuda humana.

Creo que los animales son más listos de lo que sabemos. Los autistas somos inteligentes del mismo modo que los animales. Somos especialistas. Podemos hacer cosas que una persona normal no puede aprender por mucho que se esfuerce o practique. También vemos las diferencias entre los objetos más que las similitudes, lo que supone que no generalizamos muy bien. Las personas que enseñan a los niños autistas afrontan ese problema. Un conductista me contó la historia de un chico autista al que habían enseñado a untar tostadas con mantequilla. La alegría no duró mucho, porque cuando alguien le dio manteca de cacahuete, ¡no tenía ni idea! Tuvieron que empezar de nuevo. No es que no generalicen. Pero las cosas que hacen casi siempre son más específicas que las de los no autistas.

Listos, pero diferentes
Ser inteligente en la escuela no lo es todo. Sometieron a una prueba sobre figuras ocultas a 20 niños autistas, 20 normales y 20 con problemas de aprendizaje. Consistía en enseñarles una figura, como un triángulo, y pedirles que lo localizaran en la imagen de un objeto como un cochecito. Los autistas dieron de media 21 preguntas acertadas de 25, los otros dos grupos, 15 respuestas correctas. Es una diferencia tal que podría decirse que la gente normal está discapacitada comparada con los autistas para localizar figuras ocultas. Y lo creo, porque las figuras ocultas me saltan a la vista. La gente no comprende lo valioso que es este talento. En Maryland hay una agencia de empleo que coloca a los adultos autistas en puestos de control de calidad. Un grupo trabaja en una fábrica inspeccionando las camisetas para detectar defectos en la serigrafía, ya que pueden ver defectos casi microscópicos de una ojeada. Recordé a esos empleados tras el 11-S, cuando llegaron noticias sobre lo difícil que es que las personas que trabajan como inspectores de equipaje localicen armas en las pantallas por el desorden. Pero eso no supondría el menor problema para los autistas. Los aeropuertos tendrían que probar su eficacia.

Creo que el genio de los animales probablemente sea lo mismo que la sabiduría de los autistas. No es que hagan lo mismo. Los sabios animales demuestran inteligencia cuando aprenden rutas migratorias con un solo vuelo. Los sabios autistas hacen cálculos mentales de números o fechas a velocidad vertiginosa o se convierten en artistas que pueden hacer dibujos casi perfectos empleando la perspectiva. Aunque la sabiduría autista y la animal parezcan tan distintas, lo chocante es que muchos de esos talentos suponen hazañas de memorización. Los sabios autistas son las únicas personas que recordarían dónde escondieron miles de frutos secos.

Los autistas y los animales perciben el mundo más nítidamente que las personas normales. Cuando las hormigas siguen una carrera de obstáculos usan los mojones para recordar la ruta. Pero cuando una hormiga llega a un mojón, hace algo que la gente no hace. Pasa junto al mismo, se para, se da la vuelta y mira el mojón desde el lugar en que lo vio en el viaje de ida.

Pero cuando una persona no autista ve un establo rojo al ir a casa de alguien, verá el mismo establo a la vuelta. Eso se debe a que el sistema nervioso de una persona normal elimina muchos detalles y llena los vacíos con lo que espera ver. Si viera lo que tiene delante vería un establo distinto a la ida que a la vuelta, porque no son iguales. En cambio, yo hago lo mismo que las hormigas...». «...Hay que pensar en qué pueden hacer, no en qué no pueden hacer. Creo que estamos dejando que se desperdicie una enorme cantidad de talento. Tal vez sea porque relamente no comprendemos lo que podrían hacer si les diéramos ocasión de demostrarlo».

Fuente: La razon

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