- Nunca se ha de aplicar dentífrico, mantequilla o clara de huevo en una quemadura, como muchos creen.
- Ante una hemorragia nasal nunca se debe echar la cabeza hacia atrñás, más bien todo lo contrario.
- Tampoco es aconsejable golpear la espalda ante un atragantamiento, vomitar ante una intoxicación... o succionar el veneno tras una mordedura de serpiente, por ejemplo.
Muchas personas comparten a día de hoy muchas creencias sobre primeros auxilios que pueden llegar a resultar contraproducentes y hacer bueno el dicho "es peor el remedio que la enfermedad".
Desde Consumer repasan aquellas que que no tienen una base científica y que, incluso, pueden empeorar el problema.
Quemaduras: ¿dentífrico, mantequilla y clara de huevo? La pasta de dientes es abrasiva y agrava la lesión. Tampoco debe aplicarse aceite o mantequilla, ya que ensucia la herida y puede empeorar las cicatrices posteriores. Aplicar clara de huevo a la quemadura con la creencia de que acelera la cicatrización gracias al colágeno. En primer lugar, la clara de huevo no contiene colágeno sino proteínas (albúmina). Si se emplea sobre una quemadura, queda pegada a la piel y dificulta la limpieza del lecho de la herida. Por otra parte, con esta práctica lo que se hace es dar nutrientes a las bacterias que colonizan la piel y facilitar las infecciones. Ante una quemadura, lo mejor es aplicar agua fría (no hielo) y cubrir la zona con un pañuelo limpio o mejor, un apósito estéril (gasa). Si la quemadura no es grave y la piel está solo enrojecida, bastará un antiinflamatorio tópico. Si hay heridas o ampollas, consultar a un servicio médico.
Hemorragia nasal: echar la cabeza hacia atrás ante una hemorragia nasal no detiene el sangrado. Lo que ocurre es que la sangre, en lugar de salir por el orificio nasal, se dirige a la parte posterior de la nariz y va hacia la garganta y la boca. De hecho, hay que hacer lo contrario. Para detener la hemorragia, hay que inclinar la cabeza hacia delante presionando la zona lateral del lado de la nariz que sangra, justo en la zona en que termina el hueso y empieza la zona carnosa. La presión debe ser firme y continua durante diez minutos. Si se aplica un poco de frío en la zona, que tiene un efecto vasoconstrictor, también puede resultar útil.
Atragantamiento: golpear la espalda es una práctica casi instintiva. No obstante, esta acción tan bien intencionada puede ser desacertada ya que puede favorecer la impactación del cuerpo extraño y empeorar la obstrucción de las vías aéreas. Ante esta contingencia debe practicarse la denominada maniobra de Heimlich, que consiste en colocarse detrás del afectado y rodearlo con los brazos para hacer una compresión por debajo de la boca del estómago. De esta manera, se impulsa de forma brusca el aire hacia arriba, de modo que facilita la expulsión del cuerpo extraño.
Provocar el vómito ante una intoxicación: a pesar de que es cierto que el vómito puede facilitar la eliminación del tóxico, no siempre es recomendable. Si la sustancia que se ha ingerido es corrosiva (lejía, amoniaco, etc.), devolver es contraproducente ya que lesionará la parte alta del tubo digestivo. También hay que ser muy prudentes al provocar el vómito en una persona semiinconsciente, porque pueden producirse aspiraciones del contenido gástrico hacia las vías respiratorias.
Sujetar a las víctimas de convulsiones: en un ataque o crisis convulsiva se producen movimientos no controlados de las extremidades que pueden ser relativamente violentos. Si se sujeta con fuerza al afectado para evitarlos, se corre el riesgo de provocar lesiones a quien sufre las convulsiones. Además, la inmovilización no acorta el ataque ni reduce los efectos. De la misma manera, está contraindicado intentar introducir un objeto en la boca para evitar que se muerda la lengua y administrar medicamentos orales, aunque sean antiepilépticos. Ante una crisis convulsiva, hay que sujetar con suavidad al individuo para evitar que se lesione y amortiguar la cabeza y voltearlo de costado para impedir que, en caso de vómito, se produzca una aspiración hacia los pulmones. Al intentar introducir un objeto en la boca para imposibilitar que se muerda, además de lesionar al afectado, se corre el riesgo de sufrir una mordedura involuntaria.
Succionar el veneno en caso de mordedura de serpiente: lo cierto es que lo idóneo es no manipular demasiado la zona para no provocar lesiones más importantes. En la mordedura, además del veneno, suelen inocularse sustancias que lesionan los tejidos circundantes que facilitan la propagación del tóxico. Por este motivo, no hay que efectuar cortes y, en caso de succionar el veneno (medida muy controvertida según distintos especialistas), debe hacerse con mucho cuidado ya que puede ser peligrosa para la persona que la efectúa porque, si tiene alguna lesión en la cavidad bucal, podría absorber la toxina. Tampoco deben practicarse torniquetes para evitar que el veneno se distribuya por el organismo, ya que esto puede comprometer el riego sanguíneo de la herida y empeorarla. En estos casos, lo adecuado es presionar de forma suave la herida para hacer brotar la sangre, inmovilizar el miembro afectado y procurar que se mantenga quieto y tranquilo, ya que el ejercicio y la ansiedad aumentan el riego sanguíneo y hace que el veneno se difunda con mayor rapidez.
Un filete sobre una contusión: el efecto beneficioso se produce solo por el frío, sin que intervengan para nada los componentes de la carne. El filete ayudaría a aplicar mejor el frío, ya que se adapta mejor a la zona afectada. Pero puestos a utilizar remedios caseros, es más higiénico y económico colocar una bolsa de guisantes congelados.
Orinar sobre la picadura de medusa: no está demostrado que funcione. En caso de picadura, de entrada, el agua salada puede ser un buen remedio para lavar la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce, ya que rompe las células urticariantes, lo que puede provocar una mayor liberación de toxina. El frío local (un pañuelo con unos cubitos de hielo) también atenúa las molestias, aunque no es conveniente darlo de forma directa. Una solución de vinagre al 50% o amoniaco puede ser efectiva para desactivar la acción de la toxina.
Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/1609580/0/mitos/primeros-auxilios/desconocimiento/
Desde Consumer repasan aquellas que que no tienen una base científica y que, incluso, pueden empeorar el problema.
Quemaduras: ¿dentífrico, mantequilla y clara de huevo? La pasta de dientes es abrasiva y agrava la lesión. Tampoco debe aplicarse aceite o mantequilla, ya que ensucia la herida y puede empeorar las cicatrices posteriores. Aplicar clara de huevo a la quemadura con la creencia de que acelera la cicatrización gracias al colágeno. En primer lugar, la clara de huevo no contiene colágeno sino proteínas (albúmina). Si se emplea sobre una quemadura, queda pegada a la piel y dificulta la limpieza del lecho de la herida. Por otra parte, con esta práctica lo que se hace es dar nutrientes a las bacterias que colonizan la piel y facilitar las infecciones. Ante una quemadura, lo mejor es aplicar agua fría (no hielo) y cubrir la zona con un pañuelo limpio o mejor, un apósito estéril (gasa). Si la quemadura no es grave y la piel está solo enrojecida, bastará un antiinflamatorio tópico. Si hay heridas o ampollas, consultar a un servicio médico.
Hemorragia nasal: echar la cabeza hacia atrás ante una hemorragia nasal no detiene el sangrado. Lo que ocurre es que la sangre, en lugar de salir por el orificio nasal, se dirige a la parte posterior de la nariz y va hacia la garganta y la boca. De hecho, hay que hacer lo contrario. Para detener la hemorragia, hay que inclinar la cabeza hacia delante presionando la zona lateral del lado de la nariz que sangra, justo en la zona en que termina el hueso y empieza la zona carnosa. La presión debe ser firme y continua durante diez minutos. Si se aplica un poco de frío en la zona, que tiene un efecto vasoconstrictor, también puede resultar útil.
Atragantamiento: golpear la espalda es una práctica casi instintiva. No obstante, esta acción tan bien intencionada puede ser desacertada ya que puede favorecer la impactación del cuerpo extraño y empeorar la obstrucción de las vías aéreas. Ante esta contingencia debe practicarse la denominada maniobra de Heimlich, que consiste en colocarse detrás del afectado y rodearlo con los brazos para hacer una compresión por debajo de la boca del estómago. De esta manera, se impulsa de forma brusca el aire hacia arriba, de modo que facilita la expulsión del cuerpo extraño.
Provocar el vómito ante una intoxicación: a pesar de que es cierto que el vómito puede facilitar la eliminación del tóxico, no siempre es recomendable. Si la sustancia que se ha ingerido es corrosiva (lejía, amoniaco, etc.), devolver es contraproducente ya que lesionará la parte alta del tubo digestivo. También hay que ser muy prudentes al provocar el vómito en una persona semiinconsciente, porque pueden producirse aspiraciones del contenido gástrico hacia las vías respiratorias.
Sujetar a las víctimas de convulsiones: en un ataque o crisis convulsiva se producen movimientos no controlados de las extremidades que pueden ser relativamente violentos. Si se sujeta con fuerza al afectado para evitarlos, se corre el riesgo de provocar lesiones a quien sufre las convulsiones. Además, la inmovilización no acorta el ataque ni reduce los efectos. De la misma manera, está contraindicado intentar introducir un objeto en la boca para evitar que se muerda la lengua y administrar medicamentos orales, aunque sean antiepilépticos. Ante una crisis convulsiva, hay que sujetar con suavidad al individuo para evitar que se lesione y amortiguar la cabeza y voltearlo de costado para impedir que, en caso de vómito, se produzca una aspiración hacia los pulmones. Al intentar introducir un objeto en la boca para imposibilitar que se muerda, además de lesionar al afectado, se corre el riesgo de sufrir una mordedura involuntaria.
Succionar el veneno en caso de mordedura de serpiente: lo cierto es que lo idóneo es no manipular demasiado la zona para no provocar lesiones más importantes. En la mordedura, además del veneno, suelen inocularse sustancias que lesionan los tejidos circundantes que facilitan la propagación del tóxico. Por este motivo, no hay que efectuar cortes y, en caso de succionar el veneno (medida muy controvertida según distintos especialistas), debe hacerse con mucho cuidado ya que puede ser peligrosa para la persona que la efectúa porque, si tiene alguna lesión en la cavidad bucal, podría absorber la toxina. Tampoco deben practicarse torniquetes para evitar que el veneno se distribuya por el organismo, ya que esto puede comprometer el riego sanguíneo de la herida y empeorarla. En estos casos, lo adecuado es presionar de forma suave la herida para hacer brotar la sangre, inmovilizar el miembro afectado y procurar que se mantenga quieto y tranquilo, ya que el ejercicio y la ansiedad aumentan el riego sanguíneo y hace que el veneno se difunda con mayor rapidez.
Un filete sobre una contusión: el efecto beneficioso se produce solo por el frío, sin que intervengan para nada los componentes de la carne. El filete ayudaría a aplicar mejor el frío, ya que se adapta mejor a la zona afectada. Pero puestos a utilizar remedios caseros, es más higiénico y económico colocar una bolsa de guisantes congelados.
Orinar sobre la picadura de medusa: no está demostrado que funcione. En caso de picadura, de entrada, el agua salada puede ser un buen remedio para lavar la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce, ya que rompe las células urticariantes, lo que puede provocar una mayor liberación de toxina. El frío local (un pañuelo con unos cubitos de hielo) también atenúa las molestias, aunque no es conveniente darlo de forma directa. Una solución de vinagre al 50% o amoniaco puede ser efectiva para desactivar la acción de la toxina.
Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/1609580/0/mitos/primeros-auxilios/desconocimiento/
No hay comentarios:
Publicar un comentario